Guerrero comanche |
En los albores del siglo XVIII los comanches eran cazadores recolectores que vivían en la frontera septentrional del reino español de Nuevo México. Se expandieron por el suroeste de los actuales Estados Unidos y crearon un imperio que controlaba una enorme red comercial, de Canadá a Ciudad de México. Influyeron a sus vecinos, aterrorizaron a los belicosos apaches e impusieron sus reglas de juego a los colonos.
Los comanches fueron un pueblo poderoso que tuvo en jaque a las potencias europeas que se atrevieron a enfrentarse a ellos. Entre 1750 y 1850 fueron el pueblo dominante en aquel vasto territorio, donde difundieron su lengua y su cultura. Extrajeron recursos y mano de obra de sus vecinos apaches y euroamericanos mediante el robo, el secuestro y los impuestos. De forma vertiginosa, se convirtieron en “los señores de las llanuras meridionales”.
Sus orígenes hay que buscarlos en la tribu de los shoshones, que se asentaba en las montañas de Utah. A finales del siglo XVII se escindieron en dos facciones. Una de ellas se dirigió hacia el sur y desapareció varios años de los registros arqueológicos, hasta que reapareció a principios del siglo XVIII en los documentos españoles con el nombre de comanches.
Se cree que el motivo de la migración de los shoshones al sur pudo ser su deseo de acceder a los caballos, que acababan de empezar a propagarse en gran número hacia el norte desde el territorio español de Nuevo México. Los comanches empezaron a adquirirlos en torno a 1690, y en pocos años prosperaron gracias a su repentina capacidad para desplazarse, cazar y guerrear.
En aquel tiempo los comanches formaron una alianza política y militar con la tribu ute, que reportó ventajas estratégicas a ambos grupos. En la década de 1710, tan sólo una generación después de haber conseguido los primeros caballos, los comanches iniciaron incursiones en el norte de Nuevo México. Los ute llevaban comerciando en este territorio desde la década de 1680 y habían acumulado suficientes armas y utensilios de metal de origen español para entregar algunos a sus aliados. Aquel regalo de los ute hizo que los comanches pasaran de la Edad de Piedra a la del Hierro en un abrir y cerrar de ojos. También con la ayuda de los ute los comanches se incorporaron al comercio de esclavos, una práctica consolidada en Nuevo México y estimulada por las ambigüedades del sistema legal y colonial que imponía el imperio español.
Antes de entrar en batalla, los “señores de las llanuras” pintaban sus caballos con franjas rojas, negras y blancas, y teñían sus propios cuerpos de rojo para mostrar al enemigo una imagen aterradora. Los jefes de las partidas de guerra utilizaban tocados o penachos de plumas de águila, y algunos de los guerreros más intrépidos se cubrían la cabeza con un gorro hecho con un escalpe de búfalo, que iba adornado también con plumas e incluía los cuernos del animal.
Ranchería comanche (George Catlin) |
Los comanches vivían en rancherías, que estaban compuestas en torno a unas 200 tiendas (tipis), cuya población podía ser de unos 600 habitantes. Podían albergar cerca de 2.000 caballos, su bien más preciado. Pero tantos animales acababan rápidamente con los pastos, razón por la cual las rancherías se trasladaban de un lugar a otro cada diez o quince días. La familia, compuesta por un guerrero, esposa e hijos, vivía en una tienda hecha de piel de bisonte. Cada ranchería tenía dos jefes, uno de paz para redimir cuestiones tribales y otro que trataba los asuntos bélicos. Vestían con pantalones y taparrabos de piel curtida y se armaban con lanzas, flechas y rifles. El chimal (escudo) era elaborado con cuero muy grueso y en el centro llevaba un amuleto que los protegía de heridas y otros males. Los guerreros eran aquellos hombres capaces de asistir al combate. Durante interminables horas, alrededor de una gran fogata, los comanches practicaban danzas. También celebraban una ceremonia de paz en la que sacrificaban un caballo, que era depositado en un hoyo junto a algunas armas de los bandos enfrentados. Se tomaban muy en serio los tratados de paz, razón por la que las autoridades coloniales los trataban como un bloque social y cultural.
Continuará
Fuente:
Guillermo Soto. El Imperio Comanche. Amos y señores de las llanuras - Muy Historia nº 57
Más información:
El Imperio Comanche. Pekka Hamalainen (libro). Ed. Península, 2011.
Completo e interesante. Muchas gracias, volveré para descubrir más. Me gustó mucho. Saludos
ResponderEliminarCuantos pueblos fascinantes no conocemos porque nuestra historia no los considera importantes...
ResponderEliminarQuero receber de novo as revelações pelo meu e-mail
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