30 de diciembre de 2010

El Año Nuevo egipcio

En Egipto, la época de la siembra y de la cosecha dependía de la inundación del Nilo. Toda la vida quedaba regulada en función de este acontecimiento fundamental. Así es como los egipcios celebraban en Año Nuevo en el momento en que Sothis (Sirio), la estrella más brillante, aparecía en el cielo.

Aunque los egipcios celebraban el Año Nuevo con regalos, el año empezaba en pleno mes de agosto. Todos los egipcios esperaban con ansiedad la aparición de ese astro excepcional que iluminaba el país justo antes de la crecida del Nilo. Tres estaciones en vez de cuatro conformaban el año egipcio, dividido en doce meses simbolizados por divinidades. Los egipcios conocían pues las estaciones y la división del año en varios períodos, aunque su distribución fuera algo distinta a la nuestra.

Los campesinos organizaban su trabajo alrededor de esas tres estaciones, labrando la tierra, sembrando, regando, tal como aparece reflejado sobre las paredes de las tumbas de numerosos altos funcionarios en el Valle de los Nobles. Parece ser que las mujeres ayudaban a los hombres en las tareas menos pesadas. Vestidas con una túnica muy ligera, con la cabeza protegida en una especie de fular, las mujeres siembran. Los animales, escuálidos, no andan lejos. Toda la familia trabajaba con ahínco.


Fuente:
Más allá del Egipto faraónico - Violaine Vanoyeke

29 de diciembre de 2010

Los neandertales cocinaban verduras

Los neandertales cocinaban y comían verduras junto a la carne, según revela un nuevo análisis de dientes fosilizados procedentes del norte de Europa e Iraq realizado por el Departamento de Antropología del Museo de Historia Natural Smithsonian (EE UU). En concreto, los investigadores descubrieron en los dientes restos de granos de almidón de numerosas plantas, incluyendo cierto tipo de pasto, legumbres, raíces y tubérculos. Las muestras sugieren que los alimentos habían sido previamente cocinados, por lo que estos homínidos dominaban la cocina como nuestros ancestros más cercanos. Eso sí, de momento todo apunta a que los neandertales no practicaban la agricultura.

Según concluyen los autores, "el hombre de Neandertal consagraba tiempo y esfuerzo para hacer los alimentos más comestibles y fortalecer su valor nutricional". "Era sofisticado en su manera de recoger y preparar su comida ya sea para cazar animales de gran tamaño, como para recolectar y preparar sus alimentos a base de vegetales", añaden los antropólogos, que recolectaron muestras de sarro de siete dientes fosilizados, tres que provenían del sitio arqueológico iraquí de Shanidar 3 y cuatro de las cavernas Spy 1 y Spy 2 en Bélgica.

El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), pone en duda la teoría comúnmente aceptada hasta ahora de que la ingesta casi exclusiva de carne contribuyó a la desaparición de los neandertales hace 30.000 años.

Fuente:
http://www.muyinteresante.es/los-neandertales-cocinaban-verduras

28 de diciembre de 2010

La expansión de los aztecas

La creación del imperio azteca fue una tarea larga y erizada de dificultades. El islote del lago sobre el que se asentaron era propiedad de los tepanecas de Azcapotzalco, que les permitieron vivir en él a condición de que les sirvieran como soldados mercenarios. Gracias a sus buenos servicios se les autorizó a tener un rey propio o tlatoani y ellos eligieron al noble Culhuacán por su ascendencia tolteca. A la muerte del tercer tlaotani en 1426, los mexicas eligieron a Itzcóatl, gran caudillo y reformador que hizo posible la creación de la civilización azteca. Itzcóatl emprendió la construcción de templos y reglamentó el culto con la institución de una jerarquía religiosa. Instituyó diversos rangos en el gobierno civil, planificó el desarrollo de la ciudad y construyó terraplenes hasta tierra firme para asegurar su fácil acceso. Además, como caudillo militar, comenzó a extender sus dominios por todo el Valle de México. La expansión se hizo gracias al poder de las armas siguiendo la política imperialista inaugurada por Itzcóatl.

Los sucesores de Itzcóatl, muerto en 1440, fueron sometiendo uno tras otro a los pueblos de México central, los mixtecas y zapotecas, que estaban ya en plena decadencia. Luego se abrieron camino hacia el mar y vencieron a los huxtecas y totonacas del Golfo, al mismo tiempo que llegaban a la costa del Pacífico. A la llegada de Hernán Cortés, el imperio azteca tenía una extensión superior a la de España.

Moctezuma II
El sucesor de Itzcóatl fue Moctezuma I (1440-1469), conocido con el apodo de Ilhuicamina -el Iracundo-, que en su largo gobierno contribuyó mucho al progreso cultural de la capital. Sus sucesores fueron tres hermanos, Axayácatl, Tízoc y Ahuízotl, que gobernaron uno tras otro de 1469 a 1502. Durante el reinado del primero se esculpió el famoso monolito de la Piedra del Sol, más conocido con el nombre de Calendario Azteca.

En 1502 las riendas del gobierno pasaron a Moctezuma II, llamado El Joven, el infeliz emperador azteca que tuvo que enfrentarse con los conquistadores españoles mandados por Hernán Cortés. Muerto Moctezuma gobernaron, en medio del conflicto militar, los valerosos caudillos aztecas Cuitláhuac y Cuauhtémoc.


Fuente:
La cultura y el arte del México prehispánico – Fernando Arellano

27 de diciembre de 2010

Las gárgolas

Gárgola de la catedral de Sevilla
Asomando desde lo alto de las catedrales donde la vista apenas si alcanza, seres infernales, imágenes dantescas o animales grotescos que parecen surgidos de una mente enfermiza guardan el santo edificio de los males del Maligno. Defensoras pétreas por encargo celestial, las gárgolas atemorizan cualquier intento de profanación del enclave sagrado.

