28 de febrero de 2009

La Rumanía de Ceaucescu

Todos recordamos (excepto los que sean muy jóvenes), los sucesos ocurridos en Rumanía en diciembre de 1989, cuando asistimos en directo por televisión a la caída de un dictador. Pero ¿quién era este hombre y cómo se vivía bajo su yugo? Nicolae Ceaucescu nació en Scornicesti, Rumanía, el 26 de enero de 1918 en el seno de una familia campesina. Fue miembro del ilegal Partido Comunista Rumano antes de la II Guerra Mundial. Perteneció a la Unión de Juventudes Comunistas cuando Rumanía estuvo bajo la influencia soviética. Su política desafiaba la supremacía de la Unión Soviética en el país, lo que le convirtió en una figura popular. En 1974 se convirtió en presidente de Rumanía. El régimen de Ceaucescu gozó durante algún tiempo de buena imagen en occidente, debido a su política independiente respecto a la URSS, aunque en realidad fue uno de los sistemas más corruptos y despiadados de Europa. La Securitate (policía secreta rumana), ejercía un férreo control sobre la libertad de expresión, y no se toleraba ningún tipo de oposición al régimen. Para pagar la deuda externa, Ceaucescu ordenó la exportación de casi toda la producción del país, lo que supuso la escasez de comida y medicamentos. Instituyó el culto a su persona, e incluso usaba un cetro de presidente. Se otorgó a sí mismo el título de Conducator. Las reformas urbanísticas

El dictador ordenó la demolición de buena parte de la capital, Bucarest, incluídos edificios históricos, para construír grandes avenidas y un gran palacio; el llamado Palacio del Pueblo, al que el pueblo obviamente tenía vetada la entrada. Este palacio es el segundo edificio más grande del mundo después del Pentágono; cuenta con 325.000 metros cuadrados y su interior fue decorado con los mejores mármoles, alfombras y maderas. En estas cosas gastaba el dinero público mientras el pueblo pasaba penurias. Fuera de la capital, planificó la demolición de pueblos enteros para trasladar a los habitantes a las ciudades, siguiendo un plan de industrialización. La planificación familiar En la Rumanía de Ceaucescu, las familias estaban obligadas a tener un mínimo de cuatro hijos. Se creó la Ley de Continuidad Nacional, y se debían parir el mayor número de hijos por deber patriótico. Estaban completamente prohibidos los anticonceptivos y el aborto, y los embriones humanos fueron declarados propiedad estatal. A consecuencia de esto, miles y miles de niños fueron abandonados y se calcula que más de 10.000 mujeres perdieron la vida en abortos clandestinos. El lado femenino del régimen Dicen que fue Elena Ceaucescu, la esposa del dictador, la que debido a su fuerte carácter llevaba realmente las riendas del régimen. Era una mujer ignorante y sin cultura que apenas llegó a terminar los primeros cursos de la educación básica, pero se hacía presentar como una científica de talla mundial. A Elena se le atribuye la inoculación del virus del SIDA a niños huérfanos para probar en ellos remedios contra la enfermedad. También salió de su boca la orden de disparar contra los disidentes que se manifestaban en Bucarest durante la revuelta que derribó el régimen: "Los matáis y los echáis en fosas comunes. Que no quede vivo ni uno, ¡ni siquiera uno! "

La caída El 17 de diciembre de 1989, Ceaucescu ordenó al ejército y a la Securitate disparar contra la población que se manifestaba en Timisoara. El 22 de diciembre, en Bucarest, el dictador se dirige a la población mediante un discurso. Todo transcurría dentro de la normalidad, pero de pronto empiezan a abuchearle y Ceaucescu sorprendido para su discurso. La Securitate dispara a los manifestantes, pero el ejército les apoya. Ceaucescu y su esposa tuvieron que salir huyendo pero finalmente fueron apresados. Tres días después fueron juzgados en juicio sumarísimo por un tribunal militar y ejecutados.

27 de febrero de 2009

El Movimiento Lolardo

El movimiento lolardo, fue un movimiento político y religioso de finales del siglo XIV. En la época medieval, incluso entre la nobleza, muchos hombres y la mayoría de las mujeres eran analfabetos; pero durante la Edad Media más tardía, un número cada vez más creciente de laicos aprendió a leer. Era el principio del fin del monopolio del clero en materia de educación. Las obras del escritor y filósofo Geoffrey Chaucer, considerado el padre de la literatura inglesa, iban dirigidas a una audiencia laica y alfabetizada, que cada vez era más consciente de que muchos clérigos tenían sus puntos débiles independientemente de sus pretensiones. El uso cada vez mayor de la lengua inglesa ayudó a socavar la influencia de la cultura latina en educación. Los estrechos vínculos entre el papado y Francia (enemiga de Inglaterra) y el escándalo del Gran Cisma (1378-1417), cuando había dos y en algún momento incluso tres papas (Martín V, Juan XXIII y Benedicto XIII), ayudó a incendiar el combustible del anticlericalismo. El lolardismo -la única herejía elaborada en inglés medieval- surge en este clima, que junto al aumento de la alfabetización era muy propicio para cuestionar la piedad y la religiosidad. El artífice del movimiento lolardo fue John Wycliff, nacido probablemente hacia 1330 y que murió en 1384. John Wycliff Wycliff era profesor de teología en Oxford, y rara vez abandonaba la universidad si no era para servir a la corona como diplomático en las negociaciones con el papado. Fue asesor de John de Gaunt, duque de Lancaster, durante la década de 1370. Wycliff puso de relieve la importancia de la Biblia y la reducción a la mínima expresión del sacerdocio y los sacramentos. Negó la transubstanciación, es decir, la conversión del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la celebración de la Eucaristía. John Wycliff creía que la autoridad religiosa debía estar en manos de hombres buenos tocados con la gracia de Dios. Es evidente que rara vez estaba claro quién estaba dotado de la gracia divina. Hizo hincapié en que la relación entre Dios y cada uno de los cristianos debía pasar por la disminución de las funciones del clero y que se debían utilizar imágenes y la intercesión de los santos para ayudarles en su camino hacia Dios. Una de las cosas que más enfureció a la Iglesia, fue la traducción que hizo Wycliff de la Biblia al inglés, ya que consideraban muy peligroso que los feligreses leyeran y entendieran los textos sagrados.
Biblia de Wycliff
Mientras Wycliff enseñaba en la universidad de Oxford, muchos universitarios se solidarizaron con sus puntos de vista, aunque ante las autoridades eclesiásticas el apoyo abierto desapareció en alguna ocasión. En 1387 la Iglesia intentó tomar medidas contra él, pero el duque de Lancaster intervino para protegerle; sin embargo en 1381 una comisión creada en Oxford condenó sus teorías sobre la Eucaristía. Finalmente se trasladó a la aldea de Lutterworth, donde vivió un tranquilo retiro dedicado a la escritura de obras más ortodoxas. Pero las ideas de Wycliff no solo tuvieron seguidores en Inglaterra. Años después de su muerte, en Bohemia, el sacerdote John Hus fue quemado en la hoguera acusado de secundar la herejía.
Quema de John Hus

Premios Dardo y Blog de Oro

Desde el blog De Reyes, Dioses y Héroes, nos llegan los premios "Dardo" y "Blog de Oro". Agradecemos a La Dame Masquée este bonito detalle, y en cuanto hayamos deliberado procederemos a su entrega. ¡Muchas gracias! Azahara y Kassiopea.

