Volksempfanger VE301 |
Cuando el partido nazi llegó al poder en 1933, uno de los mayores desafíos que encontró el ministro de propaganda, Joseph Goebbels fue cómo llevar el mensaje del gobierno a todos los alemanes. Pronto se dio cuenta de las posibilidades que ofrecía la radio como arma de propaganda masiva. El primer paso fue controlar la programación. En 1933 se creó la Corporación de Radiodifusión del Reich, que aglutinaba unas cuantas emisoras regionales que fueron nacionalizadas. Se prohibió la publicidad y se sustituyó la programación convencional por programas de alto contenido político, acordes con las consignas del partido.
Pero el principal problema era que los receptores resultaban demasiado caros para la mayoría de la población. Existían clubes y asociaciones en los que sus miembros se reunían para escuchar un mismo aparato. Estas asociaciones fueron objetivo de los nazis, que habían comenzado a infiltrar a sus partidarios en ellas, pues eran un lugar ideal para comprobar si su mensaje llegaba a la gente. Después de las emisiones se producían debates en los que los nazis podían identificar a los que expresaban opiniones contrarias a su ideología.
Pero la gente también quería escuchar la radio en su casa, por lo que los nazis decidieron crear su propio aparato de radio, asequible para la población: la Volksempfanger o "radio del pueblo". Para ello, Goebbels convocó al ingeniero Otto Griessing encargándole un receptor económico que sería presentado en agosto de 1933 en la Feria Internacional de la Radio de Berlín. El aparato se llamaría VE (Volks Empfanger) 301 (30/1, fecha en que Hitler se convirtió en canciller). El modelo fue la estrella de la feria. En los seis años siguientes se venderían 7 millones de aparatos.
La VE301 fue lanzada a un precio de 76 marcos, más accesible que el de sus competidoras en el mercado. En 1933, un trabajador alemán ganaba entre 120 y 150 marcos mensuales, por lo que gastar la mitad del sueldo en un aparato de radio no parecía convencer a los consumidores. Posteriormente llegaría una versión más barata, la DKE38, que costaba 35 marcos y que fue bautizada por la gente "el hocico de Goebbels".
“Toda Alemania escucha al Fuhrer con la Volksempfanger” |
La VE301 y su hermana pobre presentaban muchas limitaciones para escuchar otras emisoras que las manejadas por el régimen, y sólo por la noche y con antenas especiales era posible sintonizar radios de otros puntos de Europa. A partir del inicio de la Segunda Guerra Mundial se prohibió escuchar toda emisión de fronteras afuera. Un papel pegado a los receptores en el momento de su venta decía: "Piense en esto. Escuchar emisoras extranjeras es un crimen contra la seguridad nacional y contra nuestro pueblo. Es una orden del Führer, y su no cumplimiento será castigado con prisión y trabajos forzados". En los territorios ocupados durante la guerra, el simple hecho de escuchar cualquier emisora de radio podía ser penado con la muerte.
Resuelto el tema del medio, la programación se fue reestructurando para que nadie hablara de nada que contradijera la palabra oficial y para que cada nota musical, cada sonido, fueran consecuentes con las ideas del partido nazi. Se transmitían no sólo los discursos del Führer sino también los de los máximos líderes del partido y del gobierno. Había charlas sobre nacionalsocialismo destinadas al público en general y otras para segmentos específicos, como las amas de casa y los obreros. Paulatinamente primero y de manera acelerada más tarde, la música clásica y popular alemanas fueron desplazando a las de otras latitudes. El jazz fue eliminado por "negroide y decadente" y los compositores de origen judío fueron prohibidos.
Familia alemana escuchando la radio |
Llegó un momento en que la audiencia alemana se cansó de la uniformidad –y de las proclamas e informes triunfalistas– y empezó a dejar de escuchar la radio. Goebbels ordenó entonces que al menos el 70% de la programación estuviera dedicada a la música ligera. En abril de 1945, cuando los aliados rodeaban Berlín y Hitler se refugiaba en su búnker, Radio Berlín, emitiendo desde las ruinas, informaba que Alemania estaba a punto de ganar la batalla de la capital. El 20 de abril, día del cumpleaños del Führer, el propio Goebbels proclamaba a la audiencia que el curso de la guerra estaba girando a favor de los nazis.
El 1 de mayo, los alemanes se enteraron por Radio Hamburgo que todo terminaba, con el mismo tono marcial y la misma línea mentirosa que había impuesto Goebbels: tras interrumpir la programación para dar "una grave e importante noticia", se escucharon fragmentos de ópera de Wagner y algunos acordes de la Séptima sinfonía de Bruckner, para dar lugar a una voz sonora: "Nuestro Führer, Adolf Hitler, luchando hasta el último aliento contra el bolchevismo, cayó por Alemania esta tarde (había sido la tarde anterior), en su cuartel general de la Cancillería del Reich".
Era el final del régimen nazi y también de la Volksempfänger, que dejó de producirse de inmediato, aunque tantos eran los aparatos en actividad que dieron a un ingeniero eléctrico sin dinero llamado Max Grundig la oportunidad de poner en marcha un negocio propio: arreglar y vender los receptores. Se hizo rico y más tarde, ya con marca propia, famoso.
Fuentes:
* Perfil.com
* Cabovolo
Nos estremecemos al ver la manipulación nazi de la información, pero en la actualidad muchos medios y gobiernos realizan prácticas no demasiado diferentes de ellos.
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarEl totalitarismo en accion!
ResponderEliminarLastima que aun continue en mayor o menor escala, sublime o descarado segun la parte del mundo en que nos encontremos...
Excelente entrada, Muy interesante.
ResponderEliminarOs propongo que nos incluyamos en nuestros blogs como blogs amigos o también hablan de historia así nuestro trabajo puede llegar a más gente.
Yo ya os he incluido en mi blog. El Cajón de Grisom
www.elcajondegrisom.com
Un abrazo. Seguid así.
La radio ocupaba el lugar que hoy lo hace la prensa o la televisión. Controlarla suponía ganar una batalla e incluso una guerra.
ResponderEliminarUn saludo.
De Joseph Goebbels tenemos los ejes de la publicidad actual, entre los cuales destaca: "Repite una mentira miles de veces, terminará por ser creída".
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