Una antigua leyenda francesa cuenta la existencia de un ser monstruoso con el aspecto de un dragón que poseía un largo cuello, fuertes mandíbulas y un largo hocico llamado Gargouille. Dicho monstruo destruía todo aquello que encontraba a su paso gracias a su pestilente aliento y a los chorros de agua que despedía. La ciudad de Rouen, para aplacar tan nefasto animal, decidió ofrecerle todos los años una ofrenda humana para calmar sus ánimos agresivos. Se elegía un criminal y se le entregaba, si bien el monstruo prefería doncellas.
Corría el año 600 cuando el clérigo Romanus llegó a la ciudad para pactar con el dragón a cambio de que los lugareños aceptaran ser bautizados y erigieran una hermosa iglesia. Dispuesto a exorcizar a la bestia y equipado con lo necesario fue acompañado junto al dragón. Con la simple señal de la cruz el fiero animal se convirtió en una bestia dócil, y atado con una simple cuerda fue conducido a la plaza de la ciudad. Gargouille fue quemado en la hoguera y las llamas consumieron su cuerpo, excepto cabeza y cuello del que surgía su tórrido aliento. Ante tal situación, dichos restos fueron depositados en el tejado del ayuntamiento como recordatorio de las angustiosas jornadas vividas por la población.

Esta leyenda viene a explicar el origen del término “gárgola” como sinónimo de escupir agua y que, con el paso del tiempo, su imagen pasó a las cornisas de las iglesias y de las catedrales medievales.

Gárgola de la catedral de Barcelona
En realidad la idea de crear una escultura ornamental y decorativa para utilizarla como desagüe era utilizada desde la antigüedad por griegos, etruscos y romanos. Así fue como, durante la Edad Media, esos canalones decorativos servían como sumideros para expulsar el agua de la lluvia evitando con ello el deterioro de los muros y la erosión de la piedra.

Las primeras gárgolas aparecen a principios del siglo XII. Este sistema de drenaje del agua es el más utilizado durante la época del estilo gótico, si bien no todas las gárgolas tenían dicho uso. Los primeros ejemplos góticos de estas gárgolas son las que se encuentran en la catedral de Lyon y las de Nôtre Dame de París. Situadas por hileras en lo más alto del edificio, fueron cambiando su aspecto con el paso de los años. Las primeras, más bien toscas, dejaron paso a otras mucho más elaboradas que fueron proliferando hasta convertirse en auténticas obras de arte. Su peculiaridad más relevante es que siempre eran intencionadamente horribles y grotescas.

Gárgola de Nôtre Dame de París
La ambigüedad de sus formas, característica del estilo gótico, no ha permitido la elaboración de un significado concreto y un conocimiento preciso al contener una mezcla en su composición de diferentes especies, unas existentes y otras fantasiosas. No hay dos iguales. Cada una de ellas posee su propia personalidad por llamarlo de algún modo.

En una época en la que las imágenes tenían por misión un mensaje moral, religioso y docente la gárgola sigue siendo un misterio, pues no se ha encontrado en ella un objetivo educativo.

Para algunos, representan los avatares de la vida, pues su aspecto muchas veces no se corresponde con el de animales conocidos. Para otros se trata de la representación de las almas de aquellos a los que todavía no se les permite entrar en la casa del Señor. Pero la hipótesis más acertada es aquella que nos habla de las gárgolas como guardianes del edificio, signos mágicos que lo alejan de todo mal.

'La Bruixa', gárgola de la catedral de Girona
Las representaciones demoníacas estaban muy presentes en la imaginería medieval. Los artesanos seguían las pautas establecidas y no podían expresar su creatividad pues en realidad eran obreros al servicio de la nobleza y sobre todo de la Iglesia. La única excepción que rompía dicha regla era la realización de las gárgolas. La libertad creativa para con las gárgolas era casi absoluta, y era entonces cuando el escultor dejaba volar su imaginación y fantasía.

Curiosa gárgola de la catedral de Whashington.
Por lo visto, tras restaurar la catedral, se organizó un concurso por
el cual se buscaba una imagen actual para representar el mal.
Esta fue la imagen ganadora.

Fuente:
Ocultismo medieval – Xavier Musquera

23 de diciembre de 2010

Mariana de Austria, una reina desdichada

Dª Mariana de Austria
La muerte de Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, y, muy especialmente tras el fallecimiento del príncipe Baltasar Carlos, planteaba un problema a la corona española que debía resolverse cuanto antes. Teniendo en cuenta la situación del país, la mejor opción era que el rey contrajese un nuevo matrimonio y que la nueva reina le proporcionase el necesario heredero.

Para la elección de la nueva reina se descartó a una princesa francesa porque esta nación emergía de la guerra de los Treinta Años como vencedora, precisamente a costa de España, por lo tanto se apuntó a una princesa de la Casa de Austria como forma de consolidar unos vínculos dinásticos, que si bien hasta entonces no habían sido demasiado buenos para España, ahora se verían reforzados por la derrota de la Casa de Austria, espada de la Contrarreforma.

La elegida fue Doña Mariana de Austria, hija del emperador Fernando III y de María, hermana del propio Felipe IV, que en un principio había estado destinada a casarse con el fallecido príncipe Baltasar Carlos.

Las gestiones matrimoniales corrieron a cargo de Diego de Aragón, embajador de España en Viena, y las capitulaciones se firmaron el 2 de abril de 1647. La boda se celebró en Viena por poderes el 8 de noviembre de 1648. La novia, sobrina del rey de España, tenía tan sólo 12 años de edad.

Felipe IV
En agosto de 1649 llegó la nueva reina a España desembarcando en el puerto valenciano de Denia. Se encontró por primera vez con Felipe IV en Navalcarnero, el 4 de octubre. Sería en esta localidad donde se celebraría la misa de velaciones oficiada por don Baltasar Moscoso, arzobispo de Toledo.

La diferencia de edad entre la reina, apenas salida de la infancia, y el rey, que contaba 44 años, no eran la únicas circunstancias que hacían pensar que quizá el enlace no saliera del todo bien. Felipe IV era un hombre envejecido y azotado por las enfermedades venéreas derivadas de una vida entregada al libertinaje. Sin embargo, aunque no hubiera sido así no podía pasarse por alto la circunstancia de consanguinidad, con la que la Iglesia hizo la vista gorda durante generaciones para no desairar a los Austrias.
Por otro lado, el carácter del católico monarca hacía prever una unión conyugal contaminada por la desdicha. A Felipe IV le agradaba tener una esposa adolescente, pero no por ello dejó de mantener su vida repleta de lances adulterinos.

Pese a su tristeza, la reina cumplió con su deber y el 12 de junio de 1651 dio a luz por primera vez a una niña que fue llamada Margarita María. Esta infanta quedaría inmortalizada por Velázquez en Las Meninas.