25 de febrero de 2009

Alumbramientos en la Realeza

Si echamos un vistazo a los alumbramientos reales que se han producido en España, veremos que hay una cantidad innumerable de abortos, malformaciones, errores médicos y sangrías humanas que acabaron con la vida de muchas princesas parturientas y de sus recién nacidos. Para explicar tanto fracaso a la hora de esos alumbramientos, que pocas veces llegaban a buen término, existen varios factores. El fundamental es la relación de consanguinidad que solían tener los contrayentes. Hasta hace bien poco, en función de los intereses de Estado, las bodas de los futuros reyes se programaban con princesas casaderas cuya edad no siempre era la adecuada y cuyo parentesco familiar exigía, en muchos casos, una dispensa papal que permitiera la unión entre primos, tíos o sobrinas. Con el tiempo se vio que la utilidad de esos enlaces para lograr alianzas o evitar guerras terminó siendo nefasto para la descendencia. ANÉCDOTAS EN PARTOS DE LA REALEZA ESPAÑOLA: Isabel la Católica: un velo para salvaguardar su dignidad. Una costumbre de la Corte española, que se remontaba a la época de don Pedro el Cruel (1334-1369), era la de que los partos de las reinas se realizasen en presencia de testigos que diesen fe de que los bebés eran realmente fruto de su vientre. Como reina de Castilla, Isabel la Católica tuvo que someterse a esta tradición. Así, cada vez que la soberana castellana traía al mundo a uno de sus hijos, que nacieron en Dueñas (Palencia), Sevilla, Toledo, Córdoba y Alcalá de Henares (Madrid), un grupo de testigos tenía que reunirse para presenciar el parto y certificar que por las venas del infante corría sangre real. Isabel la Católica era una mujer de gran dignidad, incluso a la hora de dar a luz. Por eso, cuando le llegaba la hora, pedía a sus doncellas que le colocasen un velo sobre su rostro para evitar que nadie viera sus gestos de dolor. Juana la Loca: alumbró a un rey en una letrina. Pese a la locura de amor que padeció por su marido Felipe de Habsburgo el Hermoso y que terminó minando su salud mental, la reina Juana fue muy fecunda. Hasta el punto de que el alumbramiento de uno de sus hijos, el del infante Carlos (quien luego se convertiría en Carlos I de España y V de Alemania), se produjo en la letrina del palacio de Gante, donde la reina disfrutaba de una animada cena con todos los festejos propios de la época. Al final del banquete, la soberana castellana comenzó a sentirse mal, pero pensó que su estado se debía a un empacho, sin saber que era el bebé quien avisaba de que estaba en camino. De ahí que el niño llegara al mundo en tan inapropiado lugar. María Manuela de Portugal: de la sangría a la infección. La esposa de Felipe II es el claro ejemplo de los destrozos que los médicos de la época provocaban a muchas de las parturientas. Los galenos de la Corte, en su afán por demostrar sus conocimientos, se aplicaban en la realización de sangrías y purgas que únicamente servían para minar la frágil salud de las enfermas. La reina Manuela tuvo un mal embarazo, un peor parto y un final trágico, puesto que falleció a los pocos días de nacer su pequeño sin que los médicos supieran a ciencia cierta el motivo de la defunción. Unos lo achacaron al zumo de un limón y otros, a la infección que las matronas le produjeron durante el parto. Esta teoría, desde luego, es la más creíble de todas. Isabel de Borbón: una hija frágil frente a 30 bastardos. El caso de la reina Isabel demuestra lo poco que ayudan los lazos familiares entre los esposos a la hora de tener hijos. De los siete vástagos que tuvo con Felipe IV, sólo uno sobrevivió: la infanta María Teresa. Frente a este escaso bagaje, sorprenden los más de 30 hijos bastardos que, según se comenta, el monarca tuvo con distintas mujeres. De éstos, Felipe IV sólo reconoció al hijo de la actriz María Calderón, al que dio sus apellidos llamándolo Juan José de Austria. No dejaba de ser una angustia para la reina enterrar a sus bebés mientras en otros hogares salían adelante robustos niños del mismo padre. María Luisa de Parma: los primeros gemelos reales. Después de cuatro abortos y seis partos, la esposa de Carlos IV fue la primera reina española que dio a luz a gemelos. El alumbramiento se produjo en La Granja de San Ildelfonso y fue tal el interés que despertaron los infantes reales que los colocaron en la misma cuna para exponerlos ante la gente. La precaria medicina de la época no pudo salvar ni a Carlos Francisco ni a Felipe Francisco de Paula, que fallecieron a los pocos meses. Isabel de Braganza: un error, dos muertes. El de la segunda esposa de Fernando VII ha sido el parto real más estremecedor de la historia. Débil de salud en el embarazo, la reina sufrió una crisis muy fuerte por la que perdió el conocimiento. Los médicos creyeron que había fallecido y como se encontraba en avanzado estado de gestación decidieron practicarle una cesárea post mórtem para salvar al bebé. Los gritos que dio la soberana al sentir cómo la abrían dejaron estupefactos a los médicos. La carnicería, sin anestesia, mató a la soberana. Y tampoco se pudo salvar al hijo que llevaba en sus entrañas. Fuente: “Un año de amor. La monarquía que viene”, escrito por la periodista Beatriz Cortázar.

Hallan en Egipto una estatua de más de 4.500 años

Cerca de las pirámides de Giza, unos arqueólogos egipcios han hallado una estatua de más de 4500 años de antigüedad. Según un comunicado del Consejo Supremo de Antigüedades, la estatua tiene una altura de 149 centímetros y ha sido encontrada a 40 de profundidad, cerca de la pirámide de Micerino. Representa a una persona sentada, pero al no distinguirse claramente los rasgos faciales es muy difícil identificar al difunto que representa. Aunque la pieza carece de inscripciones que indiquen el período al que pertenece, según el Consejo Supremo de Antigüedades egipcio se trata de un estilo de escultura típico del período antiguo (2649-2513 a.C).

