4 de febrero de 2009
La higiene en la Edad Media
Baños medievales
La concepción generalizada es que en la Edad Media las personas no tomaban baños y vivían en un estado de completa suciedad, sin embargo parece que al menos en parte, esto es un mito. Historiadores señalan que durante la mayor parte de esta época existió (al menos en las ciudades) una actitud positiva hacia el baño, al que se otorgaban virtudes terapéuticas, si bien no tanto como ocurría en los tiempos de gloria de la Roma imperial y sus grandes termas.
Los baños públicos florecieron en las grandes ciudades europeas en el siglo XIII, y para el siglo XV ya eran algo normal en pueblos medianos. Al contrario que las elaboradas instalaciones de los baños romanos o árabes con grandes albercas comunes de distintas temperaturas, los baños medievales usaban tinajas de madera con agua caliente en las que cabían dos o tres personas. De hecho, muchas de las ilustraciones medievales que sobreviven en nuestros días muestran a la gente tomando baños comunales.
El baño era también una parte importante en los rituales de los caballeros medievales. Para su nombramiento, el candidato debía bañarse antes de pasar la noche en oración, con la finalidad de que estuviera corporal y espiritualmente purificado antes de convertirse en caballero.
La actitud de la iglesia hacia el baño no era positiva, lo condenaba ya que lo veía como un lujo innecesario y pecaminoso. Estudiosos también señalan que esa actitud proviene en parte de los primeros cristianos, donde los ascetas y eremitas evitaban el baño como un modo de autoflagelación. Es probable que de documentos religiosos que condenaban al baño es de donde proviene la actual concepción de que la gente de la edad media no se bañaba.
Parece que la sana costumbre del baño se vino abajo de la mano de las grandes epidemias medievales, cuando comienza a pensarse que el agua es la culpable de los contagios entre los cuerpos. Empieza entonces la época del baño “en seco”, restringiéndose el uso del agua a manos y cara.
Necesidades fisiológicas
La orina humana en la Edad Media tuvo muchos usos. Ésta era recogida en vasijas (dispuestas en las calles y en los rellanos de las escaleras) y se utilizaba en las lavanderías (por su alto contenido en amoniaco). La blancura de las lanas y los linos de senadores, emperadores, reyes, nobles y caballeros procedía de los orines de los pobres, los siervos y los campesinos.
La orina también era empleada para la higiene bucal: los europeos de esa época se lavaban la boca con sus propios orines.
Las casas de baño acostumbraban a verter sus desechos en fosas o pozos negros, los cuales frecuentemente estaban situados junto a los de agua potable, lo que aumentaba considerablemente el riesgo de enfermedades.
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