Las Meninas (Velázquez)
Tres años después se produjo el segundo embarazo, y el 7 de diciembre de 1655 llegó al mundo otra niña que recibió el nombre de María Concepción Ambrosia y que tan sólo vivió 13 días. La reina no tardó en quedar de nuevo embarazada y, por tercera vez, dio a luz a otra niña que murió a las pocas horas. La desolación más absoluta reinaba en la corte porque era necesario un heredero varón que llegó, por fin, el 28 de noviembre de 1657. Al recién nacido le pusieron el nombre de Felipe Próspero, y desde el primer momento cargaron sus vestidos con reliquias y objetos religiosos que garantizaran su futuro. El 1 de noviembre de 1661 moría el niño antes de cumplir los 4 años. El 21 de diciembre de 1658 llegó un nuevo varón al que se le puso el nombre de Fernando Tomás, pero falleció a los 10 meses. El fantasma de la falta de sucesión masculina volvía a planear sobre el trono español. Finalmente, cinco días después de la muerte de Felipe Próspero, nació un varón al que llamaron Carlos, y esta vez sí sobrevivió y llegó a sentarse en el trono de España como Carlos II.

Carlos II
La vida de Dª Mariana de Austria en la corte española no fue un camino de rosas. A la muerte Felipe IV, quien había sido para ella fuente constante de sinsabores, asumió la regencia hasta la mayoría de edad de su hijo, el príncipe Carlos, teniéndose que enfrentar a muchos problemas.

Sus últimos años tampoco fueron felices. Sufrió por las enfermedades de su hijo, el príncipe Carlos, y su propia salud tampoco era buena. En la fase final de su vida padeció un zaratán o cáncer de pecho, que por pudor había ocultado a sus médicos. A finales de marzo de 1669 acabó revelando a los galenos de la corte aquel tumor que, asentado en el seno izquierdo, tenía ya el tamaño de la cabeza de un recién nacido. En mayo de 1696 fallecía Dª Mariana en las casas de Uceda, en Madrid, entre agudos dolores.


Fuente:
De Isabel a Sofía, medio milenio de reinas de España - César Vidal

Esta entrada forma parte de la iniciativa puesta en marcha por Carolvs, del blog Reinado de Carlos II, en conmemoración del 376º aniversario de Doña Mariana de Austria, reina de España.

22 de diciembre de 2010

Historia de la Navidad

La historia de la Navidad parece tener los primeros antecedentes en los años 320 - 353 ligados a la celebración del nacimiento de Cristo por las comunidades de cristianos. Con anterioridad los romanos también llevaban a cabo sus celebraciones los días del 17 al 23 de Diciembre, en unos días festivos en los que el arte de la cocina tenía un protagonismo importante y el día 25 de diciembre era la fiesta pagana del exaltación del Sol. Aunque se cree que Jesucristo nació más bien hacia la primavera - y unos cinco años antes de lo que fija nuestra era contabilizadora- . Pero los primeros cristianos eligieron la fecha para hacerla coincidir con las fiestas paganas de Sol.

Desde finales del siglo IV, el cristianismo empieza a celebrar la tradición de la Navidad el 25 de Diciembre. El Papa Julio I fijó la fecha del 25 de diciembre, día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno que se celebran en la antigüedad. Debe entenderse que es la conjunción de costumbres y tradiciones heredadas. Las costumbres, mitos y leyendas que se han ido agregando con posterioridad a lo largo de los siglos provienen de muchos países diferentes, hasta llegar a la actual celebración de la Navidad.

En el año 540, un error del monje Dionisio" el Exiguo" en el cálculo de las fechas, propició la fijación de una fecha errónea en el nacimiento de Jesús fijado en la noche del 24 al 25 de diciembre. El error podría estar incluso en el año. Se cree que Jesús nació entre cuatro y seis años antes del inicio de la era cristiana durante el reinado de Herodes.

El tema de la fechas es controvertido. Aunque la iglesia intentó comprobar la época real del nacimiento de Cristo y todo ello fuediscutido en el segundo siglo (con otros temas como la fecha de Pascua, la conmemoración de la muerte y de la resurrección de Cristo), las Escrituras solo señalan que la muerte de Cristo fueen la Pascua Judía.

A esta precisión se suma la complejidad derivada en los computos de los calendarios judíos, griegos, y latino. Hay relatos de algunos cristianos que celebraron originalmente el nacimiento de Cristo en Marzo o Abril.

Pero al final se consensuó en celebrar la concepción de Cristo el 25 de Marzo, la misma que el banquete de la Resurrección, y por tanto la fecha cuando el ángel se le apareció a María. Ahora bien, según los judíos antiguos y los primeros cristianos, la vida comienza en la concepción. Si esto es así y se concibió a Cristo el 25 de Marzo, nueve meses más adelante, nació, es decir, el 25 de Diciembre.


Fuente:
Euroresidentes

21 de diciembre de 2010

El caballo de Calígula


Los romanos nunca fueron especialistas en caballería, ni fue ésta el eje de sus ejércitos, pues Roma confió siempre más en sus famosas legiones que en sus jinetes; Sin embargo, Roma hizo del caballo su animal predilecto, y de las carreras de caballos su deporte favorito.

De todos los caballos de Roma, incluyendo el de Julio César, el más famoso, sin duda, es el del emperador Calígula. Cayo César Augusto Germánico, que estos eran los verdaderos nombres de Calígula, fue el segundo de los llamados "emperadores locos" (los otros fueron Tiberio, Claudio y Nerón) y reinó desde el año 37 al año 41 de nuestra era cristiana.

Se llamaba "Incitatus", es decir, "Impetuoso", y al parecer era de origen hispano, lo cual no sorprende, pues Roma importaba cada año de Hispania alrededor de 10.000 caballos. Calígula, por lo visto, llegó a adorar a la noble bestia hasta el punto de que mandó construir para él una caballeriza de mármol y un pesebre de marfil… y más tarde una casa-palacio con servidores y mobiliario de lujo para que recibiese a las personas que le mandaba como invitados. También llegó a nombrarlo cónsul.

La leyenda asegura que el joven emperador comía y dormía en los establos, junto al caballo, los días de las carreras…, y para que nada ni nadie turbase al equino, ya desde la víspera decretaba el "silencio general" de toda la ciudad bajo pena de muerte a quien no lo respetase.

Se cuenta que en una de aquellas carreras, a pesar de todo, perdió "Incitatus" y que Calígula no pudo contenerse y mandó matar al osado auriga, pero diciéndole al verdugo aquello de "mátalo lentamente para que se sienta morir".


Fuentes:
www.galeon.com
Ya está el listo que todo lo sabe

20 de diciembre de 2010

La virginidad de Luis XIII

En el año 1610 Luis XIII fue proclamado rey de Francia cuando contaba con 10 años de edad. Permaneció soltero cinco años hasta que con 15 años contrajo matrimonio con Ana de Austria, hermana de Felipe IV.