24 de febrero de 2009

Alquimia en la Edad Media: ¿ciencia o herejía?

La alquimia tiene su origen en los tiempos antiguos; evolucionó de forma independiente en China, India y Grecia. Con el paso del tiempo la práctica de la alquimia degeneró en superstición, pero sobrevivió como disciplina académica al extenderse a Egipto. En la Europa medieval resurgió cuando en el siglo XII se empezaron a estudiar obras árabes traducidas al latín. El redescubrimiento de los escritos de Aristóteles también desempeñó un papel importante, y a finales del siglo XIII fueron profundamente debatidos por los principales filósofos, científicos y teólogos de la época. La alquimia durante la Edad Media fue una mezcla de ciencia, filosofía y mística. Lejos de estar incluidos en lo que hoy consideraríamos una disciplina científica, los alquimistas medievales consideraban que la pureza de mente, cuerpo y espíritu era necesaria para llevar a cabo su búsqueda alquímica. La idea principal de la alquimia medieval era que toda materia se compone de cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Según esta teoría, con la combinación adecuada de elementos se puede formar cualquier sustancia en la tierra. Esto incluye los metales preciosos, así como elixires para curar enfermedades y prolongar la vida. Los alquimistas creían que era posible la transmutación de una sustancia en otra, de ahí viene la típica imagen que hoy en día se tiene de ellos intentando convertir el plomo en oro. La alquimia medieval fue tanto arte como ciencia, y sus secretos profesionales se ocultaban bajo símbolos y nombres misteriosos. Los alquimistas de la Edad Media tenían principalmente tres metas: - Descubrir la relación del hombre con el cosmos y aprovechar esa relación para mejora de la humanidad. - Encontrar la piedra filosofal, una sustancia esquiva que se creía que hacía posible la creación del elixir de la inmortalidad y la transmutación de sustancias comunes en oro. - Ya a finales de la Edad Media, utilizar la alquimia como instrumento en el avance de la medicina (como hizo Paracelso). Y también consiguieron algunos logros: - Produjeron ácido clorhídrico, ácido nítrico, carbonato de sodio y potasio. - Fueron capaces de identificar el arsénico, el antimonio y el bismuto. - A través de sus experimentos inventaron y desarrollaron dispositivos de laboratorio, algunos de los cuales, en forma modificada, todavía se utilizan hoy en día. - La práctica de la alquimia sentó las bases para el desarrollo de la química como disciplina científica. La alquimia nunca fue enseñada en las universidades, sino que los conocimientos se transmitían clandestinamente de maestro a aprendiz. Atrajo a seguidores del ocultismo, con el que aún hoy es asociada, y no eran pocos los charlatanes que utilizaban la alquimia para engañar. Debido a sus orígenes precristianos y al secretismo con que sus practicantes llevaban a cabo sus estudios, la alquimia fue condenada por la Iglesia y los alquimistas eran considerados herejes.
Antiguos símbolos alquimistas

23 de febrero de 2009

Nicolás Copérnico, padre de la astronomía

Nicolás Copérnico
Se dice que Copérnico es el padre de la astronomía moderna. Nació en Polonia en 1473, y pronto fue enviado a la Universidad de Cracovia; allí estudió matemáticas y óptica, y después en Bolonia estudió derecho canónico. Al regresar de sus estudios en Italia, Copérnico, gracias a la influencia de su tío fue nombrado canónigo de la catedral de Frauenburg donde llevaba una tranquila vida académica. Debido a su posición como canónigo se movía entre los más altos círculos de poder, pero pese a todo continuaba estudiando. Para relajarse pintaba y traducía poemas del griego al latín. Su interés por la astronomía fue creciendo gradualmente hasta convertirse en algo primordial. Realizaba sus investigaciones sólo y en silencio, sin ningún tipo de ayuda. Llevaba a cabo sus observaciones celestes desde una torreta situada en el muro de la catedral a “ojo desnudo” , casi un centenar de años antes de que se inventara el telescopio. En 1530, Copérnico completó y dio al mundo su gran obra , De Revolutionibus, donde afirmaba que la Tierra rotaba sobre su eje una vez al día y viajaba alrededor del Sol una vez al año; una fantástica idea para aquellos tiempos. Hasta ese momento, los pensadores del mundo occidental creían en la teoría de Claudio Ptolomeo, según la cual el Universo era un espacio cerrado dentro de un envoltorio esférico, más allá del cual no había absolutamente nada. Ptolomeo, un egipcio de Alejandría que vivió en torno al año 150 d.C, recopiló y organizó las teorías de los pensadores anteriores. Cabe señalar que uno de los antiguos astrónomos griegos, Aristarco, tenía ideas similares a las desarrolladas por Copérnico pero que fueron rechazadas en favor del Geocentrismo. Ptolomeo llegó a la conclusión de que la Tierra era una masa inerte ubicada en el centro del Universo, y todos los cuerpos celestes incluído el Sol y las estrellas giraban en torno a ella. Copérnico no tenía prisa por publicar su teoría, aunque parte de su obra se distribuyó entre algunos astrónomos que fueron adoptando ideas. De hecho, el trabajo de Copérnico no hubiese llegado a la imprenta si no hubiera sido por un joven que buscó al maestro en 1539. Rheticus George era un profesor de matemáticas alemán de 25 años que se sintió atraído por el clérigo tras leer algunos de sus papeles. Su intención era pasar unas semanas con el astrónomo, pero se convirtió en su huésped durante dos años; estaba fascinado con Copérnico y sus teorías. El maestro era reacio a publicar, no por lo que pudiera decir la Iglesia, sino porque pensaba que su obra no estaba completa pese a haber trabajado en ella durante 30 años.
Revolutionibus
Copérnico murió en 1543 y nunca llegó a saber qué sensación había causado su trabajo. Su obra era contraria a las creencias filosóficas y religiosas que se habían impuesto en la Edad Media. Sus teorías podrían haber inducido a los hombres a pensar que son parte de la Naturaleza y no superiores a ella, lo que iba en contra de las teorías de la poderosa Iglesia de la época. Otros científicos italianos, Galileo y Bruno, adoptaron sin reservas la teoría copernicana, lo que les hizo sufrir las iras de la Iglesia. Giordano Bruno, tuvo la audacia de ir incluso más allá que Copérnico y se atrevió a sugerir que el espacio es ilimitado y que podría haber más sistemas solares similares al nuestro, y por ¿por qué no? que podría haber otros mundos habitados con seres racionales. Por este tipo de blasfemia, fue juzgado ante la Inquisición y condenado a morir quemado en la hoguera en 1600. El aspecto más importante del trabajo de Copérnico, es que cambió para siempre el lugar del hombre en el cosmos, ya no es superior a la Naturaleza sino que forma parte de ella.
Sistema solar copernicano

