«Rey fuerte, rey del universo, rey de Asiria, rey de las cuatro partes,...». Con esta fórmula se presentaban ante sus súbditos los grandes monarcas asirios. El rey asirio era el eje del imperio, en torno al cual giraba todo el sistema. Su poder era absoluto y sin rival. No había ningún contrapeso a su autoridad. Ostentaba el poder sobre la vida y la muerte de sus súbditos, que le debían lealtad absoluta. Sin embargo, en la práctica su autoridad se veía limitada por ciertas costumbres religiosas, como la adivinación.
Dentro de este rígido sistema autocrático, la sucesión al trono era un proceso fundamental para preservar la posición central del rey. De ello dependía la supervivencia del imperio. Por esta razón, los monarcas asirios intentaron con éxito desigual reglamentar el proceso de sucesión al trono. En este sentido, se debe destacar la institución llamada bit riduti por los asirios, literalmente "la casa de la sucesión", que alcanzaría su máximo apogeo entre la dinastía de los sargónidas (722-631 a.C).
La casa de la sucesión asiria era un verdadero palacio en el que el príncipe heredero se iniciaba en el oficio de rey. El proceso se iniciaba con la elección del sucesor por parte del rey, que debía ser confirmada por los dioses, en particular por Shamash (dios de la justicia), a través de un complejo proceso de adivinación y consulta de oráculos. El rey hacía ratificar su decisión mediante un juramento de fidelidad, que afectaba tanto a la familia real y altos dignatarios como al pueblo de Asiria. El objetivo era el de evitar las usurpaciones.
Dentro ya de la casa de la sucesión, el heredero iniciaba su formación. En compañía de su séquito y mentores, el sucesor iba asumiendo progresivamente responsabilidades en la administración del imperio, como parte de su preparación como rey. La educación del príncipe heredero incluía, entre otras cosas, el aprendizaje de la etiqueta real, de la pericia militar, y de la sabiduría y la erudición tradicionales. En estos campos era instruido por los expertos que se le asignaban cuando se trasladaba a la casa de la sucesión.
Fuente:
* Juan Luis Montero Fenollós. Asiria, el imperio del río Tigris. Clío Nº 108, pág. 20
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