El cambio de orientación política, económica y social de la URSS y las dinámicas conocidas como glasnost (transparencia) y perestroika(reestructuración), también afectaron a Estonia, Letonia y Lituania, que formaban parte de la Unión Soviética de resultas del pacto Molotov-Ribbentrop, firmado por nazis y comunistas el 23 de agosto de 1939.
La nueva tolerancia de Moscú provocó, a mediados de los años 80, que la capital de Lituania, Vilnius, empezara la revolución cantando: la gente se reunía en plazas públicas a cantar temas tradicionales bálticos a favor de la libertad. Aquella agitación patriótica se contagió a Estonia y Letonia. De aquí salieron tres organizaciones políticas (no partidos), que se apuntaron algunos éxitos a base de manifestaciones multitudinarias: la devolución de la catedral de Vilnius, que era un museo, a la comunidad católica, el boicot a los representantes del Gobierno soviético de Letonia, o el cambio de parecer del soviet supremo de Estonia, que declaró la superioridad de las leyes propias sobre las soviéticas.
En agosto de 1988, los tres frentes populares creyeron que había que organizar algo sonado de cara al 50º aniversario de la firma del ignominioso tratado Molotov-Ribbentrop. No está claro de quién fue la idea, que surgió en una reunión en Pärnu (Estonia), el 15 de julio.
Cada uno de los organizadores volvió a casa con el encargo de conseguir el permiso del Partido Comunista de turno, de trazar una ruta que atravesara el país desde la capital hasta la frontera y de recoger firmas contra la ocupación soviética ilegal que derivaba del pacto de Stalin con Hitler.
La conjunción de esfuerzos se cerró el 12 de agosto en Cesis (Letonia), diez días antes de la celebración de la Vía Báltica, una impresionante cadena humana de 600 Km que unió Vilnius, Riga y Tallin gracias a dos millones de personas que unieron sus manos a las 7 de la tarde, durante 15 minutos. Era el 23 de agosto de 1989 y el acto acabó con repique de campanas en Lituania, y una misa para más de 5.000 personas en la plaza de la catedral de Vilnius.
La simpatía internacional que generó el movimiento más la desintegración de la URSS en 1991, hizo que la independencia de los tres estados fuese reconocida rápidamente.
Sufrieron una ofensiva militar rusa, contra la cual la población reaccionó cantando y levantando barricadas para que los tanques soviéticos no pudieran llegar a los parlamentos.
Fuente:
Arnau Cònsul, "Quan ens hem plantat". Sàpiens ,nº142
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