22 de febrero de 2009

El arte del Damasquinado

El damasquinado toledano es uno de los tesoros de España y al mismo tiempo una de las herencias recibidas durante la dominación árabe. Esta clase de ornamentación, aplicable a toda clase de objetos artísticos, se practicó desde muy antiguo entre los egipcios (se conoce incluso la presencia de algún elemento damasquinado hallado en las tumbas de los faraones), los griegos y los romanos, siendo también muy notables y de gran antigüedad los ejecutados en Japón y en China; éstos, al menos desde 1.500 años a J.C. Adquirió gran desarrollo en Oriente desde que el Imperio Romano se trasladó a Bizancio, siendo originarias de Damasco (Siria) las mejores piezas que llegaban de Europa, por lo que este arte tomó el nombre de Damasquinado, aunque también se le llama "Ataujía". A este resurgimiento de un arte olvidado en Occidente, contribuyó en primer lugar el lujo desplegado en las armaduras y armas en toda Europa desde finales del siglo XV: suntuosos arneses de Carlos I y Felipe II. Durante el Renacimiento y el Barroco el damasquinado evolucionó como un accesorio de joyería y orfebrería, realizándose en este periodo gran número de arcones, cofrecillos, cajas y joyeros. El damasquino en Toledo resurge con fuerza durante el siglo XIX al abrigo de la fábrica de armas "Santa Bárbara" fundada por el Rey Carlos III. La técnica del damasquinado consiste en ir incrustando metales finos (casi siempre oro y plata) sobre hierro o acero, después de realizar una serie de surcos con una cuchilla para que se puedan fijar bien. La técnica es muy complicada; la elaboración de un plato decorado, por ejemplo, lleva unas 25 horas de trabajo ininterrumpido del artesano, aunque todo depende del tipo de dibujo del que se trate. Toledo es en la actualidad el mayor foco de producción de damasquinado del mundo, y donde se ejecutan la mayor diversidad de piezas. Se siguen realizando labores de estilo Mudéjar, Renacimiento y algunas nuevas como las denominadas "vistas".

La Visigoda (Isabel San Sebastián)

"Corre el año 787 y los musulmanes dominan todos los territorios islámicos. La joven Alana, hija de una jefa de clan astur y un guerrero godo, es arrebatada de su castro para formar parte del Tributo de las Cien Doncellas: un racimo de muchachas que cada año entrega el príncipe Mauregato al emir cordobés, en señal de sumisión, para que formen parte de su harén. Así se despliega una trama cuajada de aventuras, pasión y heroísmo que tendrá como escenarios: Pravia, capital de los reyes holgazanes, la antigua corte visogoda de Toledo, Córdoba y su embrujo andalusí, Vasconia, Aquisgrán y, como telón de fondo, siempre ese reino de brumas que es Asturias en sus primeros pasos hacia la Reconquista. Y una galería de personajes legendarios en la que confluyen Abd al-Rahman I, Carlomagno, Adosinda, el Beato de Liébana, Alfonso el Casto e incluso Santiago Apóstol". Una novela genial.

21 de febrero de 2009

El castillo de Montjuïc

Para iniciar el apartado dedicado a los castillos se me ha ocurrido empezar por el más cercano, que también tiene su historia. El Castell de Montjuïc (castillo de Monte Judío), está situado en la cima de la montaña del mismo nombre al suroeste de la ciudad de Barcelona. En 1022 se realizó la primera construcción en Montjuïc. No era más que una atalaya propiedad de la familia condal y que contaba con vigilancia propia. Sobre las ruinas de la Torre del Farrell, que así se llamaba la atalaya, se construyó en 1640 una pequeña fortificación en forma cuadrada levantada con piedras y barro, para utilizarla como defensa durante la Guerra dels Segadors (Guerra de los Segadores). En 1694 se llevó a cabo una ampliación que la hizo ocupar prácticamente la totalidad de la cima de la montaña. En 1751 el ingeniero militar Juan Martín Cermeño hizo derruir el antiguo fortín y lo reconstruyó ya como castillo. Las tropas napoleónicas se apostaron allí durante la invasión de 1808 y dos años después empezó a utilizarse como prisión. Durante las revueltas burguesas y obreras del siglo XIX fue utilizado por los generales Espartero y Prim para masacrar barceloneses, ya que desde allí se bombardeaba la ciudad cada vez que había desórdenes. Y ya en el siglo XX fue utilizado como prisión y lugar de fusilamiento después de la Guerra Civil española, allí fue ejecutado el presidente de la Generalitat de Catalunya Lluís Companys después de su detención en Francia y su extradición a España. En 1960 el castillo fue cedido a la ciudad con la condición de que fuese utilizado como museo militar. Desde el año 2007 por orden ministerial, el Castillo de Montjuïc es propiedad de todos los barceloneses y barcelonesas.

