Ofrenda común en los sacrificios, servía también en diferentes momentos y ocasiones como símbolo de elevada posición social o como señal de una ciudadanía forzosa; se lo empleaba además como equipo funerario, como ajuar de la novia o para sellar un armisticio. Ningún acontecimiento político, militar, social ni religioso estaba completo sin el ofrecimiento o la cesión de tejidos, quemados, sacrificados o intercambiados.
Llama |
La arqueología no nos dice mucho acerca del altiplano, dado que los textiles no se conservan en las condiciones serranas. No se sabe muy bien cuándo se comenzó a domesticar la llama, pero se han encontrado enterramientos de camélidos sacrificados que datan del primer milenio antes de nuestra era.
Cabuya |
La principal proveedora de lana era la alpaca, cuyo vellón es largo y rico. Ocasionalmente se esquilaba a los otros camélidos, pero su lana no tenía importancia en la producción total. La de las llamas era áspera y rala, y se empleaba sobre todo para hacer cuerdas. Su contraparte salvaje, el guanaco, tiene una lana ordinaria y, como todos los productos silvestres, se la consideraba propiedad del culto. La lana más fina provenía de la vicuña, pero esta especie ha sido siempre escasa, de manera que se supone que sólo se utilizaba su lana para las vestiduras de los reyes y de aquellos a quienes se les concedía como muestra de favor real.
Existían dos tipos de tejidos y dos clases de telares. El primer tipo de telar, presente en todos los hogares, se usaba para telas domésticas que se conocían como ahuasca. Eran telas bastante toscas, de cualquier color y gruesas.
La segunda variedad, el cumbi, era una tela más fina confeccionada por profesionales en un telar más grande.
Se confeccionaba una tela especial, posiblemente una variedad de cumbi, para los sacrificios en festividades, aunque todo tipo de tejido podía servir como ofrenda en diversos momentos.
Alpaca |
El hilo se teñía antes de tejerlo. La mayoría de los tintes eran de origen vegetal; se los extraía de flores y hierbas recogidas por doncellas. El tinte negro para el algodón se sacaba de la savia de un árbol. Algunos de los rojos eran también de origen vegetal, mientras que otros eran subproductos del beneficio del azogue. Conocían y usaban la cochinilla, con ella teñían mantas. Gustaban de colores vivos, sobre todo en la costa, y son muchos los cronistas que mencionan el buen gusto para las combinaciones y los contrastes. Entre los artesanos se enumera a los maestros tintoreros.
Fuente:
La organización económica del estado inca – John V. Murra
Vaya, qué interesante. Se ve que el arte de hilar es innato en cada una de las diferentes culturas que pueblan el planeta. Siempre me ha parecido curioso que aunque no haya conexión entre las diferentes culturas siempre se terminan inventando las mismas cosas por cualquier otro camino, por ejemplo la domesticación, la alfarería, el trabajo con fibras animales o vegetales. Probablemente las culturas precolombinas usaban ya de estas técnicas y materiales similares a sus contemporáneos en Europa y sin conocerse.
ResponderEliminarUn saludo y gracias Kassiopea.
Una de las labores que se asocian a manos femeninas. Me gusta que empleasen colores vivos, con lo que a mí me gusta vestir de rojo :)
ResponderEliminarFeliz tarde, madame
Bisous
La lana podía mantenerse bien como materia prima en estas culturas preinduntriales. Lo malo de la mecanización era que el hilo se rompía con facilidad en las máquinas por lo que se sustituyó por el algodón.
ResponderEliminarDe los incas no me sorprende nada. Ya se sabe que eran un pueblo "inca"-nsable, aunque pecaban de "inca"-utos.
Un saludo.
Gracias
ResponderEliminar