El nacimiento del primer jabón se pierde en la noche de los tiempos. Los egipcios ya utilizaban un producto jabonoso que consistía en una mezcla de agua, aceite y ceras vegetales o animales, fórmula que fue utilizada también por los griegos y los romanos. En el siglo I d.C., el historiador romano Plinio el Viejo describió las diversas formas de jabones duros y blandos que contenían colorantes, conocidos como rutilandis capillis, que utilizaban las mujeres para limpiar sus cabellos y teñirlos de colores brillantes.
En el siglo VII existía una potente industria en España e Italia y fue precisamente en la ciudad italiana de Savona donde se empezó a elaborar un jabón de aceite de oliva que también hacían los musulmanes.
En el siglo XV aparece el jabón de Marsella, el precursor de los jabones actuales, preparado con una mezcla de huesos (ricos en potasio) y grasas vegetales. La industria jabonera floreció en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas por la abundante presencia del aceite de oliva y la sosa natural. Hacia el año 1500, introdujeron sus descubrimientos en Inglaterra. Esta industria creció rápidamente en ese país y en 1622 el rey Jacobo I le concedió ciertos privilegios.
En 1783, el químico sueco Carl Wilhelm Scheele simuló de forma accidental la reacción que se produce hoy en el proceso de hervido en la fabricación del jabón, cuando el aceite de oliva, hervido con óxido de plomo produce una sustancia de sabor dulce que él denominó Ölsüss, pero que hoy se conoce como glicerina. En 1791, el químico francés Nicolas Leblanc inventó un proceso para la obtención de carbonato de sodio o sosa, utilizando sal ordinaria, que revolucionó la fabricación del jabón.
En algunas zonas del continente americano, el jabón se hacía principalmente en el ámbito doméstico utilizando grasas animales derretidas. Sin embargo, hacia 1700, los habitantes de algunas zonas obtenían la mayor parte de sus ingresos de la exportación de cenizas y grasas empleadas en la fabricación del jabón.
Durante la II Guerra Mundial, los americanos desarrollaron un tipo de jabón que podía utilizarse con agua del mar, pensando en los marines destinados en el Pacífico: así nació el jabón dermatológico, el menos agresivo de todos los jabones.
Fuentes:
- www.saber.golwen.com.ar
- Mundo belleza
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El mejor invento después de la cama y las patatas fritas.
ResponderEliminarHace tiempo también hice una entrada sobre algo tan necesario:
http://latinajadediogenes.blogspot.com/2010/10/el-revolucionario-invento-del-jabon.html
Un saludo.
Anterior, y de donde proceden los europeos como el de Marsella, está el jabón de Alepo, completamente natural, de aceite de oliva y laurel, que se sigue elaborando igual a como se hacía hace dos mil años, en pequeños bloques que se dejan secar al sol de Siria durante varios meses antes de ser consumidos. Tiene grandes propiedades dermatológicas. Yo lo he usado alguna vez, por probarlo. En algún mercadillo medieval, de esos que ponen en las fiestas, se puede encontrar y tras lavarse con él y enjuagarse se nota perfectamente la ausencia de los suavizantes añadidos de los jabones comerciales. Un saludo.
ResponderEliminarCreo recordar que los romanos, además, usaban un aceite con el que se impregnaban el cuerpo y luego lo raspaban, para eliminar las impurezas.
ResponderEliminarBonita entrada. Aunque me ha hecho recordar al libro El perfume (uno de mis favoritos)...
Un abrazo
Si tambien me recordo esa novela que me engancho ,algo tan cotidiano y tan desconcido ...hasta ahora, curioso.
ResponderEliminarObrigada pela informação.
ResponderEliminarHistória do Consumo e História da Vida Privada são meus interesses.
Abraço