28 de febrero de 2010
Hallan cabeza gigante del faraón Amenhotep III
La teoría de los humores
27 de febrero de 2010
Afán de gloria (Luis del Val)
Recuperan una carta robada de Descartes
26 de febrero de 2010
La religión azteca y sus dioses
25 de febrero de 2010
¿Por qué los piratas llevaban parche?
24 de febrero de 2010
Sefarad (II): La vida en la aljama
23 de febrero de 2010
Castillo de Trujillo
22 de febrero de 2010
Sefarad (I): Los judíos en la España medieval
La fase de esplendor en la historia de los judíos hispanos no estuvo exenta de tensiones y traumas. Pese a la unidad que les confería la fe religiosa, en el seno de las comunidades hebreas surgió una progresiva diferenciación entre un sector aristocrático, formado por los grandes comerciantes y financieros al servicio de la monarquía, y un sector popular compuesto por agricultores, artesanos y pequeños mercaderes, más apegado a las tradiciones culturales y religiosas. El enfrentamiento interno por el control de las aljamas se generalizó desde finales del siglo XII. Las familias judías ricas se parecían en su forma de vida a la nobleza cristiana. Además obtuvieron de los reyes privilegios especiales, como no pagar impuestos. En cualquier caso, a lo largo del siglo XIII, el número de funcionarios y cortesanos judíos creció de forma considerable en los reinos de Castilla y Aragón. Pese a que estos judíos cortesanos podían acumular grandes riquezas, estaban expuestos al cambio de humor de los soberanos y de la aristocracia cristiana. Desde mediados del siglo XIII, el antijudaísmo avanzó en los reinos hispanos no sólo en el terreno doctrinal, sino también en el legislativo. En 1312, un concilio eclesiástico reunido en Zamora instaba a los regentes de Alfonso XI a poner en práctica las disposiciones relativas a los judíos adoptadas en el IV concilio de Letrán (1215), en las que se establecía que los judíos fueran recluidos en barrios aislados y llevaran sobre sus vestimentas ciertas señales identificativas. Este clima antijudío estalló de forma violenta en varias ocasiones a lo largo del siglo XIV, lo que tuvo su expresión más evidente en el asalto a las juderías. En definitiva, en la segunda mitad del siglo XIV el antijudaísmo era ya un fenómeno irreversible en los reinos hispánicos. Alcanzó sus más altas cotas en 1391, con las persecuciones que, iniciadas en el valle del Guadalquivir, se extendieron rápidamente por numerosas comarcas hispanas, provocando la ruina de alguna de las aljamas más importantes. Pese a los esfuerzos posteriores para restaurar las juderías, la comunidad judía nunca se recuperó. Además, el terror producido por los asaltos a las juderías hizo que muchos se convirtieran al cristianismo. Precisamente, los recelos de la mayoría cristiana respecto a estos "conversos" dieron lugar a un problema que perduró incluso más allá de la expulsión de los judíos en 1492. Continuará... Fuente consultada: Historia National Geographic - Enrique Cantera
Tarragona recuperará la arena de los gladiadores
21 de febrero de 2010
La unificación de Alemania
20 de febrero de 2010
El oro del cielo (José Miguel Carrillo de Albornoz)
19 de febrero de 2010
El ojo de Nefertiti
Hallan nuevas estatuas romanas en Torreparedones
18 de febrero de 2010
Herón de Alejandría
17 de febrero de 2010
El "padre volador"
“He inventado una máquina por medio de la cual se puede caminar por el aire con mucha más rapidez que por tierra o por mar, pudiendo recorrer hasta doscientas leguas al día, y enviar despachos a los ejércitos y a los países lejanos. Con ella se podrán sacar de las plazas sitiadas a cuantas personas se juzgue conveniente sin que pueda estorbarlo el enemigo, y por medio de ella se podrán explorar también las regiones próximas a los polos”
De todos es sabido que los hermanos Montgolfier fueron los inventores del aerostato y que ellos mismos fueron los primeros en ascender a los cielos de un modo más o menos estable. En el año 1783, los célebres hermanos, hijos de un fabricante de papel demostraron su tecnología ante el público. Toda Europa aplaudió su genialidad, había nacido la aerostación y los Montgolfier se tornaron en héroes mundiales. Pero casi ocho décadas antes existió un personaje que ya había realizado la misma proeza, aunque por las causas y los azares de la vida, dicho personaje ha sido prácticamente borrado de la memoria histórica relegándolo a ocupar tan sólo un papel principal en algunas novelas de autores que todavía hoy en día, reivindican a Bartolomeu Lourenço de Gusmâo como el verdadero pionero de la aerostación. Bartolomeu nació en 1685 en Sâo Paulo, formando Brasil en aquella época parte del imperio Portugués. Ya desde muy pequeño destacó en sus estudios, sobre todo en el área de Ciencias y Matemáticas. Siendo todavía un adolescente fue enviado a Portugal a continuar sus estudios en la universidad de Coimbra, donde no tardaría en conseguir diversos cargos y donde se convirtió en sacerdote Jesuita. Concluidos sus estudios, viajó por todo el continente empapándose de todo el conocimiento que pudo alcanzar y mejorando técnicas e inventos allá por donde pasaba.
