20 de abril de 2014

Moda japonesa en el siglo XVIII

Desde finales del siglo XV, la prenda exterior básica de los japoneses había sido el kosode, ancestro del kimono, una especie de túnica abierta con patrón en forma de T que se ajustaba a la cintura con una faja. Tenían el mismo corte para hombres y mujeres, y decoración parecida. Ambos sexos gustaban de los elementos ornamentales grandes y llamativos y de los bordados con hilo de oro, siempre que pudieran permitírselos.

Al entrar el el periodo Edo, las cosas cambiaron de forma radical. Por un lado, pronto empezaron a distinguirse los motivos ornamentales de las ropas de hombre y de mujer. Las damas se reservaron la coloración colorida y vistosa, mientras que los caballeros se decantaban por motivos pequeños y simples. Asimismo, a medida que se separaban los diseños por géneros, los bordados de hilo de oro fueron también sustituidos por estampados, quizá debido a las leyes contra el lujo que promulgó el gobierno.

En el Japón Edo, las clases pudientes estaban sometidas a una minuciosísima normativa dictada por el shogunato, que establecía la indumentaria apropiada para cada uno según su rango. Los vestidos lujosos estaban reservados por ley para la aristocracia, y su uso por damas de clase inferior se castigaba severamente.

Más asociadas aún con las modas en el vestido estaban las geisha, las célebres cortesanas que reinaban en los barrios de placer de Edo, el llamado "mundo flotante". Lejos de ceñirse modelos ancestrales, eran ellas quienes creaban las tendencias, que enseguida circulaban rápidamente por todo el país gracias a las estampas en las que se las representaba, un poco a la manera de las actuales revistas de moda.

En cuanto a los hombres, el personaje más característico del Japón Edo fue sin duda el samurái. Su atuendo estaba compuesto por dos prendas principales: un amplio pantalón o hakama y una prenda superior que podía ser una suerte de chaleco con los hombros muy exagerados o bien una especie de chaqueta larga y abierta llamada haori.

Los japoneses de clase popular se enfrentaban también a numerosas restricciones vestimentarias. Les estaba prohibido emplear tejidos lujosos para sus ropas, y había zonas en las que sólo podían poseer un traje de cáñamo para el verano y otro de papel para el invierno, como ordenaba un decreto de 1674 a los campesinos de la región de Tosa, en el suroeste del país.


Fuente:
Irene Seco Serra. Historia National Geographic nº 123

1 comentario :

  1. Curioso que las "geisas" impusiesen de alguna manera la moda al resto. Algo que en parte hemos copiado en el mundo occidental: tacones de aguja, ropa superceñida, labios pintados... No voy a decir qué colectivo hizo uso y abuso de esta indumentaria que luego copiaron muchas mujeres.
    Siempre es grato pasarse por esta página, aunque muchas veces tan sólo sea como lector curioso.
    Un saludo.

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