

En junio de 1933, el gobierno nacionalsocialista dicta las primeras normas a las que se debía ceñir el arte, estas pretendían preservar el cine alemán de influencias extranjeras consideradas dañinas: se limitó la proyección de películas extranjeras, se fundó el Banco de Crédito Cinematográfico, que apoyaría la producción nacional, y la Reichsfilmkammer, la cámara oficial para el cine que afiliaba, obligatoriamente, a todos los profesionales del sector. En febrero de 1934 se dicta un nuevo reglamento por el que se estableció la censura previa a los guiones y se endureció la censura posterior, una oficina especial vigilaba las importaciones y exportaciones de filmes cuidando que reflejaran el espíritu nazi y que sus productores fueran de raza aria. En secreto, el proceso de nacionalización de la industria, completado en 1942, ya había comenzado. Incluso se elaboraron informes sobre los efectos de las películas en la audiencia, el control del régimen sobre la producción cinematográfica era total. El cine informativo fue el más utilizado para la propaganda. Este género había adquirido prestigio durante la Primera Guerra Mundial. Para el público de la época, era reflejo de la realidad y además tenía la ventaja de contar con la imagen, que originaba producciones baratas y enormemente eficaces en su objetivo. Por supuesto la objetividad que se le suponía a estas producciones desapareció con la manipulación del gobierno. La creación de estereotipos u opiniones impuso limitaciones argumentales y estéticas, lo que no limitó su gran influencia social. Los documentales también sirvieron de instrumento para difundir la propaganda nazi. Su estructura era simple, se basaban en la creación del líder y el enemigo, y en la repetición de este planteamiento. El primero, era siempre concebido como un ser carismático y salvador, aquel con el que todos querían identificarse. Esto producía una relación con el espectador de rango emocional, casi religioso, que generaba en el vapuleado pueblo alemán un sentimiento de superioridad. Este líder era el Führer, cuya fuerza y firmeza eran comparadas con el desbarajuste de la democracia. Por supuesto las identificaciones siempre dejaban claro que el Führer era la voz del pueblo. El ejemplo más claro de este modelo es "El triunfo de la voluntad", de Leni Riefenstahl, único de estos filmes protagonizado por el propio Hitler. Otro tipo de cine propagandístico era el constituido por los llamados Party Film, el arquetipo que creaba este tipo de películas era el del buen militante, en ellos se reiteran una y otra vez los principios morales del nacionalsocialismo: la muerte heroica, los símbolos nazis, la exaltación de la raza aria y la camaradería entre los miembros del partido. Su producción estuvo condicionada por la consecución del objetivo que perseguían, de modo que cuando el partido alcanzó el poder dejaron de producirse. Al final de la guerra el cine se radicalizó políticamente, llegándose a encumbrar a destacados miembros de las SS a altos cargos de la industria. Esto tejió sobre las películas producidas un velo de terror al mismo tiempo que se seguía insistiendo en la victoria sin concesiones para elevar la moral civil, objetivo demasiado ambicioso partiendo del hecho de que los cines estaban destruidos o cerrados. El final se aproximaba, pero a Goebbels aún se le ocurrió una última treta, olvidarse del presente y recurrir a la historia como de hecho había ocurrido antes de la guerra. Como se había hecho con los acontecimientos presentes, la historia fue manipulada a tenor de las circunstancias. Fuente consultada: El Secreto de Zara
Muy interesante, madame. Claro, el cine tambien servía para difundir propaganda. Podia ser un arma muy eficaz y poderosa para manipular a las masas.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
De hecho mucho de los documentales que nos han llegado como por ejemplo el "Die Deutsche Wochenschau", fueron un esfuerzo de Goebbels para levantar la moral del ejercito ante las adversidades sufridas en campaña.
ResponderEliminarEn efecto, el señor Goebbels era un experto en manipular la información. Ese era su trabajo en el Reich. Luego le han salido imitadores por todas partes. Ya sabes eso de "Calumnia, calumnia que algo queda".
ResponderEliminarSobre la manipulación decir que era algo corriente en los sistemas totalitarios de la época. También Stalin hizo de las suyas. Ver si no mi última entrada del blog.
Un saludo.
Seguro que así llegaban más a la gente y les comían el tarro.
ResponderEliminarCOMO HOY HOLLYWOOD MANIPULA LAS MENTES
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