Al padre Bartolomeu Lourenço se le atribuyen entre otros, un sistema para cocinar gracias a la radiación solar y un juego de lentes, pero sin duda, su obsesión más grande fue la de poder surcar los cielos y ésta pasión fue también la que causa de su desgracia. El padre Lourenço, gran conocedor de las leyes físicas, observó como una pompa de jabón ascendía rápidamente al situarse sobre el aire calentado por una vela, y de este pequeño destello surgió en su mente su máquina voladora, o instrumento para andar por el aire, como él la bautizó. En 1709 logró un privilegio de invención del rey de Portugal, Juan V, y comenzó a experimentar con pequeños globos de papel que en breve fueron aumentando su tamaño y perfección, cambiando el papel por tela muy fina. Finalmente, el 8 de agosto del mismo año, Bartolomeu Lourenço de Gusmâo realizó una gran demostración pública de su invento ante el monarca, diplomáticos, religiosos y grandes dignatarios portugueses. Su enorme globo de aire caliente ascendió varios metros por encima del suelo del recinto de la Casa de las Indias de Lisboa. Desde aquel día fue conocido como el “padre volador”, mas su nave, bautizada como Passarola, no volvió a ser vista en público. La gran desgracia del padre Lourenço quizás fue el estar demasiado adelantado a su época y paradójicamente, la Iglesia, a la que el pertenecía como Jesuita, fue la que hundió y enterró sus esperanzas de seguir adelante con su gran sueño. Primero el papa Inocencio XIII, que no tenía en muy buena estima a los Jesuitas, y más tarde incluso la Santa Inquisición, reprendieron al padre Lourenço por el manejo de sus globos, pues en sus enigmáticas ascensiones estos veían la mano oscura del diablo. Bartolomeu Lourenço de Gusmâo incluso se vio obligado a salir de Portugal y falleció en España, en el año 1724, enfermo y abatido y sin llegar a cumplir el gran sueño de su vida, surcar los cielos con su máquina voladora, su Passarola. Poco se conoce sobre el trabajo del Padre Lourenço, más allá de que para calentar el aire de sus globos usaba un sistema muy similar al de los quemadores que se usan hoy en día y de que disponía de diversos modelos perfeccionados y para diferentes usos, desde el militar hasta el transporte de pasajeros. La mítica ascensión de la Casa de las Indias fue muy sonada y quedó inscrita en diferentes libros y revistas de la época, es muy posible que incluso los mismos hermanos Montgolfier tuvieran conocimiento de la Passarola del Padre Lourenço y ella fuera su fuente de inspiración. Sea como sea, y como ocurre en la atribución de muchos inventos, la gloria siempre será para los Montgolfier aunque sin lugar a dudas, el pionero de la aerostación mundial fue el malogrado Padre Bartolomeu Lourenço de Gusmâo, el padre volador. Fuente consultada: Investigaciones Terroríficamente Macabras
Experimento bloguero
La muerte de Tutankamón fue debida a una enfermedad ósea y a la malaria
16 de febrero de 2010
La religiosidad maya
15 de febrero de 2010
Las Navas de Tolosa