Curiosamente y en contra de todas las costumbres de palacio y de aquella época Luis XIII era virgen.

Se desconoce si fue por esta razón, o por timidez, o por desinterés, por lo que el joven rey no terminaba de hacer uso de sus deberes conyugales. Al poco, Ana de Austria se quejó de este hecho a su hermano Felipe IV, quien transmitió el problema al papa, el cual se lo comunicó a su nuncio en París, que a su vez informó al embajador de Venecia, amigo de Luis XIII.

Cuenta Robert de Montesquieu que entre el nuncio y el embajador idearon un ardid para mostrar al rey en qué consistía exactamente el proceso amatorio. Así fue que condujeron al joven a una sala secreta en la que le esperaba su hermana, la duquesa de Vendôme, y su marido, quienes le hicieron una demostración práctica. Y, constatado por su médico allí presente el efecto físico que el espectáculo tuvo en el rey, se le instó a acudir en ese mismo momento a su lecho, donde Ana de Austria le esperaba convenientemente preparada.

El truco tuvo éxito, lo que es aún más extraño dado que, mientras miraba, al lado del rey se encontraba no sólo su médico, sino también su confesor.


Fuente:
www.erroreshistoricos.com

18 de diciembre de 2010

Historia de la peluquería

En el Imperio que creció a orillas del Nilo, era frecuente hombres con la cabeza totalmente rasurada; no así los sacerdotes y los miembros de las elites gobernantes. Estos se desmarcaban con un símbolo de distinción entre la plebe, esclavos y súbditos con diferentes peinados, colores, pelucas de pelo lacio y cabello natural, así como, valiosos tocados de oro y piedras preciosas. En esta época se comienza a hablar ya de los pigmentos de origen vegetal para el cabello. El descubrimiento de las propiedades colorantes de la hena dio a las féminas la posibilidad de obtener en sus cabellos colores rojizos y caobas.

Gracias al avance en las comunicaciones (marítimas y terrestres del mundo egipcio) y a los constantes conflictos, las costumbres se propagaron más rápido por el Mediterráneo. Así por ejemplo, el mundo griego, impregnado de sabidurías de oriente y occidente, entre lo terrenal y lo divino, creó un culto al cuerpo propagado y alimentado de leyendas e ideales de belleza. Los peinados tenían muchos detalles, de los que tenemos referencia gracias a las esculturas. Estas nos muestran mechones cortos que rodeaban la frente, melenas largas recogidas y a diferencia de los egipcios, mucho movimiento expresado a través de la ondulación del cabello.


Es en la sociedad helena donde aparecen por primera vez las academias de peluquerías regentadas por esclavos que adornaban, engalanaban y embellecían las filosófales cabezas de los griegos (ciudadanos).

Será Roma la heredera directa de los gustos y aficiones griegos. Así, también adoptó el concepto de la belleza física y, por ende, la preocupación por observar la belleza de sus cabellos. Una grata sorpresa para las mujeres romanas sucedió cuando vieron a las cautivas que trajo Julio César de las Galias, que lucían unos hermosos cabellos rubios, a los que quisieron imitar. Es este el origen del gusto por la belleza nórdica, es partir de este momento cuando se realizaron pruebas para aclarar el tono del pelo, predominando el compuesto de sebo de cabra y ceniza de haya, pese a que no resultaba demasiado saludable para el castigado cabello.

Los peinados fueron variando, teniendo en cuenta la larga duración del imperio romano y la influencia que fue recibiendo del contacto con los diferentes pueblos que iban conquistando. Podemos hablar de los más habituales como el cabello rodeando la cabeza, la melena con rulos y el cabello recogido y trenzado.

Tras la caída del Imperio Romano, comienzan dos períodos antagónicos: la Edad Media, una era en la que las libertades limitaban la expresión del ser, y el Renacimiento, donde el hombre encontró un espacio más abierto para pensar y crear. El Cristianismo comienza a imponerse en los diferentes estados, triunfando la austeridad por encima de la coquetería.

Poco avanzó durante la Edad Media, época de cruzadas y oscuridad artística, lo que sería, mas tarde, la poderosa industria de la belleza. Como la actitud era muy recatada, las mujeres se limitaban a usar sus cabellos con una sencilla raya al medio. Usaban trenzas -muchas veces postizas- que rodeaban sus cabezas. No se buscaba demasiado el cambio en el color del pelo porque no era muy bien visto. Además, existía la costumbre de usar túnicas que cubrieran totalmente la cabeza, lo que también impidió un desarrollo considerable de la peluquería en esa época.

En la historia de la peluquería, es en el Renacimiento, cuando las femeninas comienzan a ser el centro de la creatividad de los peluqueros que descubren la posibilidad de realizar peinados mucho más sofisticados, aplicando numerosos accesorios: redecillas, coronas, trenzas postizas, joyas entrelazadas.

Es a principios del XVI cuando se puede hablar de una moda bastante extendida por Europa, y que es impuesta por las venecianas: el gusto por el pelo rojo, se extiende sorprendentemente fuera de Italia. Para conseguir ese tono se realizaban mezclas de sulfuro negro, miel y alumbre. Luego, los cabellos eran expuestos al sol para que actuara la mezcla sobre los mismos.

Siglos más tardes, París es el centro de todos los gustos y estilos de belleza. Las exigencias de los hombres y mujeres franceses son tan grandes con sus peinados, que en esta época, el arte de la peluquería adquiere un gran impulso. Se imponen las famosas pelucas blancas, que iban acompañadas de accesorios complicadísimos que incluían hasta maquetas, difíciles de transportar a la hora de trasladarse de un lugar a otro. Con una mezcla de talco y almidón, estas pelucas se empolvaban para que lucieran lo más blancas posibles, y para enrularlas, los peluqueros enrollaban sus mechas en cilindros que calentaban en hornos de panadería. Así nace la permanente en caliente. Este método no se podía utilizar en el cabello natural, que quedaba oculto bajo esos postizos inseparables

Tras la revolución, se escoge el pelo al natural y la sociedad francesa se declina por la sencillez del corte y la belleza interna.. Pero surge algo que conmocionará, también, a la peluquería y es el agua oxigenada (1867), mucho menos agresiva de lo que se venía usando desde los antiguos griegos. Es en esta época cuando los peluqueros incrementan las visitas a domicilio como forma de trabajo.

