Desde luego, pocas enfermedades ofrecen una historia tan amplia y variada como la epilepsia. Con causas de lo más diversas: desde estar poseídos, endemoniados o enfermos mentales; con una larga lista de nombres que la describirían según la "causa" de la misma y con una nutrida lista de remedios (la mayoría ineficaces hasta principios del Siglo XX).
Miles de años antes de Cristo, las antiguas culturas hacían referencia a la sintomatología, el diagnóstico y el tratamiento de la epilepsia. En la búsqueda del origen de este desorden, cada civilización hizo interpretaciones que se relacionaron con la superstición, los poderes sobrenaturales o la posesión demoníaca.
El saber epileptológico era en la Edad Media cristiana menor que en la época del médico griego Hipócrates, más de 1500 años antes.
Sería Hipócrates la primera persona que describiese el origen de la epilepsia de manera correcta. Declarándola una enfermedad natural que provenía del cerebro. Hipócrates en su afán de separar la superstición de la epilepsia anunciaría: “Conviene que la gente sepa que nuestros placeres, gozos, risas y juegos no proceden de otro lugar sino del cerebro. A cerca de la 'enfermedad sagrada' no me parece más sagrada que las demás enfermedades, sino que tiene una causa natural. A mi parecer, aquellos que hicieron sagrada esta afección eran iguales que los actuales magos y purificadores, impostores y charlatanes que utilizan lo divino para ocultar su impotencia por no contar ninguna ayuda que ofrecer...”.
Pero Hipócrates siguió siendo un predicador, los prejuicios y la superstición eran más fuertes. De hecho, la creencia extendida en muchos países, de considerar que lo que le sucedía a quien sufría una crisis epiléptica era producto de una fuerza o energía sobrenatural se reflejó en el nombre otorgado a este desorden: “epilepsia” deriva de la palabra griega 'epilambanein', que significa agarrar o atacar.
Entre los muchos mitos, uno predominó: la creencia en el demonio como poseedor de los enfermos epilépticos. Además, en la Edad Media se consideraba a la epilepsia como una enfermedad de carácter contagioso. De tal forma que, como a los leprosos y los infestados por la peste, a estos enfermos se les aislaba de la sociedad.
Casi ninguna otra enfermedad ha tenido tantos nombres como la epilepsia a lo largo de la historia.
La humanidad de todos los tiempos se ha ocupado de forma intensiva con esta enfermedad, ya que se trataba y se trata de una enfermedad muy frecuente: un 0,5% de todas las personas padecen esta enfermedad, y producía una reacción de miedo y temor.
Los diferentes nombres que la enfermedad recibió a lo largo de los tiempos, demuestra cuál fue para cada una de las épocas la etiología de la enfermedad (por ej, "enfermedad lunar": una enfermedad motivada por las diferentes fases lunares; "enfermedad demoníaca": mal ocasionado por espíritus dañinos). Los egipcios la denominaron "nesejet", ya que pensaban que era una enfermedad enviada por Dios y sumamente peligrosa.
Desde las épocas más antiguas, aparecería la epilepsia como enfermedad avergonzante, por ejemplo en el Código Hamurabi se permite la devolución de los esclavos si éstos padecían epilepsia.
No será hasta el Siglo XIX cuando el cerebro se empezara a estudiar, conocer sus funciones, y empezasen a considerar la epilepsia como enfermedad natural cuyo origen es el cerebro. Con los actuales conocimientos científicos debemos considerar a la epilepsia una enfermedad como cualquier otra. Dependiendo de su causa, su evolución puede ser benigna o maligna. No es una enfermedad mental. Y en muchos casos es curable.
Fuentes:
http://www.todosobreepilepsia.com/index.php?option=com_content&view=section&id=7&Itemid=75
http://www.epilepsiemuseum.de/alt/body_histores.html
http://usuarios.multimania.es/acepilepsia/conozcamos.htm
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Muy bueno el texto de Hipócrates, racional y moderno, totalmente obra de un científico.
ResponderEliminarYa habría charlatanes que dirían que estos enfermos estaban poseídos por el demonio.
Un saludo.
Por algo es el padre de la medicina. Demuestra lo negativas que llegan a ser las supersticiones para el desarrollo del ser humano.
ResponderEliminarSaludos.
No hay nada como leer a los clásicos de primera mano (bueno, de segunda, que yo sólo di Griego un curso en el bachillerato y no me da para tanto). Leyendo a Hipócrates te das cuenta de que un señor de su época era tan racional como cualquiera de nosotros. Por lo menos, de los que no seguimos a Rappel y secuaces.
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