Muchos de los antiguos emperadores romanos estuvieron en Egipto y uno de los trofeos más preciados para un conquistador romano era un obelisco egipcio. Símbolo de la divinidad y la inmortalidad para los faraones, en Roma se consideraban uno de los objetos saqueados de mayor valor y se utilizaban para decorar templos, circos y mausoleos. Desenterrados durante el Renacimiento, pasaron a ser símbolo de poder de los papas.
Hoy en día hay 13 obeliscos gigantes en Roma, pero uno de los más importantes es el
Obelisco del Vaticano (de 25,37 metros, y 15 metros más con la base, y 331 toneladas), en la Plaza de San Pedro, esculpido en granito de Asuán durante el reinado de Nebkaure Amenemhet II (1992-1985 A.C.), fue ubicado originalmente delante de la torre del Templo del Sol en Heliópolis. En el año 37 D.C. el emperador Calígula lo llevó hasta Roma como una muestra más de los tesoros conquistados por el imperio en Egipto, y fue erigido en el Circo de Calígula (más tarde Circo de Nerón). Todavía seguía allí en 1585, cuando el
papa Sixto V ordenó que se trasladará a su localización actual.
Llegaron cientos de arquitectos con sus planes para mover el gran obelisco, pero el de
Domenico Fontana (1543-1607) pareció el más prometedor en cuanto a resultados y éxito: ideó un gigantesco andamio en el que cada pata se componía de tres troncos atados conjuntamente. El obelisco fue transportado hasta su nuevo emplazamiento rodando sobre troncos, un proceso que duró un año completo y que cautivó por su complejidad a la población de la ciudad. Para su traslado fueron necesarios 900 hombres, 140 caballos y 47 enormes poleas:
La historia cuenta que, por órdenes del Papa, nadie podía hablar o hacer ruido y cualquiera que lo hiciera sería excomulgado, esto para procurar una concentración y coordinación entre todos los que participaron en la hazaña. Sin embargo, un marinero desobedeció y gritó "acqua alle funi" (mojar las cuerdas). El Papa perdonó a este personaje por salvar al obelisco y en gratitud se hizo costumbre que las palmas usadas en el domingo de ramos fueran traídas del pueblo original del marinero, Bordighera.
Durante la Edad Media, se creía que la esfera de bronce en la punta del obelisco contenía las cenizas de Julio Cesar. Cuando se cambió la ubicación del obelisco, se cambió el globo de bronce por una cruz y una estrella de bronce de la Familia Chigi.
Los obeliscos se han integrado de forma natural en el decorado de Roma. Otro ejemplo es el Obelisco Macuteo en la Piazza de la Rotonda, en frente del Panteón, datado en época de Ramses II:
Y otro ejemplo que encontramos, un obelisco dedicado a Ramsés II, traído de Heliópolis y que se alza en el centro de la plaza del Popolo. El Obelisco Flaminio, como se le conoce, es el segundo más antiguo y uno de los más altos de Roma con 24 metros, o 36 contando el pedestal. Su antigua ubicación en el Circo Máximo, data del año 10 a.C., por orden del emperador Augusto. Fue también el arquitecto Domenico Fontana quien lo transportó a su actual ubicación por orden del papa Sixto V:
Muchos de los antiguos emperadores romanos estuvieron en Egipto y uno de los trofeos más preciados para un conquistador romano era un obelisco egipcio. Símbolo de la divinidad y la inmortalidad para los faraones, en Roma se consideraban uno de los objetos saqueados de mayor valor y se utilizaban para decorar templos, circos y mausoleos. Desenterrados durante el Renacimiento, pasaron a ser símbolo de poder de los papas.
Hoy en día hay 13 obeliscos gigantes en Roma, pero uno de los más importantes es el Obelisco del Vaticano (de 25,37 metros, y 15 metros más con la base, y 331 toneladas), en la Plaza de San Pedro, esculpido en granito de Asuán durante el reinado de Nebkaure Amenemhet II (1992-1985 A.C.), fue ubicado originalmente delante de la torre del Templo del Sol en Heliópolis. En el año 37 D.C. el emperador Calígula lo llevó hasta Roma como una muestra más de los tesoros conquistados por el imperio en Egipto, y fue erigido en el Circo de Calígula (más tarde Circo de Nerón). Todavía seguía allí en 1585, cuando el papa Sixto V ordenó que se trasladará a su localización actual.