Pero sin duda, será en el siglo XX cuando más se innovará en el mundo de la peluquería. Cada década tendrá su estilo.

Fuente: http://www.todosobrebelleza.com

17 de diciembre de 2010

El toro de Falaris, instrumento de tortura mítico


En cuestión de asesinar enemigos, opositores, sospechosos, amantes infieles o todo aquel que creyeran que lo merezca, los antiguos hombres de la Tierra eran más que creativos. Numerosos artificios más o menos elaborados han sido inventados por el hombre desde el principio de los tiempos, como por ejemplo el llamado "Toro de Falaris".

Según la historia, que en este caso se reviste de leyenda también, el invento fue pedido por el rey de Agrakas, Falaris, alrededor del año 540 a.C. Según algunas versiones era uno de los tiranos más terribles y crueles de la Historia, que, por ejemplo, solía comer bebés para satisfacción personal, entre otras muchas injustas crueldades.

Pues bien, el "toro" era una efigie de bronce hueca con una escotilla por donde se metían de una a cuatro o cinco personas, según la capacidad del mismo. Una vez que los condenados estaban dentro, se procedía a encender una hoguera debajo del "toro" para que los infortunados se fueran cocinando dentro. Para darle a la ejecución más color, el "toro" poseía unos tubos para que los gritos de los condenados pudieran ser escuchados como mugidos del animal. Todo un prodigio del arte de matar.

Se cuenta, por cierto, que el "toro" fue pedido por Falaris a un tal Perillos, a quien se lo hizo probar en su propio cuerpo.

"El Toro de Falaris" fue utilizado especialmente por los romanos para ajusticiar enemigos, más que nada a los cristianos, y también por la Inquisición en la Edad Media. Entre los personajes conocidos encontramos, por ejemplo, a San Eustaquio, muerto en el año 118, en la Roma de Adriano, junto con su esposa y sus hijos.

Ahora bien, también puede ser que la historia tal vez mienta con respecto a Falaris. Hay otras versiones que dicen que el hombre habría sido un gobernante prodigioso, filósofo y un gran literato. Sea como sea, este elemento de tortura sí que existió y se utilizó.

15 de diciembre de 2010

Los sirvientes mágicos egipcios

Las figurillas hechas de cera o de barro fueron parte integrante de las prácticas mágicas egipcias. Cuando uno quería destruir a un enemigo, elaboraba una pequeña efigie de esa persona en barro, y trans pronunciar la fórmula apropiada rompía la figura. Pero tales miniaturas no servían únicamente a propósitos malévolos, sino también como auxiliares de los difuntos, imprescindibles para su existencia en la otra vida.

Desde los comienzos del Imperio Antiguo se preveía en la mastaba una cámara especial llamada serdab, que servía de morada a una estatua del difunto a tamaño natural. La finalidad de esta efigie era servir de morada al alma en caso de que fuera destruido el cadáver. Incluso los egipcios menos pudientes eran enterrados muchas veces en compañía de una efigie y ataúd en miniatura. En algún momento a comienzos del Imperio Medio, estas figuras empezaron a asumir otra función, convirtiéndose en sirvientes que cobraban vida por arte de magia y se encargaban de las tareas que el difunto se viese obligado a desempeñar en el otro mundo. Estas figurillas recibieron el nombre de shawabti.

Por ser la agricultura el centro de la vida cotidiana en el antiguo Egipto, sus habitantes también concebían el otro mundo como primariamente dedicado a esta actividad. Creían que los difuntos iban a tener necesidad de sembrar los campos y conservar los canales de riego; por eso las estatuillas que enterraban con los difuntos empezaron a parecerse cada vez menos a las momias y cada vez más a los campesinos auténticos.


Más avanzado el periodo del Imperio Medio se presentan provistas de utensilios agrícolas, por ejemplo una azada en cada mano, que mantienen levantada y con el hierro corto hacia fuera.
Al principio estas figuras sólo llevaban inscrito el nombre del difunto, pero se añadieron enseguida conjuros mágicos, sobre todo para garantizar que cobrasen vida a fin de encargarse de su cometido. En líneas horizontales que circundan el torso de la figura se insertaban textos mediante los que se les ordenaba que trabajasen.

Una vez convertidos en sirvientes estos sustitutos de la momia, pareció conveniente el poseer más de uno. En el periodo del Imperio Nuevo los personajes acaudalados los tuvieron a cientos. El faraón Taharqa tuvo más de un millar de shawabti, y cada uno de estos era una efigie de piedra artísticamente esculpida.

Existieron bastantes diferencias en cuanto a número y material de los shawabti, en función de los recursos del difunto. Los más baratos eran de barro cocido, a veces de sólo cinco centímetros de alto y fabricados en masa partiendo de moldes. En ocasiones la elaboración era tan grosera que las figuras carecen de rasgos faciales y más parecen cigarros puros fosilizados.


Quienes podían gastar un poco más se permitían unos shawabti de barro algo más grandes, de hasta veinticuatro centímetros, con el nombre del difunto pintado en negro. Otro material común era la loza vidriada, también con muchas variaciones en cuanto a calidad y tamaño. Los más baratos eran parecidos a los de barro cocido, en cambio algunos de los más grandes son exquisitas obras de arte, prefiriéndose por lo general el vidriado azul oscuro.


Las figuras más perfeccionadas, desde luego reservadas a la realeza y a las familias nobles de mayor categoría, se esculpían en madera o en piedra caliza o serpentina.
La obra se realizaba por encargo y por lo general aparece provista de una inscripción que indica quién era el artesano.


Fuente:
Los misterios del antiguo Egipto - Bob Brier

14 de diciembre de 2010

La terrible Isabel

Ileisaveta Petrovna ascendió al trono ruso en 1741 y se hizo identificar como la madre misericordiosa del pueblo. Notable por sus excesos y desenfrenada lujuria, se rodeaba de una docena de apuestos amantes a los que exigía completa fidelidad.

Uno de ellos la engañó con otra mujer e Isabel de Rusia decidió darle un castigo ejemplar. Lo obligó a casarse con una enana deforme, y exigió que la pareja pasara la noche de bodas en una habitación hecha de hielo. A la mañana siguiente los encontró en el lecho amoratados por el frío. La zarina ordenó que a su rival le cortaran las orejas y la nariz, luego dispuso que a él lo condujeran a pie a la lejana Siberia, donde pasó el resto de sus días.