20 de febrero de 2009

Obeliscos egipcios en Roma

Muchos de los antiguos emperadores romanos estuvieron en Egipto y uno de los trofeos más preciados para un conquistador romano era un obelisco egipcio. Símbolo de la divinidad y la inmortalidad para los faraones, en Roma se consideraban uno de los objetos saqueados de mayor valor y se utilizaban para decorar templos, circos y mausoleos. Desenterrados durante el Renacimiento, pasaron a ser símbolo de poder de los papas. Hoy en día hay 13 obeliscos gigantes en Roma, pero uno de los más importantes es el Obelisco del Vaticano (de 25,37 metros, y 15 metros más con la base, y 331 toneladas), en la Plaza de San Pedro, esculpido en granito de Asuán durante el reinado de Nebkaure Amenemhet II (1992-1985 A.C.), fue ubicado originalmente delante de la torre del Templo del Sol en Heliópolis. En el año 37 D.C. el emperador Calígula lo llevó hasta Roma como una muestra más de los tesoros conquistados por el imperio en Egipto, y fue erigido en el Circo de Calígula (más tarde Circo de Nerón). Todavía seguía allí en 1585, cuando el papa Sixto V ordenó que se trasladará a su localización actual. Llegaron cientos de arquitectos con sus planes para mover el gran obelisco, pero el de Domenico Fontana (1543-1607) pareció el más prometedor en cuanto a resultados y éxito: ideó un gigantesco andamio en el que cada pata se componía de tres troncos atados conjuntamente. El obelisco fue transportado hasta su nuevo emplazamiento rodando sobre troncos, un proceso que duró un año completo y que cautivó por su complejidad a la población de la ciudad. Para su traslado fueron necesarios 900 hombres, 140 caballos y 47 enormes poleas: La historia cuenta que, por órdenes del Papa, nadie podía hablar o hacer ruido y cualquiera que lo hiciera sería excomulgado, esto para procurar una concentración y coordinación entre todos los que participaron en la hazaña. Sin embargo, un marinero desobedeció y gritó "acqua alle funi" (mojar las cuerdas). El Papa perdonó a este personaje por salvar al obelisco y en gratitud se hizo costumbre que las palmas usadas en el domingo de ramos fueran traídas del pueblo original del marinero, Bordighera. Durante la Edad Media, se creía que la esfera de bronce en la punta del obelisco contenía las cenizas de Julio Cesar. Cuando se cambió la ubicación del obelisco, se cambió el globo de bronce por una cruz y una estrella de bronce de la Familia Chigi. Los obeliscos se han integrado de forma natural en el decorado de Roma. Otro ejemplo es el Obelisco Macuteo en la Piazza de la Rotonda, en frente del Panteón, datado en época de Ramses II: Y otro ejemplo que encontramos, un obelisco dedicado a Ramsés II, traído de Heliópolis y que se alza en el centro de la plaza del Popolo. El Obelisco Flaminio, como se le conoce, es el segundo más antiguo y uno de los más altos de Roma con 24 metros, o 36 contando el pedestal. Su antigua ubicación en el Circo Máximo, data del año 10 a.C., por orden del emperador Augusto. Fue también el arquitecto Domenico Fontana quien lo transportó a su actual ubicación por orden del papa Sixto V:

La "apuesta" de Hitler

El 1 de septiembre de 1939 el acorazado alemán Schleswig-Holstein abrió fuego contra la guarnición polaca de Westerplatte Fort, en lo que sería la primera intervención militar de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, 62 divisiones alemanas apoyadas por la aviación, comenzaron la invasión de Polonia. La decisión de Adolf Hitler de invadir Polonia fue producto de una apuesta. La Wehrmacht (ejército alemán) aún no era suficientemente fuerte y la economía alemana estaba bloqueada. Esta acción de Hitler alarmó a sus generales , tanto que algunos se plantearon oponerse a su mandato, y se temía la posible filtración de sus planes de guerra a Gran Bretaña y Francia. Los generales pedían cautela y más tiempo para completar las defensas del territorio occidental , a fin de detener cualquier contraofensiva británica o francesa en el oeste, mientras que el grueso de la Wehrmacht estaba concentrado en el este. Hitler hizo caso omiso de sus preocupaciones y les exigió su total lealtad. El Fürer confiaba en que la invasión de Polonia iba a traducirse en una muy corta y victoriosa guerra por dos razones: En primer lugar, estaba convencido de que el despliegue de blindados en una ofensiva relámpago iba a derrotar rápidamente a las fuerzas armadas polacas. En segundo lugar, consideraba que tanto el primer ministro británico, Neville Chamberlain como el francés Édouard Daladier, eran líderes débiles e indecisos y optarían por llegar a un acuerdo de paz y evitar así la contienda. Se equivocaba.
Ejército alemán

Viriato, Iberia contra Roma (Joâo Aguilar)

Joâo Aguilar en su novela Viriato, Iberia contra Roma se centra en los últimos años del lusitano. "En el año 147 a.C., algunos millares de guerreros lusitanos se encontraban cercados por las tropas del pretor Cayo Vetilio. En principio, se trataba de un episodio más de la guerra que la República Romana libraba desde hacía años para apoderarse de la Península Ibérica. Pero los lusitanos, acosados por el enemigo, eligieron a uno de los suyos y le entregaron el mando supremo. Ese hombre, que durante siete años fue la pesadilla de Roma, se llamaba Viriato."

19 de febrero de 2009

Aclaración a los lectores

Sólo una aclaración que quizá debí hacer antes de publicar el primer post. Debido a mis ocupaciones diarias no siempre dispongo del tiempo que querría para escribir posts buenos e interesantes. Por este motivo, en alguna ocasión he echado mano de algún reportaje que me ha parecido interesante publicado en alguna revista, como es el caso de Historia National Geographic, revista de la que sólo poseo dos ejemplares ya que ni siquiera la suelo comprar, sencillamente porque compro otras. Esto viene a cuento porque me consta que a algunos lectores les ha molestado que haya osado postear algo firmado por otra persona. También debo decir que evidentemente la Historia no la escribo yo, entre otras cosas porque no poseo los conocimientos suficientes para ello, por lo tanto de cualquier tema que se trate aquí otros habrán escrito antes. Y si tanto problema supone esto sabed que no tengo inconveniente en citar a partir de ahora las fuentes, libros, revistas o papeles consultados para hacer este blog. Si no lo hice hasta ahora es sencillamente porque tampoco le daba demasiada importancia al asunto, ya que empecé este blog como una actividad encaminada hacia mi disfrute personal. No obtengo ningún beneficio material con el blog (tampoco lo pretendo), para mi es simplemente un hobby por lo que no tengo ningún interés en apropiarme el trabajo de nadie. Dicho esto, solo me queda decir que quien quiera pasar por aquí será bienvenido, y a quien no le guste el blog está en todo su derecho de no visitarlo, voy a dormir igual de bien tenga visitas o no. Pido disculpas si alguien se ha ofendido con algún post. Saludos.

