Ya en 1937, antes de acabar la guerra, en el bando franquista se crearon dos juntas de censura, en Sevilla y en La Coruña, qué más tarde darían pie a la llamada Junta Superior de Censura Cinematográfica. El objetivo era preservar los valores morales y sobre todo controlar el contenido ideológico de las películas.
Esta junta estaba presidida por el director general de Cinematografía y la integraban representantes del Departamento de Propaganda, del ejército y, por supuesto, de la Iglesia. Todo lo relacionado con la patria, la religión y la familia era intocable.
En los primeros años de la posguerra, se puso especial énfasis en censurar películas de contenido antibelicista o antifascista. Sátiras del nazismo como El gran dictador (Charles Chaplin, 1940) o Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942) fueron prohibidas y no se pudieron estrenar hasta la década de los 70. En otros casos, como el de Casablanca (Michael Curtiz, 1942), por medio del doblaje se ocultó que el personaje interpretado por Humphrey Bogart había combatido en la Guerra Civil con las Brigadas Internacionales. En 1940 se prohibió citar en la publicidad de las películas los nombres de 29 estrellas de Hollywood, entre ellas Chaplin, Bette Davis o Joan Crawford.
En 1951 se creó el Ministerio de Información y Turismo, dirigido por el ultraconservador Gabriel Arias-Salgado, quien presumía de que “salvaba almas” a través de la censura. A partir de este momento las películas nacionales empezaron a estar más vigiladas. El cineasta Luis Buñuel, que vivía exiliado en México desde el final de la guerra, volvió a España para rodar Viridiana (1961). Si bien en un principio pasó la censura sin demasiados problemas sólo con algún pequeño retoque, los censores no previeron que tras el éxito en el Festival de Cannes el periódico vaticano L’Osservatore Romano iba a tacharla de inmoral y blasfema. La reacción entonces no se hizo esperar: se prohibió la película, se destituyó al director de cinematografía, se acosó a la productora y se persiguió la difusión del filme en el extranjero.
Otros ejemplos de cómo actuaba la censura los encontramos en la película El extraño (Orson Welles, 1946), en la que el protagonista pasaba, gracias al doblaje, de ser un criminal de guerra nazi a ser un peligroso espía soviético, o en ¿Vencedores o vencidos? (Stanley Kramer, 1961) en la que se eliminaron las imágenes documentales de los campos de exterminio.
En cuanto al sexo la censura era implacable. Besos, muestras de cariño efusivas, cuerpos con poca ropa, bailes desenfrenados, divorcio, adulterio… nada escapaba al ojo del censor eclesiástico. Las cintas eran analizadas escrupulosamente y se clasificaban en una escala que iba del 1 (“para todos los públicos”) al 4 (“gravemente peligrosa”).
Con la muerte del dictador en 1975 el muro de contención de la censura empezó a resquebrajarse. El primer desnudo integral del cine español fue protagonizado por María José Cantudo en La trastienda (Jorge Grau, 1976), iniciándose la llamada época del “destape”.
El caso “Mogambo”
El estreno y censura de la película Mogambo (John Ford, 1953), es un buen ejemplo de lo esperpéntico del régimen. Para evitar que se viera un caso de adulterio, a los censores no se les ocurrió otra cosa que, a través del doblaje, convertir al matrimonio protagonista en una pareja de hermanos. Sin embargo, aunque cambiaran los diálogos, las imágenes de las demostraciones de amor entre el matrimonio estaban ahí, por lo que lo único que se consiguió fue transformar un adulterio en un incesto. Este error mortificó durante años a los censores.
Fuente:
Carlos Joric. Las tijeras de Franco. Historia y Vida nº 564
Más información:
El cine de Juan Antonio Bardem y la censura franquista (1951-1963) : las contradicciones de la represión cinematográfica / Juan Francisco Cerón Gómez
Censura sexual del cine en España: una breve historia
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.