De todos los reinos cristianos el más amenazado fue Castilla, pues estaba sumida en luchas fratricidas con el reino de León. Para frenar a los musulmanes, Castilla alentó las acciones militares de las órdenes de Calatrava, Santiago y Alcántara, pero fue en vano. La retirada cristiana alcanzó su apogeo en 1195 con la derrota de Alarcos, donde el rey castellano Alfonso VIII vio a su ejército casi aniquilado. El vencedor, el califa Yusuf II, adoptó el nombre de Al-Mansur, el Victorioso, y para conmemorar su triunfo mandó levantar la Giralda de Sevilla. En 1197 se pactó una tregua de diez años que alivió la situación de Castilla. Al finalizar la tregua volvieron las escaramuzas y se preveía una batalla de gran magnitud. Alfonso VIII estableció pactos con el resto de reinos cristianos pero eso no era garantía suficiente de no ser atacado. La solución llegó a través de la Iglesia: si el papa Inocencio III proclamaba una cruzada ningún reino cristiano le atacaría (eso habría significado la excomunión), y además estimularía a cristianos de toda Europa a sumarse a la campaña. El arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, fue el encargado de las gestiones con Roma que se culminaron a principios de 1212. Se proclamaron con rapidez las indulgencias plenarias por toda Europa, causando especial efecto en Francia. Se agregaron a la empresa los obispos de Narbona, Burdeos y Nantes, así como numerosos caballeros francos. Por otro lado, árabes, turcos, senegaleses y bereberes, movidos por el principio de la guerra santa, cruzaron el estrecho en enero sumándose a las tropas de Al-Ándalus, dirigidas por Al-Nasir, hijo del vencedor de Alarcos. El 20 de junio de 1212 la expedición cristiana se ponía en marcha. Entre los cristianos pronto surgieron desavenencias. Los cruzados franceses querían botín y no estaban interesados en aplicar medidas que facilitasen la posterior ocupación, que era lo que pretendía el rey castellano. El 24 de junio los franceses asaltaron el castillo de Malagón, la primera fortaleza almohade que encontraron en su camino, pasando a cuchillo a todos sus moradores. Se produjo la ruptura y los cruzados franceses abandonaron el ejército en dirección a Francia sin dejar de asaltar todas las juderías que encontraron por el camino. Sólo unos pocos cientos de caballeros franceses permanecieron en la expedición. El tamaño del ejército musulmán fue enormemente exagerado por las crónicas cristianas, llegando a hablarse hasta de 400.000 hombres, si bien hoy en día se tiende a cifrar su número en algo más de 120.000. Ante la posición estratégica de los Almohades en Despeñaperros, el avance del ejército cristiano era una maniobra suicida. Entre las deliberaciones cristianas, el rey aragonés Pedro II 'El Católico' y el rey navarro Sancho VII 'El Fuerte' se inclinaban por hacer retroceder al ejército para buscar un paso más seguro. De otra parte, el rey castellano Alfonso VIII se negaba convencido de que una retirada causaría una deserción masiva en el ejército cristiano. Finalmente, se decidió avanzar a la desesperada hacia Despeñaperros. Las crónicas narran un suceso providencial, un pastor de la comarca se ofreció a guiar al ejército cristiano por un paso que los Almohades no podían atacar. El paso actualmente recibe el nombre de 'Paso del Rey', que desemboca en una gran explanada, entre las poblaciones de Miranda del Rey y Santa Elena. El ejército cristiano lo atravesó sin dificultad y acampó en la citada explanada. Se acordó que las tropas castellanas ocupasen la primera línea de avance, mientras que Sancho VII se encargaría del segundo cuerpo de ataque y el rey aragonés Pedro II se quedaría en la retaguardia al frente de la caballería catalano-aragonesa.