Tecnología en la Antigua Grecia

Aunque al hablar de tecnología siempre nos viene a la mente la época actual o incluso el futuro, lo cierto es que en la antigüedad también existieron auténticas revoluciones tecnológicas, y una gran civilización como fue la griega no se queda atrás en inventos y descubrimientos. Nombres como Arquímedes, Herón o Ctesibios están plasmados en los libros de medio mundo y con razón, pues sus investigaciones e inventos sentaron bases imprescindibles para el posterior desarrollo de numerosas tecnologías. Por ejemplo Arquímedes (287-212 a.C), ese gran matemático, geómetro e inventor, artífice del famoso Principio de Arquímedes, cuenta entre sus creaciones con el Tornillo de Arquímedes, lo que vulgarmente conocemos como Tornillo Sinfin, usado en multitud de tareas. Un buen día del siglo III a.C el gran heleno se puso manos a la obra con una nueva máquina, un tornillo que giraba dentro de un cilindro hueco en un plano inclinado, que permitía elevar agua (o cualquier otra cosa, como grano) que estuviera situada por debajo del eje de giro. Se le llama Sinfin por ser un circuito infinito. Como pensador que era, no paraba de darle vueltas a la cabeza, más incluso cuando llegaban los momentos duros, como fue el sitio a su ciudad natal, Siracusa, por parte de los romanos. Él se encargó de defender la plaza, con fuego y lucha, pero también con inteligencia y artilugios de guerra varios. Por ejemplo un sistema de espejos y lentes que era capaz de concentrar los rayos del Sol y dirigirlos hacia el casco de los barcos enemigos, hiriéndolos de muerte o haciéndolos retroceder. Tiempo después llegaría Herón que también dio grandes pasos. Experto en mecánica y descubridor de la ley de acción reacción, su logro más importante y que luego cambiaría toda la industria, fue la eolípila, o primera máquina de vapor de la historia. También es el culpable del odómetro, más conocido como cuentakilómetros. Ctesibios no es un personaje de los más conocidos pero tiene importante logros en su haber. Aparte de decirse que fue el primero en la antigüedad en ofrecer servicio de peluquería (esto está sin confirmar), su grandes campos fueron la hidráulica y neumática, las primeras bombas neumáticas de la historia son de su autoría. También desarrolló un reloj de agua, conocido como clepsidras; en este caso el invento ya tenía antecedentes, puesto que los egipcios lo usaban para saber la hora cuando la noche llegaba y los relojes de sol de poco valían.

18 de febrero de 2009

Vivir de la escritura

Cristina de Pizán en su estudio "Si las mujeres hubiesen escrito libros, seguramente todo habría sido diferente", afirmó la escritora medieval Cristina de Pizán. Sabía de lo que hablaba. La pluma le había permitido no solo abrirse camino en un mundo reservado a los hombres, sino también ganarse la vida con ella y defender a la mujer de los prejuicios a los que estaba sometida. Pizán nació en Venecia en 1363, pero pasaría la mayor parte de su vida en París. Su padre, Tomás de Pizán, astrólogo y médico, había sido invitado por Carlos V de Francia a formar parte de su corte. La pequeña Cristina viviría en palacio, tendría una infancia dichosa y sería educada como una princesa. Su curiosidad y afán de conocimientos llevaron a su padre a proporcionarle una formación mayor, pese a que su madre era partidaria de instruirla en las disciplinas propias de su condición femenina. En lo que sí logró imponerse su madre fue en el tema matrimonial: Cristina tendría una boda concertada y a los 15 años se casó con Étienne du Castel, notario y secretario real. Afortunadamente fue feliz con él durante diez años y tuvo tres hijos, pero como signo de independencia inusual en la época, no adoptó el apellido de su marido sino que conservó el de su padre. Murió su padre y al poco tiempo su marido, por lo que tuvo que hacerse cargo de su madre y sus tres hijos. Con 25 años tendría que luchar para sacar adelante a toda la familia. Para empezar impuso varios pleitos que la llevarían a los tribunales, pues reclamaba una deuda que la corte tenía pendiente con su marido. Ante la escasez económica, se vio obligada a vender todos los objetos de valor que poseía. En estos duros momentos decidió convertir su afición a la escritura en un oficio. Compuso baladas, rondós y otros formatos poéticos de la época. Pero hay un tema que destacará sobre los demás y al que dedicará su obra posterior: la defensa de la dignidad de la mujer. Pronto empieza a publicar obras por encargo, desde tratados de política, derecho y estrategia militar hasta biografías. De entre éstas, la de Carlos V representaría todo un hito, ya que la historia de la familia real siempre había estado en manos de los monjes. Pizán pronto halló en la nobleza europea una fiel clientela. Ella misma se encargaba de realizar copias de sus manuscritos para darles mayor difusión. Incluso llegó a dirigir un taller en el que contrató a sus propias iluminadoras. Feminista medieval En aquella época París se hallaba inmersa en un debate filosófico (la Querella de las mujeres) sobre las diferencias entre los sexos. Pizán fue la primera mujer en participar en él, criticando un poema del siglo XIII en el que su autor mostraba un absoluto desprecio hacia la mujer. En 1405 Cristina se enfrentó con valentía a los académicos y clérigos que fomentaban la misoginia publicando Ciudad de las Damas. Aquella obra, la primera historia de las mujeres de la que se tiene noticia, recibió la condena de los sectores más conservadores, pero alcanzó gran fama entre las mujeres cultas. Al poco tiempo, el país iba a ser testigo de una guerra civil e invadido por los ingleses; entonces se retiró al monasterio de Poissy. Allí compuso su última obra, Dechado sobre Juana de Arco, en la que ensalzaba el valor de esta heroína que personificaba a la mujer que tanto había defendido. Tras su muerte sus escritos quedaron en el olvido. No fue hasta el siglo XX que el feminismo redescubrió su figura y la consideró su precursora.

17 de febrero de 2009

Comer y beber en la Antigua Mesopotamia

En el tercer milenio a.C los habitantes de Mesopotamia disponían de un buen número de alimentos. Elaboraban, por ejemplo, hasta una veintena de variedades de queso, y confeccionaban la nada despreciable cifra de casi 300 clases de pan. Una de estas variedades era la trota, elaborada con una delgada masa que se adhería a las paredes del horno y se cocía al gusto del consumidor; esta masa podía mezclarse con aceite, leche o cerveza, con lo que se obtenían distintos sabores. Los panes también se aromatizaban con especias e incluso se rellenaban. Los antiguos mesopotámicos dispusieron de un gran surtido de sopas y quizá produjeron los primeros embutidos, como sugiere una tablilla en la que se menciona un relleno de intestino, posiblemente a base de carne. En Mesopotamia se consumía carne de vacuno, cerdo, cabra, oveja y aves de caza, generalmente condimentada con hierbas aromáticas o picantes para darle más sabor. Alrededor del año 2000 a.C., la dieta mesopotámica se enriqueció con el consumo de pescados marinos y de río a los que se añadieron moluscos y crustáceos. En cuanto a las hortalizas, la principal era la cebolla, seguida por los puerros y los ajos, considerados desparasitarios. También se han encontrado referencias a pepinos, setas, nabos y raíces. En cuanto a las frutas, se comían uvas, manzanas, peras y granadas. El caluroso clima de la región obligó a recurrir a procedimientos de conservación que permitían disfrutar de una dieta variada durante todo el año. Carnes y pescados se conservaban en aceite, en salazón o bien desecándolos. Los sumerios disfrutaron también de la bebida. Los cereales malteados y molidos se tamizaban, se espesaban con agua y tras fermentar daban como resultado diferentes variedades de cerveza, una de las cuales se elaboraba a base de dátiles. La cerveza estaba presente en la vida diaria y en todo tipo de ceremonias y rituales. Las gentes de Mesopotamia cocinaban al vapor, al horno y a la brasa, todo ello bajo la dirección de cocineros que gozaban de prestigio social.

