20 de octubre de 2014

Las batallas más ridículas de la historia

A lo largo de la historia ha habido muchas guerras y batallas, algunas realmente curiosas o incluso rozando el ridículo. Veamos algunos casos.

1. El 5 de abril de 1242, los Caballeros Teutónicos de Livonia libraron la Batalla del Hielo, sobre el lago helado Peipus, en la República de Nóvgorod, estado medieval del norte de Rusia. El objetivo era convertir a los ortodoxos bálticos al catolicismo. Los novgorodeses, armados con un equipo ligero, consiguieron hacer huir en desbandada a los teutónicos, que corrieron desordenadamente con sus pesadas armaduras hasta que la superficie del lago se quebró. Normalmente se dice que no es buena idea atacar Rusia en invierno, pero todo indica que la primavera tampoco es una época ideal para hacerlo, a no ser que llevemos ropa cómoda y no metálica.

2. 17 de septiembre de 1788. Batalla de Karánsebes. El ejército austriaco se ataca a sí mismo, creyendo luchar contra tropas otomanas. Murieron unos 10.000 soldados. El desencadenante fue una disputa por alcohol: los húsares se negaron a compartir unos barriles de aguardiente.

3. Edward Cecil partió al frente de una flota anglo-holandesa en 1625 con el objetivo de capturar la flota del tesoro española en la bahía de Cádiz. Parecía una buena idea, pero los despropósitos se acumularon: la mayor parte de los cien buques no eran más que carboneros con cañones, repletos de reclutas con tan poca experiencia que muchos no habían usado un arma antes de embarcar. Esto último no tenía mucha importancia, ya que resultó que la munición no era del calibre adecuado y muchos mosquetes no tenían boca.

Además, Cecil decidió dejar de lado a los comandantes más veteranos y llevarse a sus amigos. Con la intención de que lo tuvieran fácil, les preparó y envió un manual de instrucciones para la batalla. Que no recibieron hasta su regreso.

Tras un bombardeo en el que los proyectiles pasaban más cerca de sus propios barcos que del enemigo, Cecil logró desembarcar, habiendo olvidado las provisiones a bordo. Envió a un grupo de vuelta a los barcos en busca de alimentos y bebidas, pero este comando de avituallamiento jamás regresó.

Las tropas de Cecil consiguieron llegaron a unos edificios abandonados, donde descubrieron barriles de jerez. Los oficiales no querían que sus hombres se emborracharan, así que intentaron quitarles la bebida, decisión que fue respondida a balazos. Al día siguiente, Cecil decidió embarcar de nuevo con sus tropas resacosas, rumbo a las islas británicas. Durante el viaje de regreso, que en algunos casos duró meses, muchos soldados murieron de hambre.

Aun así, a su vuelta Cecil fue nombrado barón y primer vizconde de Wimbledon.

4. En 1648 y durante la Segunda Guerra Civil Inglesa, los parlamentaristas de Oliver Cromwell arrinconaron a los monárquicos en las islas Sorlingas, en la costa de Cornualles, donde sobrevivían en gran parte gracias a abordar barcos holandeses, aliados de los parlamentaristas. En consecuencia, los Países Bajos declararon la guerra a los rebeldes, que se rindieron a Cromwell en 1651, por lo que los holandeses se pudieron retirar victoriosos sin necesidad de hacer un solo disparo. Eso sí, olvidaron firmar un acuerdo de paz, cosa que no se hizo hasta el 17 de abril de 1986, por lo que esta guerra sin bajas duró 335 años.

Por cierto, técnicamente la II Guerra Mundial tampoco ha terminado. Japón y Rusia tambien deberían firmar un tratado de paz.

5. El 14 de octubre de 1883 el pueblo almeriense de Líjar le declaró la guerra a Francia después de que Alfonso XII fuera abucheado e insultado en Francia por su apoyo a Prusia. El 30 de octubre de 1983 se firmó el acuerdo de paz. Líjar cuenta actualmente con unos 500 habitantes.

6. En 1810 Suecia se vio derrotada por Napoléon. El tratado de paz firmado en París obligaba a los suecos a entrar en guerra con el Reino Unido. La declaración de guerra fue un mérito trámite burocrático, ya que los ingleses seguían atracando sus barcos en los puertos suecos. En 1812 y con un nuevo príncipe, Suecia firmó la paz con los británicos.

7. Tras la muerte del sultán de Zanzíbar Hamad ibn Thuwaini el 25 de agosto de 1896, su primo Khalid ibn Barghash llegó al poder mediante un golpe de Estado. Zanzíbar era independiente desde 1866, pero el sultán tenía que ser aceptado por el cónsul del Reino Unido, que prefería a Hamud ibn Muhammad. Bargash se negó a abdicar.

A las 9 de la mañana del 27 de agosto terminó el ultimátum británico y comenzó la guerra Anglo-Zanzibariana. A las 9:40 las tropas británicas entraban en el palacio del sultán y finalizaba la guerra Anglo-Zanzibariana.

Las tropas del sultán sufrieron 500 bajas mientras que entre los ingleses sólo resultó herido un marinero. El conflicto supuso además el fin de Zanzíbar como sultanato independiente.

8. La Guerra de Secesión de Conch Republic fue aún más breve. El 23 de abril de 1982 Dennis Wardlow, alcalde de los Cayos de Florida, se hartó finalmente del punto de inspección de tráfico de la patrulla fronteriza estadounidense y declaró la guerra a Estados Unidos, mediante el inusual y poco diplomático método de golpear con una barra de pan a un hombre vestido con un uniforme de la marina. Tras un minuto de rebelión, el entonces primer ministro Warlow se rindió y exigió mil millones de dólares de ayuda internacional para reconstruir la nación tras el conflicto.

9. La Guerra del Cerdo comenzó en 1859, cuando un campesino estadounidense de las islas de San Juan mató un gorrinete que se había colado en su sembrado. Fue un acto cruel y un fiasco internacional: el bicho era propiedad de un británico, y precisamente Inglaterra y Estados Unidos llevaban tiempo disputándose la soberanía del territorio.

Esto inició una escalada militar en la que soldados de ambos bandos llegaron a cruzar un buen puñado de insultos, esperando que el enemigo fuera el primero en disparar. Para evitar que la cosa llegara a mayores, Washington y Londres negociaron una ocupación conjunta y pacífica de las islas que terminó en 1872. cuando el arbitraje de Alemania concluyó que San Juan sería estadounidense.


Fuente:
Verne

3 comentarios :

  1. Las guerras son siempre estúpidas, pero algunas, como las que traes, son además de psiquiátrico.
    Un saludo.

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  2. La de los austríacos luchando contra sí mimos, en realidad una reyerta de taberna, por el número de víctimas resulta increíble.
    Un saludo.

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  3. Seguramente Gila desde su telefono en Lijar les declaro la guerra a los franceses... del resto, de desproposito a desproposito. Xd...

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