La batalla Los ejércitos cristianos llegan el viernes 13 de julio de 1212 a Navas de Tolosa, o llanos de La Losa, cercanas a la localidad de Santa Elena al noroeste de la provincia de Jaén, y se producen pequeñas escaramuzas durante el sábado y domingo siguientes. El lunes 16 de julio a primeras horas del día se inicia el combate. Tras una carga de la primera línea de las tropas cristianas, capitaneadas por el vizcaíno Diego López II de Haro, los Almohades, que doblaban ampliamente en número a los cristianos, realizan la misma táctica que años antes les había dado tanta gloria. Los voluntarios y arqueros de la vanguardia, mal equipados pero ligeros, simulan una retirada inicial frente a la carga para contraatacar luego con el grueso de sus fuerzas de élite en el centro. A su vez, los flancos de caballería ligera almohade, equipada con arco, tratan de envolver a los atacantes igual que en la batalla de Alarcos. Al verse rodeados por las fuerzas Almohades, acude la segunda línea de combate cristiana, pero es insuficiente, la batalla parece perdida. La desbandada cristiana comienza con las tropas de López de Haro que habían sufrido terribles bajas, sólo el capitán y su hijo, junto a Núñez de Lara y las Órdenes Militares resisten como pueden pero les queda poco tiempo. El miedo se apodera del ejército cristiano. Viendo lo que sucedía, los reyes cristianos al frente de sus caballeros e infantes inician una última carga con el resto de fuerzas cristianas. Este acto de los reyes y caballeros cristianos infunde ánimos que hacen renovar el brío contra los musulmanes. Los flancos de la milicia cargan contra los flancos del ejército almohade y los reyes marchan en una carga imparable. Según fuentes, el propio rey Sancho VII de Navarra aprovechó la ocasión y se dirigió directamente a la tienda de Al-Nasir. Los caballeros navarros, junto con parte de su flanco, atravesaron su última defensa: los im-esebelen, que sucumbió no sin antes provocar una gran matanza entre los cristianos. Al-Nasir se mantenía en el combate dentro del campamento. Después vino el desastre, el ejército almohade se hundió, e inició una retirada a la desesperada con Al-Nasir a la cabeza. La victoria estaba del lado del bando Cristiano.
En el momento que los arqueros musulmanes no pudieron maniobrar ante las líneas tan juntas, su táctica se vino abajo pues la carga de la caballería pesada cristiana era imparable. Por eso, la última carga definitiva de los reyes cristianos con tropas de élite, caballeros, fue tan determinante justo en el momento en que los batallones cristianos iniciaban la retirada. Como consecuencia de esta batalla, el poder musulmán en la Península Ibérica comenzó su declive definitivo y la Reconquista tomó un nuevo impulso que produjo en los siguientes cuarenta años un avance significativo de los llamados reinos cristianos, que conquistaron casi todos los territorios del sur bajo poder musulmán. Consecuencia inmediata fue la toma de Baeza, que posteriormente retornó a manos almohades. La victoria habría sido mucho más efectiva y definitiva si no se hubiera desencadenado en aquellos mismos años una hambruna que hizo que se demorara el proceso de reconquista. La hambruna duró hasta el año 1225. Al-Nasir nunca se repuso del desastre de las Navas. Abdicó en su hijo, se encerró en su palacio de Marrakech y se entregó a los placeres y al vino. Murió, quizá envenenado a los dos años escasos de su derrota. Fuentes consultadas:
- Una batalla decisiva - Artículo de Juan Carlos Losada publicado en el número 503 de Historia y Vida.
14 de febrero de 2010
Martín Lutero
"Que se me convenza mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón —porque no le creo ni al Papa ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a sí mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable". De acuerdo a la tradición, Lutero entonces dijo estas palabras: "¡No puedo hacer otra cosa; esta es mi postura! ¡Que Dios me ayude!"
13 de febrero de 2010
Origen del carnaval
12 de febrero de 2010
La estatua parlante de Roma
Alejandro vende las llaves, los altares. Cristo: con buen derecho puede vender lo que había comprado antes. De vicio en vicio, de la llama al incendio, Roma perece bajo el dominio español. Sexto Tarquinio, Sexto Nerón, Sexto también éste: siempre bajo los Sextos Roma fue arruinada.
¡Roma, adiós! Te he visto y me basta. Cuando sea rufián, meretriz, bufón y mentiroso, volveré.
Pero no se decide a abandonar la ciudad y todavía hoy se siguen colocando pasquines en la estatua. Hubo épocas en que hacerlo era bastante más problemático, por ejemplo un audaz se arriesgó mucho al colocar un pasquín que criticaba la Roma enmascarada de cartón-piedra que recibía a Hitler:
Roma de travertino vestida de cartón, saluda a su encalador, su próximo patrón.
En sus denuncias Pasquín no estuvo solo. Aunque ninguno alcanzó su fama, había otras estatuas parlantes en la ciudad, como Madama Lucrecia, Marforio, Abad Luigi, Il Facchino o Babuino. Fuente consultada: Expamicron
11 de febrero de 2010
Kizhi