Mujeres y cultura en Bizancio

Desde tiempos de Diocleciano (243-313 d.C.) las regiones orientales del Imperio Romano comenzaron a vivir su propia vida. La separación no fue sólo (como ocurre al principio) de carácter militar y político. El Imperio de Oriente se separó del tronco romanolatino para asumir una identidad histórica y cultural propia y específica ya en el siglo V. Una historia milenaria que duró hasta la conquista de Bizancio por los turcos en 1453.

En el cristianismo oriental las mujeres desempeñaron, a condición de ser viudas o vírgenes, el papel de diaconisas, es decir, de asistentes al culto. Sabemos también que la emperatriz bizantina Eudoxia, esposa de Arcadio (377-408) y madre de Teodosio II, se rodeó de consejeras viudas y entró en conflicto, en materia religiosa, con el patriarca de Constantinopla Juan Crisóstomo (354-407). Teodosio II secasó en el año 421 con una mujer ateniense de nombre Atenaide (que cambió por Eudoxia), hija del sofista ateniense Leoncio. Eudoxia, además de desempeñar un importante papel político, fue una conocida escritora. Nos han llegado algunos fragmentos de un poema sobre la guerra persa acometida por Teodosio II en el 423.

En todo el Imperio de Oriente la actitud hacia la instrucción femenina no fue muy positiva, y al menos hasta el siglo XII las mujeres cultas eran verdaderamente pocas, la gran mayoría era analfabeta. La poetisa Casia (s. IX) fue una excepción. Según la leyenda fue rechazada por el emperador Teófilo y se retiró a un monasterio, donde se dedicó a escribir versos y epigramas contra los hombres necios e ignorantes. Ana Comneno, hija del emperador Alejo I, también se dedicaba a estudios eruditos y fue historiógrafa. En quince libros, Ana reconstruyó la vida y las obras de su padre.

Fuente:
Las filósofas: las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento - Giulio de Martino, Marina Bruzzese, Alicia H. Puleo