



“Que mi piel se seque, mis manos se entumezcan y mis huesos se descompongan. Hasta que no haya logrado la comprensión no me levantaré de aquí”Era su 35 cumpleaños y durante siete semanas se sentó a meditar hasta que por fin su plegaria fue escuchada. Esta es la historia que se cuenta de los comienzos del viaje espiritual de una persona. Un viaje que dio origen a la religión del 'budismo'. Un sendero que rechaza por una parte la abnegación, y por otra la autoindulgencia. Mientras se hallaba meditando, Siddharta tuvo una visión: vio seres desfilando y reencarnándose. Algunos en circunstancias felices y otros en circunstancias miserables de acuerdo con la ley universal del karma, según la cual cada acto bueno o malo será recompensado o castigado en esta vida o en alguna otra reencarnación. Al crecer como hindú, Siddharta aceptó la doctrina de la reencarnación. Vio este ciclo de renacimiento como una fuente de sufrimiento humano: el nacimiento es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, la vida misma es sufrimiento. El final de este sufrimiento, pues, era el nirvana, es decir, escapar del renacimiento. El nirvana no se podía alcanzar en este mundo, pero logrando un estado de bienaventuranza, el gozo de no preocuparse más por el propio 'yo', una persona podía escapar al dolor de la vida. Como Buda, “el iluminado”, Siddharta Gautama comenzó su enseñanza. En su primer sermón, cerca de Benarés en la India, enseñó lo que él había descubierto que era la noble verdad del camino que conduce al cese del dolor, el “noble camino óctuple”:
“Con esto juro solemnemente proteger, bajo no menos pena de que me corten el cuello, me arranquen la lengua desde la raíz, o me entierren cerca del nivel del agua, donde la marea sube y baja”Todos los que se unían a la hermandad de los masones hacían este juramento. Catorce presidentes de los Estados Unidos lo hicieron, entre ellos Gerald Ford, Harry Truman, Franklin Roosevelt, Andrew Jackson y George Washington. A lo largo de la historia americana hombres poderosos y de gran influencia han pertenecido a la hermandad de los masones. La fraternidad jugó un papel muy importante pero muy poco conocido en la mismísima revolución americana. Los símbolos de los francmasones están por todas partes; el monumento a Washington está repleto de piedras que contienen inscripciones masónicas, y el Capitolio de los EE.UU tuvo una inauguración masónica. Vemos símbolos masónicos en los billetes de dólar actuales.
“Creemos que estas verdades son evidentes por sí solas. Que todos los hombres son iguales y que todos están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la lucha por la felicidad”Estos ideales son básicos en la forma de entender el mundo de los masones. La francmasonería fue practicada en las colonias americanas por oficiales de alto rango del ejército británico y otros nobles desde el año 1700. En los años anteriores a la revolución se creó una fraternidad menos exclusiva, aunque igualmente muy respetable en la que se aceptaban hombres con menos educación, sin riquezas y sin influencias. ¿Qué se escondía tras las creencias y los rituales masónicos? Aunque los masones solían aparecer cada vez con más frecuencia en la vida pública, sus rituales se seguían celebrando a puerta cerrada manteniéndose en secreto para todos menos para los iniciados. En el año 1880 un joven escéptico de un pequeño pueblo en Nueva York, describió cómo él también fue arrastrado hacia la fraternidad: “He oído breves comentarios de su maravillosa naturaleza. Sin embargo mi madre cree que se trata de magia negra y me aconseja que me aleje de esa malvada sociedad. Algo parecido a un deseo oculto surgió en mi mente y me empujaba a mirar dentro de la logia. Estoy decidido. Arriesgaré mi vida y solicitaré la admisión”. El joven quedó profundamente impresionado por lo que vio. Algunas características de los ritos masónicos tienen casi 700 años de antigüedad. Las señales y las contraseñas tienen sus orígenes en las prácticas de los masones constructores medievales, que construyeron los grandes castillos y catedrales de Europa. Como los grandes artesanos, pertenecían a un gremio donde los secretos del oficio se guardaban con mucho recelo. Pero a finales del siglo XVII este gremio medieval sufrió una profunda y misteriosa transformación. Las logias empezaron a admitir miembros que no ejercían el oficio de la construcción. La sociedad empezó a centrarse en ideales espirituales y éticos, y las herramientas de los masones se convirtieron en símbolos de un estilo de vida iluminado.
“Las escrituras sagradas rigen nuestra fe. La escuadra rige nuestras acciones, y el compás nos mantiene dentro de nuestra debida relación con la humanidad. Las luces menores son el Sol, que gobierna el día, y la Luna, que gobierna la noche”Convertirse en un masón se entendía ahora como el viaje metafórico de la oscuridad a la luz. Los rituales se celebraron por primera vez durante la ‘era de la iluminación’, época en la que el rígido, jerárquico y religioso modo de entender el mundo empezaba a desmoronarse. La masonería no se decantaba por ningún credo religioso específico, pero sí ponía especial énfasis en la fraternidad, el honor y el amor por el prójimo. Aunque parezca extraño esta sociedad ultrarracionalista empezó a inventar un pasado quimérico y místico. Los símbolos son las herramientas de los masones. Cada símbolo indica un camino hacia la iluminación, una de las formas de completar el templo de nuestra propia alma.