Llegaron cientos de arquitectos con sus planes para mover el gran obelisco, pero el de Domenico Fontana (1543-1607) pareció el más prometedor en cuanto a resultados y éxito: ideó un gigantesco andamio en el que cada pata se componía de tres troncos atados conjuntamente. El obelisco fue transportado hasta su nuevo emplazamiento rodando sobre troncos, un proceso que duró un año completo y que cautivó por su complejidad a la población de la ciudad. Para su traslado fueron necesarios 900 hombres, 140 caballos y 47 enormes poleas:
La historia cuenta que, por órdenes del Papa, nadie podía hablar o hacer ruido y cualquiera que lo hiciera sería excomulgado, esto para procurar una concentración y coordinación entre todos los que participaron en la hazaña. Sin embargo, un marinero desobedeció y gritó "acqua alle funi" (mojar las cuerdas). El Papa perdonó a este personaje por salvar al obelisco y en gratitud se hizo costumbre que las palmas usadas en el domingo de ramos fueran traídas del pueblo original del marinero, Bordighera.
Durante la Edad Media, se creía que la esfera de bronce en la punta del obelisco contenía las cenizas de Julio Cesar. Cuando se cambió la ubicación del obelisco, se cambió el globo de bronce por una cruz y una estrella de bronce de la Familia Chigi.
Los obeliscos se han integrado de forma natural en el decorado de Roma. Otro ejemplo es el Obelisco Macuteo en la Piazza de la Rotonda, en frente del Panteón, datado en época de Ramses II:
Y otro ejemplo que encontramos, un obelisco dedicado a Ramsés II, traído de Heliópolis y que se alza en el centro de la plaza del Popolo. El Obelisco Flaminio, como se le conoce, es el segundo más antiguo y uno de los más altos de Roma con 24 metros, o 36 contando el pedestal. Su antigua ubicación en el Circo Máximo, data del año 10 a.C., por orden del emperador Augusto. Fue también el arquitecto Domenico Fontana quien lo transportó a su actual ubicación por orden del papa Sixto V:
Sabía que ibas a poner algo relacionado con Egipto jajaja. Genial el post.
ResponderEliminarPero solo hay 13 obeliscos en Roma? Porque yo juraría que vi más, si precisamente con mi hermana comentábamos que había obeliscos por todas partes jeje.
Por cierto, las fotos muy guapas. Pues nada, vete pensando el próximo jajaja. Y muchas gracias por colaborar.
Gracias a ti por darme esta oportunidad. :)
ResponderEliminarEs que los hay originales del Antiguo Egipto y los hay mandados hacer después por los romanos.
Ya estoy pensando en el próximo, jeje! Cambiaré de tema...
Vale, postea de lo que quieras.
ResponderEliminarYo solo sé que había muchos obeliscos jaja.
Por cierto, si necesitas alguna etiqueta nueva la pones sin problemas y si quieres añadir o quitar algo de la plantilla lo mismo, con toda confianza.
ResponderEliminarFelicidades a las dos por el blog porque es auténticamente genial. Un beso.
ResponderEliminarAh pues acabo de enterarme de que son dos personas. Mi felicitacion tambien para ambas. Los temas son de lo mas interesantes y resulta muy ameno entrar aqui un rato.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias por pasarte Morfeo! :D Un besote.
ResponderEliminarLa Dame, hasta ahora sólo era Kassio, yo me acabo de estrenar. Un saludete.
La verdad es que hoy podemos encontrarnos obeliscos egipcios en cualquier ciudad del mundo. Trasladaron muchísimos. Incluso en España hay alguno por ahí. Totalmente descontextualizados, pero que le vamos a hacer
ResponderEliminarSaludos
El obelisco que falta en la entrada de Luxor está en Paris, en la plaza de la concordia creo, a cambio de un reloj para una mezquita que nunca funcionó.
ResponderEliminarPues vaya negocio hicieron los pobres...
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