Aunque no lo parezca, en el mundo vikingo el comercio no era sólo cosa de hombres. Las evidencias arqueológicas y los escritos medievales dan a entender el papel de las mujeres en el comercio y en la administración de los bienes. Era habitual que las mujeres se quedasen a cargo de la granja familiar cuando los hombres se embarcaban en sus largas travesías, y esto incluía hacerse cargo de los negocios. Además, cuando algunas de estas mujeres se quedaban viudas, el comercio era una buena forma de ganarse la vida. Este fue el caso de Frideburg, una viuda rica que se convirtió al cristianismo y que viajó por la actual Suecia junto a su hija Catla para hacer crecer las riquezas familiares, según cuentan las crónicas de algunos monjes establecidos en la zona.
Otra prueba de la importancia de las mujeres en la administración de bienes, es el hallazgo de llaves de bronce en muchas sepulturas femeninas. Objeto habitual en las tumbas de vikingos adinerados, las llaves eran un símbolo de poder característico de esta cultura.
Algunas de estas tumbas eran realmente lujosas, como la de la reina de Oseberg, en la cual se encontró uno de los barcos mejor conservados de la época vikinga. La sepultura estaba decorada con sedas y tapices importados, un carro entero -el único que se conserva completo- y diversas figuras de madera.
Los análisis de ADN han confirmado que la reina se alimentaba de carne, todo un lujo en un mundo en el que sus habitantes comían habitualmente pescado.
Como curiosidad añadida, los estudios odontológicos revelan que utilizaba mondadientes metálicos para limpiarse los dientes, una muestra única de higiene bucal en pleno siglo IX.
Fuente:
Víctor Farradellas, Víkings un poble entre dos mons. Sàpiens nº 142.
Para saber más:
La importancia de las mujeres vikingas
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