22 de septiembre de 2018

Los manuscritos del mar Muerto (II)

Al descubrimiento de los manuscritos de mar Muerto siguieron las propuestas de identificación de la comunidad que aparecía en ellos: desde los fariseos, los saduceos y los zelotas (todos ellos contemporáneos de los esenios), hasta los primeros núcleos judeocristianos ─el "Mesías de Aarón y de Israel" del que hablan los textos sería Juan Bautista, mientras que el "Maestro de Justicia" sería Jesús─. Pero hoy en día la hipótesis del origen esenio de los manuscritos de Qumrán es la más extendida. Hace años se creyó que los manuscritos podrían proceder del Templo de Jerusalén, pero la crítica hacia los sacerdotes del Templo que aparece en los textos y la noción de que la comunidad habría reemplazado al Templo en sus funciones restan credibilidad a dicha teoría.


Se ha sugerido que las ruinas fueron una villa de recreo o un centro comercial, pero no ha podido probarse la existencia de ninguna ruta comercial próxima; por otra parte, la arquitectura de Qumrán difiere de la arquitectura rural propia de las villas de la zona, mientras que las sepulturas individuales de su cementerio contrastan con las habituales sepulturas familiares judías de ese periodo. El análisis químico de los restos de cerámica encontrados en las ruinas y en las cuevas donde fueron hallados los manuscritos ha confirmado la conexión entre éstos y los habitantes de Qumrán, que probablemente vivían en las cuevas cercanas o en tiendas, y que utilizaban los edificios como su centro de reunión y estudio.

Pero ellos no pudieron redactar todos los textos encontrados, ya que algunos manuscritos se remontan al siglo III a.Cm y hoy se piensa que Qumrán comenzó a ser habitado hacia el año 80 a.C. más bien que en torno a 130 a.C. Esto último se había supuesto a partir de monedas localizadas en el yacimiento y datadas en el reinado de Juan Hircano (134-104 a.C.), pero hoy sabemos que estas monedas no constituyen un criterio de datación definitivo puesto que siguieron circulando durante el siglo I a.C. Por otra parte, el estudio químico y paleográfico de los manuscritos ha descartado que sean obra de cristianos primitivos. Ahora bien, ¿fue Qumrán un centro esenio entre otros o bien sus habitantes eran esenios disidentes? La hipótesis de que la secta de Qumrán fue un cisma del esenismo ha prevalecido durante las dos últimas décadas. Según ella, el esenismo fue un influyente movimiento religioso surgido tras los dramáticos acontecimientos que Israel vivió a mediados del siglo II a.C. Por aquel entonces, la dinastía de los Seleúcidas (que gobernaba Oriente a la muerte de Alejandro Magno) impuso a los judíos el modo de vida griego, masacró a quienes se le opusieron y saqueó el Templo de Jerusalén. Al cabo de unos años, la familia judía de los Macabeos capitaneó una gran revuelta contra los Seléucidas y restableció las tradiciones religiosas judías y el culto del Templo. Pero los Macabeos se proclamaron sumos sacerdotes del Templo de Jerusalén, lo que disgustó a algunos sacerdotes esenios que pensaban que dicho cargo debía recaer en los antiguos linajes sacerdotales. Descontentos con la condescendiente actitud de los demás esenios hacia los Macabeos, estos sacerdotes se separaron del resto del grupo y tomaron el camino del desierto. Así surgió la comunidad de Qumrán.

El principal aval de la citada teoría ha sido la creencia de que el ejemplar de la Regla de la Comunidad hallado en la Cueva 1, con sus alusiones al desierto, era el documento fundacional de una comunidad cismática. Pero el estudio reciente de los otros ejemplares de dicha obra hallados en la Cueva 4, algunos anteriores al asentamiento de Qumrán, muestra que quienes se retiraron al desierto a comienzos del siglo I a.C. apenas elaboraron nada nuevo en relación con el grupo más amplio del cual provenían, cuyos orígenes seguramente se sitúan en la propia Jerusalén. Y que nunca rompieron con él, ya que conservaron sus escritos sin alterarlos. Simplemente, marcharon al desierto creyendo que podían llevar allí una vida acorde por completo con sus creencias. Esta perspectiva se ha impuesto en los últimos cinco años y coincide con el testimonio de Flavio Josefo, del siglo I d.C., según el cual había en el movimiento esenio dos "órdenes" cuyos modos de vida eran similares salvo por el mayor ascetismo de uno de ellos. Pero solo el tiempo puede decir qué sorpresas nos deparará el estudio de Qumrán y sus manuscritos.


Fuente:
* Carlos A. Segovia. "La biblioteca oculta de los esenios. Los manuscritos del mar Muerto". Historia National Geographic, Nº 88, Pág. 43-48


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