Los años de experiencia como propietario de una cadena de supermercados, permitieron a Sylvan Goldman llegar a la siguiente conclusión: la gente no compraba más porque los cestos no eran lo suficientemente grandes. Inmediatamente, hizo otra deducción: si los cestos fueran muy grandes, también pesarían demasiado una vez llenos. Una noche de 1936 le llegó la inspiración: se le ocurrió poner una cesta encima de una silla plegable con ruedas en las patas. Con eso y un bastón para empujarlo concibió el primer carrito de supermercado.
Un mecánico llamado Fred Young ayudó a Goldman a construir unos carritos más sofisticados, con un cuerpo metálico y dos cestas de alambre que se podían poner y quitar. En un principio el invento no tuvo demasiado éxito porque las mujeres lo encontraban poco estético, y los hombres lo veían como una confesión pública de falta de fuerza. Entonces Goldman tuvo otra idea: contrató a unos cuantos figurantes, hombres y mujeres, para que se pasearan por sus supermercados con los carritos, haciendo ver que compraban. Y una amable señorita situada en la entrada del establecimiento proponía a los clientes que cogieran un carrito. A partir de entonces el invento fue sobre ruedas.
El invento de Goldman ha tenido muchas mejoras. Una la lanzó en 1946 otro norteamericano, Orla Watson, con la "puerta abatible" que permite encajar un carrito con el siguiente. Esto se perfeccionó más tarde con la cadena que une dos carritos y que se libera con una moneda.
Fuente:
Xavier Duran, Revista Sàpiens nº 138
Un tipo realmente listo. Luego vendría otro, el que inventó que los carritos se torcieran hacia un lado para que los clientes visitaran a la fuerza las promociones.
ResponderEliminarUn saludo y feliz 2014.