16 de febrero de 2009

La vida en la corte del Rey Sol

Luis XIV
En 1648 estalló en Francia una violenta revuelta que mantendría al reino en un constante estado de agitación política y social durante un lustro. Luis XIV tendría entonces poco más de diez años, y aunque el gobierno estaba en manos de su madre Ana de Austria y de su primer ministro el cardenal Mazarino, el joven rey experimentó los efectos del conflicto de un modo muy directo. En varias ocasiones se vio obligado a huir de París con su madre por miedo a ser secuestrado por bandos rivales. La Fronda, que así se llamaba la revuelta, dejó en el joven Luis XIV un recuerdo traumático de miedo y humillación. Eso explicaría que al asumir el poder tras la muerte de Mazarino, decidiera construir un palacio alternativo a sus residencias parisinas. El palacio de Versalles, a unos 20 km de la capital, se encontraba lo bastante alejado como para que la plebe no interfiriese en el desarrollo de su programa político, y lo bastante cerca como para que no pareciese que el poder regio se había alejado demasiado. Mientras que en las ciudades y provincias el rey tenía que pactar con la aristocracia, en Versalles podía gobernar de modo absoluto sin sujeción a las leyes. En el palacio, los aristócratas eran simples sirvientes del soberano y no tenían más poder que el que éste quisiera concederles. Era la forma de dominar a la nobleza: atraerles a un espacio donde ésta se viese obligada a reconocerlo como dueño absoluto. Para atraer a los nobles se convirtió Versalles en una fiesta perpetua, sonde los cortesanos disfrutaban de la magnificencia y el regalo regios. Entre 1651 y 1670, el joven monarca, consumado bailarín protagonizó numerosos ballets de corte, en los que aparecía rodeado de una lujosa escenografía. La imagen de Luis XIV como Rey Sol comenzó a elaborarse a partir de estos ballets, en los que surgía como Apolo, dios del sol y de la poesía en el centro del universo. Una jornada real en Versalles En un primer momento, el palacio tan sólo sirvió como escenario para lujosas fiestas, pero en 1682 el soberano decidió trasladarse allí definitivamente con el gobierno y toda la corte. En la vida en Versalles, el rey era el centro absoluto. Todo giraba en torno a su persona y sus necesidades. Los cortesanos tenían que levantarse antes que el monarca y acostarse después que él, con el fin de acompañarlo durante toda su jornada. El día en Versalles comenzaba con el "lever du roi", cuando el rey se levantaba de la cama, se ponía la peluca, se vestía y se lavaba. Se trataba de un espectáculo público y obligatorio. Los miembros de la corte entraban en el dormitorio del rey, con una prioridad marcada por el rango y el favor regio. Tras acompañar al rey a la misa diaria, los cortesanos gozaban de cierto tiempo libre, cuando el monarca se reunía con sus consejeros para tratar asuntos de gobierno. Pero a la hora de la comida debían convertirse de nuevo en espectadores del ceremonial real. El monarca se sentaba solo y en silencio en una mesa en sus habitaciones, rodeado de la corte, mientras los criados le servían la comida siguiendo un rígido protocolo. La tarde se reservaba para actividades al aire libre, ya fuese caza o paseos por los jardines, en los que acompañar al rey constituía también un gran privilegio. Ni en los momentos más relajados la corte dejaba de ser un teatro ni el rey un actor. Sin embargo, este espectáculo perpetuo tenía su lado oscuro. La vida en Versalles era una trampa económica para los aristócratas; mantener constantemente el estatus ante los ojos del rey implicaba invertir enormes sumas de dinero en gastos suntuarios, ya que Luis favorecía la extravagancia entre sus cortesanos. Por esta razón, la aristocracia estaba perpetuamente endeudada y dependía de las mercedes regias para pagar esas deudas; pero para obtener esas mercedes se necesitaba más gasto, y por lo tanto más deudas. Era un círculo vicioso del que resultaba muy difícil salir, además hacerlo se consideraba indigno de un noble. Aunque muchos acudían a Versalles atraídos por la pompa, la vida allí era para la mayoría incómoda y agobiante. La despiadada competencia por la posición social y por obtener el favor real, imponía un estilo de vida artificioso, y para muchos difícilmente soportable. Sin embargo, el rey consiguió que la vida en Versalles se convirtiese en el rasero por el que se medía la existencia civilizada en Francia y en toda Europa.
Palacio de Versalles