Señora de una de las cortes más fastuosas de la historia, Isabel de Rusia contaba con 15.000 trajes de gala, y otros tantos pares de zapatos y medias de seda. Aquejada de demencia, en los últimos meses de su vida se negó a tomar medicamentos y ordenó castigar con azotes a quien se atreviera a pronunciar frente a ella la palabra ‘muerte’. Sin embargo, no logró conjurar su destino y falleció a la edad de 52 años.


Fuente:
Planeta Curioso

13 de diciembre de 2010

Los monasterios de Meteora


A 350 kilómetros de Atenas, en la región de Tesalia, norte de Grecia, hay una serie de construcciones que hacen justicia al adjetivo increíble. Al ver los Monasterios de Meteora por primera vez, el viajero se pregunta sorprendido cómo se las arreglaron sus constructores para levantarlos sobre atalayas de roca de hasta 613 metros de altura hace más de 600 años.

Los primeros eremitas que llegaron a la zona en el siglo XI se asentaron en las cuevas de la zona para estar más cerca de Dios. Según consta en los escritos que se conservan, las formaciones rocosas fueron “enviadas por el cielo a la tierra” para el retiro y la oración de los fieles.

Siglos después, el acoso de turcos y albaneses empujó a los cristianos ortodoxos que allí vivían a buscarse un refugio más inaccesible. A medios del siglo XIV, el monje San Atrasando inició las obras del Gran Meteoro, el primero de los 24 monasterios que formaban esta comunidad religiosa en su época de mayor auge.


La mayoría destruidos durante la Segunda Guerra Mundial, hoy sólo quedan seis monasterios activos, cuatro habitados por hombres y dos por mujeres: el ya mencionado Gran Meteoro, también conocido como Monasterio de la Transfiguración, el Monasterio de San Nicolás, el de San Esteban, el Monasterio de Rousanou, el de Varlaam y el Monasterio de la Santísima Trinidad.

La cercana ciudad de Kalambaka, una de las más antiguas de Tesalia, es la mejor opción para realizar una visita organizada a los templos, previo pago de dos euros por edificio. Afortunadamente, el acceso ya no es tan complicado como hace años, cuando los monjes tenían que subir hasta los claustros en cestas izadas con poleas. Una vez dentro, el visitante encontrará grabados, iconos, tapices y manuscritos de gran valor. Esta riqueza artística e histórica, unida a su singular ubicación, llevaron a la UNESCO a declarar al conjunto monástico Patrimonio de la Humanidad en 1988.


Fuente:
http://kassioblog.blogspot.com

12 de diciembre de 2010

Encuentran un manuscrito inédito atribuido a Leonardo Da Vinci

Un manuscrito que podría tratar sobre el vuelo de los pájaros, y que dormía en una biblioteca de Nantes (Francia) desde hacía más de un siglo, se ha atribuido a Leonardo da Vinci.

Se trata de un manuscrito escrito de derecha a izquierda, en la escritura en espejo propia de Da Vinci, que se encontraba entre 5.000 documentos donados a la ciudad de Nantes en 1872 por el adinerado coleccionista Pierre-Antoine Labouchère, aunque posteriormente fue olvidado entre archivos locales. El experto Carlo Pedreti sostiene que "se trata de notas sobre el aire y el viento, en relación con un estudio sobre el vuelo de los pájaros" y que el genio renacentista las escribió en torno a 1504.

Éste es el segundo objeto inusual descubierto hasta ahora en la colección de Labouchère, después del hallazgo en 2008 de una partitura del compositor Wolfgang Amadeus Mozart nunca antes vista.

Fuente:
http://www.muyinteresante.es/hallan-un-manuscrito-inedito-atribuido-a-da-vinci

11 de diciembre de 2010

Encuentran las piedras sagradas de los incas

Un grupo de arqueólogos británicos consiguió hallar en los Andes peruanos uno de los objetos más sagrados del Imperio Inca, las llamadas 'piedras de los antecesores'.

Se trata de tres piedras de andesita rojo y blanco, roca de origen volcánico, encontradas a una profundidad de 2,5 metros durante las excavaciones en una de las plataformas de piedra en Incapirca Waminan. Las piedras tienen forma de cono y representan a los dioses incas antecesores del Imperio y el Sol. Estos objetos eran claves en los ritos religiosos y se creía que facilitaban el contacto entre las dos partes del mundo, el celestial y el de ultratumba, donde se hallaban los antecesores. El Inca actuaba como intermediario del rito y el pueblo consideraba aquellas piedras como más valiosas que el oro.

El lugar del hallazgo, Incapirca Waminan, es una de las recién exploradas plataformas de piedra que se encuentran en las grandes alturas de los Andes cerca de la cuenca de Ayacucho. Las plataformas fueron construidas para ceremonias religiosas.

Los arqueólogos pudieron identificar los objetos hallados con la ayuda de documentos dejados por los conquistadores de principios del siglo XVI y las decoraciones en un vaso Inca del siglo XVI, que se encuentra en el Museo Británico. En el vaso se representa un rito durante el cual dos figuras arrodilladas rinden honor con las manos levantadas, dirigiéndose a una piedra de antecesores.

Otras menciones de estas piedras sagradas no se conservan y hasta hoy día las piedras de los antecesores se creían perdidas.

El Imperio Inca, formado en Sudamérica, se extendió por la zona occidental del continente entre los siglos XI y XVI.


Fuente:
RT En vivo

10 de diciembre de 2010

Relojes y naufragios

Parece ser que los primeros relojes verdaderamente funcionales fueron creados hacia 1600, aunque los primeros mecanismos datan del siglo precedente.

Una muestra de estos relojes fue hallado en el Swan, un buque de guerra que naufragó cerca de la costas de Escocia en 1653, y pudo recientemente ser estudiado con más detalle gracias a un nuevo sistema de visión por rayos X, la tomodesitometría que permite mostrar vistas internas del mismo objeto a través de una capa metálica.

Al haber permanecido varios siglos en el agua de mar, el exterior está muy corroído, casi no es identificable como tal.

Con la tomodesiometría distinguimos claramente el mecanismo de este reloj, que pese a estar mas de 300 años sumergido en agua salada, las piezas de latón están casi intactas.


Los investigadores hasta pudieron encontrar la firma del relojero que creó este reloj. Podemos leer a Niccholas Higginson de Westminster. Tras la busqueda en los historiales, confirmaron que Higginson era un relojero que ejercía en Londres en el momento en el que Swan había naufragado por una tempestad.


