El Imperio azteca estaba implantado en el centro del actual México. Alcanzaba ambos océanos y abarcaba incluso parte de la actual Guatemala. Sumaba en torno al medio millón de kilómetros cuadrados y contenía una población estimada de unos veinte millones de habitantes. Lo formaba una alianza de tres ciudades-estado: Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlan, esta última la más importante y poderosa.
Desde unos 250 años antes de la llegada de Cortés, el Imperio había ido expandiéndose, sometiendo a un violento vasallaje a unos cuarenta pueblos vecinos. Ello suponía recaudar tributos en forma de alimentos, minerales y esclavos.
Su gobierno constituía una teocracia. Se elegía al jefe supremo entre los nobles de los veinte clanes en que se dividía la sociedad. Esta figura sagrada recibía el nombre de Huey Tlatoani (la voz escogida) y era al mismo tiempo sumo sacerdote, principal poder político y general en jefe.
La economía se basaba en una productiva agricultura, aprovechando la abundante agua de la que disponían y la mano de obra esclava, y en el comercio, basado en el trueque.
La leyenda afirma que Tenochtitlan se fundó en 1318 o en 1325, según las distintas crónicas aztecas, sobre una pequeña isla en medio del lago Texcoco. La ciudad estaba unida a tierra firme por tres largas y anchas calzadas. Decenas de miles de canoas surcaban diariamente las aguas del lago y de los canales que se mezclaban con las calles, llevando toda clase de productos a los mercados. Con su ubicación y el control azteca de las aguas lacustres mediante diques y puentes, era muy fácil de defender.
Cortés comentó que Tenochtitlan era la ciudad más grande y maravillosa que había visto nunca. Según dijo, doblaba el tamaño de Sevilla, y destacó las elevadas pirámides y los palacios de su centro. Se considera que residían en ella entre cien y doscientas mil personas, aunque en los días de mercado los visitantes duplicaban la cifra fácilmente. Tras unirse a otros islotes cercanos, parece que alcanzó la superficie total de trece kilómetros cuadrados.
Fuente:
Juan Carlos Losada. Historia y vida nº 525
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