15 de febrero de 2009

El libro de los muertos egipcio

Papiro egipcio
El Libro de los Muertos, del cual su nombre original es Peri Em Heru “Libro para salir al día”, data de la época de Imperio Nuevo pero sus raíces se encuentran en los “Textos de las Pirámides” del Reino Antiguo. Se trata de los sortilegios y ritos funerarios egipcios más antiguos que existen hasta el momento y tradicionalmente se considera a Dyedefhor, famoso sabio y adivino, como su autor. En un principio estos hechizos eran labrados en las tumbas de faraones y personas de clase alta, pero luego en la época del Imperio Medio fueron asequibles a todo aquél que pudiera pagar un rito fúnebre, para ello se los grababa dentro de los sarcófagos con el fin de que los muertos los pudieran leer. Durante el período del Imperio Nuevo, los “Textos de los sarcófagos” se transformaron en el Libro de los Muertos. Estas redacciones fueron creadas para ayudar a los difuntos en el paso hacia el otro lado y salir airosos del juicio de Osiris. El libro además contiene pasajes que ayudan a los muertos a reconocer los dioses que serían benefactores para su transición, para que puedan encontrar el rumbo en el camino de las 12 Regiones de la Duat, (el inframundo de la mitología egipcia ) y poder llegar al fin al Aaru. Para los egipcios en el corazón se centraba la vida, por ello 4 hechizos en el libro se especializan en la protección de este órgano, el sortilegio 23 “Apertura de la Boca” pretende ayudar a recobrar los sentidos del difunto para su vida después de la muerte.
El libro de los Muertos
Estos textos mortuorios han tenido 3 revisiones críticas a lo largo de los siglos: - La primera fue la Recensión Heliopolitana donde sacerdotes de Heliópolis editaron los textos, fue empleada entre la V y la XII Dinastías. Es puramente solar ya que suscita la teología del dios Ra, fue hallada en sarcófagos, estelas, papiros y tumbas. - La segunda corresponde a la Recensión de Tebas, los escritos fueron usados entre la XVIII y la XXII Dinastías, se la realizó en forma de jeroglíficos sobre papiros y se divide en 6 capítulos. - Y por último la Recensión Saite donde se organizó el libro en capítulos ordenados, se la usó desde la XXVI Dinastía hasta el final de la época Tolemaica. Papiro de Ani En la actualidad se han descubierto 192 capítulos pertenecientes al Libro de los Muertos, de los cuales el más renombrado es el nº 125, el Papiro de Ani donde se redacta la “Fórmula para entrar en la sala de las dos Maat”, sitio donde el alma del muerto se presenta ante el tribunal de Osiris para que su corazón sea pesado. Maat era la diosa que gobernaba las leyes físicas, el orden del universo y la verdad, ella disponía de una pluma de avestruz la cual disponía en uno de los platillos de la balanza donde se pesaba el corazón del difunto, si éste era más ligero que la pluma se le concedería la vida eterna en los campos de Aaru. Es uno de los capítulos más extensos y complejos, destaca las “Confesiones negativas” que el muerto declaraba ante los dioses para justificar sus acciones en vida, detalle que marca fehacientemente la importancia que la moral tenía para el pueblo egipcio.

El lado romántico de Enrique VIII

Famoso por casarse seis veces y tratar a sus esposas con una crueldad sanguinaria, el rey Enrique VIII de Inglaterra también tenía su lado romántico, según una insólita y apasionada carta de amor escrita a su segunda mujer, Ana Bolena. La misiva, celosamente guardada en el Vaticano casi cinco siglos, volverá este abril a Reino Unido y se mostrará por primera vez al público en una exposición de la Biblioteca Británica londinense titulada "Enrique VIII: Hombre y Monarca". Mujeriego empedernido y cruel hasta la médula, Enrique VIII (1491-1547), segundo representante de la Casa Tudor, se obsesionó con la bella y elegante Ana Bolena (1501-1536), marquesa de Pembroke y dama de la aristocracia inglesa. Tanto suspiraba el monarca por Ana, que anuló su matrimonio con su primera esposa, Catalina de Aragón (1485-1536), hija de los Reyes Católicos, un repudio que rechazó la Iglesia Católica y que desembocó en el cisma anglicano. Conocedora de la reputación de "playboy" que acompañaba al Rey, la joven dama no quería ser una simple amante y le dio calabazas negándole favores sexuales hasta que la llevase al altar. Aunque podía haber desenvainado la espada para cumplir sus ardientes deseos, el monarca absoluto optó por el papel y la pluma y declaró sus ambiciones sentimentales en varias cartas amorosas, entre ellas la que exhibirá la Biblioteca Británica. En la misiva, escrita en francés -Ana se había educado en la corte de Francia- a comienzos del mes de enero de 1528, el Rey expresa su "intención inalterable" de casarse con la dama y promete "rezar una vez al día" para lograr ese objetivo. "Las demostraciones de tu afecto -señala- son tales y las hermosas palabras de tu carta están escritas con tanta cordialidad, que realmente me obligan a honrarte, amarte y servirte para siempre". "Por consiguiente, te aseguro que mi corazón estará dedicado a ti solamente", afirma el monarca, que escribe la nota con "la mano del secretario que en corazón, cuerpo y voluntad es tu sirviente más leal y confiado". Con la inocencia de un adolescente perdidamente enamorado, Enrique VIII firma la carta, supuestamente robada en su momento por un espía del Vaticano, con la frase "H pretende a A.B. Ningún otro Rey", junto a las iniciales de su amada encerradas en un corazón. En opinión de David Starkey, historiador y comisario de la exposición, que podrá visitarse desde el 23 de abril hasta el 6 de septiembre, la misiva, "más que cualquier otra cosa", proyecta luz sobre un rincón de "la mente del Rey". Para Starkey, "Enrique no es sólo el rey más conocido de Inglaterra, por sus esposas, su silueta y su carácter sanguinario: es uno de nuestros soberanos más importantes, pues creó una iglesia nacional y una política insular y xenófoba que determinó el desarrollo de Inglaterra durante los siguientes quinientos años". Los devaneos epistolares de Enrique VIII dieron sus frutos y acabó casándose con Ana Bolena el 25 de enero de 1533, si bien la llama del amor se apagó después de tres años de convivencia. Pese al nacimiento de la princesa Isabel -que reinaría con el nombre de Isabel I-, la relación entre el Rey y su esposa se enfrió porque ella fue incapaz de darle un hijo varón y, además, no era del agrado del pueblo, que la consideraba "la ramera del Rey". Falsamente acusada de traición, adulterio e incesto, la dama que antaño hizo enloquecer a Enrique VIII fue decapitada el 19 de mayo de 1536 en la Torre de Londres. Antes de que rodara su cabeza por el cadalso, Ana Bolena aún tuvo ánimo para gastarle una broma a su verdugo: "No te daré mucho trabajo -dijo-, tengo el cuello muy fino".

La reina oculta (Jorge Molist)

En 1208 Peyre de Castelnou, legado papal, recibe el encargo de transportar en secreto a Roma la llamada “herencia del diablo”, unos documentos que amenazan el poder de la Iglesia y de Inocencio III. Pero en el camino asesinan a Peyre y roban la séptima mula con su peligrosa carga. El conde Raimón VI de Tolosa, que, contra su voluntad, había entregado los escritos a Peyre después de una agria discusión, es acusado del asesinato y el robo. El Pontífice le excomulga y proclama una devastadora cruzada que arrasará Occitania. Mientras, ignorante del terrible destino que espera a su ciudad, Bruna de Béziers, una joven dama, canta feliz; está enamorada de Hugo, un enigmático trovador procedente de España. Y en París, Guillermo, un estudiante de teología pendenciero y juerguista, es forzado por el nuevo legado a unirse a la cruzada con dos misiones secretas: recuperar los documentos y asesinar a Bruna. Al paso arrollador de los ejércitos, el destino de los tres jóvenes se enlazará en una historia de amores apasionados, rivalidad y muerte, que captura al lector desde sus primeras líneas, sumergiéndole en la magia, la crudeza y el lirismo del medievo.

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