El National Museum of Scotland espera ahora utilizar las mismas técnicas para estudiar otros objetos de naufragios con tanto éxito.

Fuente:
http://flepi.net/technologies/les-premieres-montres/

9 de diciembre de 2010

Druiderías, las escuelas de los celtas

Los niños celtas eran enviados a diferentes lugares para realizar su formación como adultos, claro que por lo general eran otras familias y no druidas quienes los acogían. De todas formas las leyendas nos hablan de un lugar druídico situado cerca del mítico bosque de los Carnutos. Se dice que allí se efectuaban grandes juicios, rituales, celebraciones y que era el lugar de enseñanza druídica por excelencia. En diferentes crónicas se menciona un lugar secreto y sagrado: “Cerca del bosque de los Carnutes, pero invisible a los ojos del profano, tienen un centro de poder donde forman a niños que las familias les entregan desde tiempos inmemoriales”.

Partiendo de la base de que los druidas se encargaban de la educación de los niños en general, no debemos verlos como raptores, pero sí como inductores de una serie de condicionantes en la vida de sus alumnos.

Con la práctica de las adopciones entre clanes vecinos y familias amigas, los niños cambiaban de paraje para recibir distintos puntos de educación. Una parte de la enseñanza la recibían directamente de los conocimientos de la familia adoptiva, y otra provenía del maestro druídico. Si las condiciones eran óptimas se apartaba a un niño del resto para darle una formación especial.

En todas las aldeas celtas hubo niños y estos recibían una educación de carácter general. Ahora bien, en casos muy concretos, cuando emitían destellos de sensibilidad ya fuese adivinatoria o mágica, eran tenidos en cuenta por los druidas quienes posiblemente hablaban con los padres para “velar” por el futuro del niño.

César fue de los primeros en hablarnos de las druiderías y dejó escrito que la vida del aprendiz de druida era sencilla y hablaba de “lugares en los que cantan y recitan textos de alabanza a sus dioses”.

En la escuela druídica, los druidas se esforzaban en que sus alumnos captasen la vibración de los elementos. Se desarrollaba para esto una asignatura que podríamos llamar de la percepción y que consistía en desarrollar al máximo los cinco sentidos habituales más un sexto no tan normal. Para este desarrollo psíquico los alumnos recurrían a diferentes lugares sagrados.


Fuente:
El libro de los celtas – Pedro Palao Pons

7 de diciembre de 2010

Castillo de Pierrefonds


El castillo de Pierrefonds está situado en el pueblo del mismo nombre a 80 kilómetros de París. En 1393, Luis de Orleans, segundo hijo de Carlos V, erigió una mansión fortificada cerca de Compiègne. Pierrefonds estaba destinada a la vigilancia de los intercambios entre Flandes y Borgoña, feudos de los duques de Borgoña, rivales de los Orleans. La ciudadela continuó siendo luego infantado de la familia.


En 1616, Luis XIII libró un asedio que resultó fatal para el castillo: fue conquistado y luego desmantelado. Esta gran ruina cayó en el olvido hasta que la adquirió Napoleón I en 1810.


En el siglo XIX, el creciente interés por las ruinas románticas hizo que Napoleón III quisiera transformar Pierrefonds en residencia ocasional y luego, en museo abierto al público. En 1857, confió su restauración al arquitecto Viollet-le-Duc, quien aplica en esta obra su doctrina arquitectónica sobre la Edad Media, haciendo de Pierrefonds una auténtica creación. Después de su muerte en 1889, su yerno Ouradou prosiguió su obra hasta su fallecimiento en 1884.



Fuente:
www.monuments-nationaux.fr

6 de diciembre de 2010

Recordando los años 80

Hoy que todos tenemos fiesta y muchos seguro que estáis de puente, me tomo la libertad de hablaros de algo que no tiene mucho que ver con la historia, o tal vez sí, ya que se trata de una época pasada aunque reciente.

El caso es que Jordi y yo, además de seguir en este blog como siempre, hemos estado hablando y hemos decidido crear un espacio para hablar exclusivamente sobre la década de los 80.


El nuevo blog se titula Somos Ochenteros y en él hablaremos de cine, música, curiosidades y anécdotas de aquellos años.

Por supuesto, estáis todos invitados, y cualquier comentario o sugerencia serán bienvenidos. Este blog continúa como siempre, dedicado a la historia.

Un saludo y gracias.

5 de diciembre de 2010

Así eran las guerras de los griegos

En la Grecia clásica la guerra tenía dos caras. Los ideales, y algunas de las costumbres, favorecían que se entablaran guerras y combates como si se tratara de un juego ordenado de acuerdo con unas reglas restrictivas. En la práctica, la búsqueda tanto de los beneficios como del honor casi no conocía freno, por lo cual se tendía a emplear todas las armas y recursos disponibles.

Las contiendas solían estar restringidas a los cuatro o cinco meses de la estación veraniega. La mayoría de campañas se desarrollaban entre la cosecha de cereales (en mayo) y la vendimia (en septiembre) o, a lo sumo, la labranza (en noviembre), cuando el abastecimiento podía confiarse al saqueo de cereales y era posible acampar al raso. El verano, asimismo, era la única época de navegación segura. La mayoría de ciudades no contaban con recursos para extender la guerra más allá de este periodo; los pocos estados que sí disponían de los soldados y el dinero necesarios alargaban la temporada hasta donde les era posible.

Los asedios no eran habituales pero tampoco eran algo desconocido. La relativa escasez de asedios se debía más a una falta de medios que a una decisión voluntaria. Cuando se les presentaba la oportunidad, los griegos no solían desaprovecharla y saqueaban la ciudad enemiga.
Los enfrentamientos a campo abierto se desarrollaban, con frecuencia, como si estuvieran regulados, debido a que las guerras solían seguir unos modelos predecibles: un ejército empezaba por devastar una explotación agrícola enemiga, los defensores salían al paso para detenerlo y las dos fuerzas combatían abiertamente en el llano. Los ejércitos podían permanecer acampados uno frente al otro durante unos días, esperando a que se presentara la oportunidad más favorable para atacar o que el enemigo tomara la iniciativa.

La guerra estaba sometida a ciertas restricciones de orden religioso. Un ejército no podía moverse sin antes consultar los oráculos y los augurios. Los malos augurios solían ser considerados razón suficiente para retirarse o permanecer inactivos. Los terremotos, por su parte, eran un presagio de advertencia que detuvo a más de una expedición. Asimismo, los escrúpulos religiosos exigían la observancia de determinados periodos sagrados, durante los cuales era ilícito combatir. Los espartanos, por ejemplo, no participaron en la batalla de Maratón porque no estaban autorizados a comenzar una campaña antes de la luna llena. Ninguna polis estaba autorizada a combatir durante las treguas destinadas a la celebración de los juegos olímpicos o cualesquiera otros juegos panhelénicos.

En cuanto a las restricciones morales, eran escasas pero significativas. Uno de los ideales vigentes indicaba que si se tomaba una ciudad griega, no se podía esclavizar ni masacrar a sus habitantes, y tampoco destruir sus edificios. En campo abierto estaba prohibido mutilar a los enemigos muertos: los vencedores se limitaban a despojar los cuerpos de todas sus posesiones, para luego permitir que los cuerpos desnudos fueran recuperados por sus compañeros, una vez promulgada una tregua. El ejército derrotado, por su parte, estaba obligado a respetar el trópaion de su enemigo (un trofeo realizado al colocar las armas y armaduras capturadas sobre una estructura de madera que señalaba el lugar de la victoria), aun cuando ello significara tolerar la presencia de un monumento conmemorativo de la propia derrota, tal vez a las puertas de la propia ciudad.

Invariablemente, a una declaración de guerra le sucedía el envío de tropas para que arrasaran y saquearan el territorio enemigo. Las guerras podían seguir su curso sin necesidad de combates a campo abierto o de asedios, pero nunca sin el intento de llevar la destrucción a las tierras hostiles. La esencia de la guerra griega consistía en imponer un castigo o cobrarse una venganza mediante la devastación agrícola.

El verbo “asolar” significaba hollar los cultivos, talar los árboles, quemar las cosechas, destrozar la maquinaria agrícola y arrasar las granjas. Otro componente esencial del saqueo era lo que los griegos denominaban ágein kaí phérein, que equivalía a arramblar con todos los animales, esclavos y bienes muebles del enemigo. El daño inflingido dependía del plan del invasor, de sus recursos y sus intenciones. Pero en general, los saqueadores encontraban pocos bienes que arrasar puesto que el campo solía ser evacuado antes de su llegada. La población buscaba refugio en las ciudades, y se llevaban consigo incluso el maderamen de sus propias casas.


Fuente:
La Grecia clásica: 500-323 a.C. - Robin Osborne

4 de diciembre de 2010

Historia del turrón

El turrón es un producto elaborado a base de almendras y azúcares cuyo origen se remonta a siglos y siglos atrás. Se presume que ya en la época griega se preparaba una pasta compuesta por frutos secos (almendra principalmente) y mieles, la cual servía a los deportistas griegos como producto energético para participar en las Olimpiadas.

Existen diferentes versiones acerca del origen del turrón. Unas fuentes afirman que el turrón surgió tras un concurso propuesto por los árabes en el que se trataba de buscar un alimento nutritivo que se conservara en buenas condiciones durante una larga estancia y que fuera transportado fácilmente por sus ejércitos sin peligro de intoxicación. Otras fuentes, no obstante, afirman que el turrón surgió gracias a la elaboración por parte de un artesano de Barcelona, apellidado Turró, el cual realizó un alimento con materias primas abundantes de la región que sería un recurso indispensable en épocas de escasez y hambrunas. Los defensores de esta versión derivan en que el nombre de turrón nace del apellido de dicho artesano. Ésta versión, a pesar de su aparente sencillez, es la menos respaldada.

En Jijona, existe una leyenda que nos narra, a modo de cuento, cómo se originó el turrón:

Por aquellos tiempos, el Rey contrajo matrimonio con una princesa escandinava, por lo cual ésta tuvo que venir a estas tierras dejando atrás su frío país de origen. La princesa se sintió muy triste al no poder disfrutar de los bellos paisajes de su país llenos de nieves perpétuas. El rey, desesperado por ver a la nueva reina decaída, para evitar su tristeza, tuvo la idea de plantar por todos sus territorios, alrededor del castillo, miles de almendros. De este modo, cuando los almendros florecieron, sembraron el paisaje de tonalidades blancas, de tal modo que todo parecía nevado, y la princesa volvió a recuperar su felicidad. Los habitantes de Jijona, a partir de ese momento, aprendieron a recoger los frutos de los almendros y a tratarlos, elaborando así las primeras muestras de turrón y derivados.

Fuente:
http://kassioblog.blogspot.com

3 de diciembre de 2010

Inventos Victorianos que ayudaron a la medicina

En 1842, Edwin Chadwick, reformista social inglés conocido por su trabajo para reformar y mejorar las condiciones sanitarias y la salud pública, un informe que mostraba que al menos el 50% de las ciudades británicas tenían suministros de agua insalubres. Las epidemias de cólera eran devastadoras. Poco a poco la sociedad victoriana se fue haciendo más consciente de la necesidad de mejorar las condiciones de vida higiénicas y se fueron introduciendo mejoras médicas y de salubridad.

EL SPRAY ANTISÉPTICO

Louis Pasteur demostró que las bacterias y gérmenes eran los causantes de enfermedades y buscaba una solución para evitar infecciones masivas. Pero fue el cirujano inglés Joseph Lister, en 1869, el que descubrió un spray carbólico cuyo uso contribuyó a reducir en gran medida el número de muertes por infecciones contraídas en el quirófano. Fue también Lister quien utilizó el catgut como hilo de sutura; este hilo era en realidad una serie de filamentos realizados con láminas de membranas de serosa intestinal de gato.

Lister defendió el uso del fenol como antiséptico para lavar el instrumental utilizado por los cirujanos, las manos de los propios cirujanos y las heridas abiertas de los pacientes. El uso generalizado de los antisépticos contribuyó en gran medida a la reducción de muertes por infección de las heridas o por el paso de un paciente por el quirófano.

EL INHALADOR DE ÉTER

Fue el primer anestésico, ya que hasta 1846, fecha en la que el dentista americano Horalce Wells la utilizó por primera vez para dejar inconsciente a un paciente, las intervenciones quirúrgicas se realizaban sin anestesia. Posteriormente en 1850 se extendió por todo el mundo mediante un inhalador de éter llamado Morton (ver foto).

LA JERINGUILLA HIPODÉRMICA

En 1844 el físico irlandés Francis Rynd inventó una aguja hueca (hollow needle) para poder inyectar fluidos al cuerpo. A partir de esta aguja Alexander Wood, médico escocés, inventó la aguja hipodérmica en 1853.

Fuente: http://lacasavictoriana.wordpress.com

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