20 de febrero de 2016

Castillo de Santa Catalina (Jaén)


El castillo de Santa Catalina se levanta sobre un cerro (820 m. de altitud) que domina los llanos sobre el que se asienta la ciudad de Jaén, en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz. En su origen fue una fortaleza árabe edificada durante el reinado de Alhamar (Castillo Viejo) y reconstruido en 1246 cuando fue conquistado por Fernando III (Alcázar Nuevo), continuando las reformas Alfonso X el Santo y Fernando IV. En 1812 la ocupación francesa de las tropas de Napoleón produjo daños considerables, pero también se abordaron nuevas edificaciones como caballerizas y zonas de hospital y calabozos. Durante las guerras carlistas se efectuaron las últimas modificaciones. En 1907 el recinto fue adquirido por Manuel Ruiz de Córdoba, que fracasó en sus intentos de restauración. En el año 1948 lo compró el Ayuntamiento de Jaén que autorizó la construcción del actual Parador Nacional (año 1965) destruyendo gran parte de las estructuras históricas y arqueológicas.

El origen de su nombre rinde honor a Santa Catalina de Alejandría, patrona de la ciudad. Su aparición milagrosa al rey Fernando III el Santo fue trascendente en su decisión de conquistar esta villa a los árabes, gobernados por Almmaun I de Arjona (Alhamar).


Con la llegada de los árabes a Jaén continúa la necesidad de mantener las anteriores fortificaciones, por lo que a lo largo del siglo VIII se reconstruye una alcazaba islámica que pasará a manos cristianas cuando Fernando III conquista la plaza al rey Alhamar, en el año 1246. De las murallas musulmanas se tienen documentadas varias puertas, ya desaparecidas como la Puerta de Martos, Puerta del Sol, Puerta de Baeza, Puerta del Sol, Puerta de Granada, Puerta de Aceituno, Puerta de Noguera, Puerta del Portillo, Puerta del Portillo de San Sebastián, Puerta de Santa María y Puerta de San Agustín.

A partir de la conquista cristiana se suceden distintas fases de remodelación, conociéndose con los nombres de "Castillo Viejo", "Alcázar Nuevo" y "Alcázar de Abrehui". Fernando III mandó que se iniciaran las obras del Alcázar Nuevo en la zona Este de la fortificación, pero no será hasta los siglos XIII - XV y durante los reinados de Alfonso X el Sabio y Fernando IV cuando se intensifican las obras. Se levantan en este período las líneas de muralla que delimitan el castillo y seis torres. La Capilla de Santa Catalina se construye entre los siglos XIII y XIV.

Terminadas las guerras árabes, las murallas dejan de tener su función protectora y defensiva y pasan a ser el instrumento de control de los productos y mercancía con los que se comerciaba en la ciudad. Su acceso adquiere un carácter fiscal que benefició considerablemente a la población.

En el siglo XV el Condestable de Castilla Don Miguel Lucas de Iranzo erige al Torre del Homenaje y según algunas crónicas, se documenta el gasto de una importante cantidad (10.000 maravedíes) para realizar obras urgentes de reparación en algunas estancias del castillo. Enrique IV lo distinguió, entre otros honores, concediéndole el título de "Condestable" y el de "Alcaide de Jaén".


Ya en el siglo XIX, la invasión de España por Napoleón Bonaparte (1808) llevará al emperador francés tomar Jaén. Sus tropas se instalan en la fortaleza y realizan varias reformas de acondicionamiento, destruyendo el aljibe árabe para construir el polvorín. En esa zona hacen varias estancias para situar las caballerizas. Levantaron un hospital "a prueba de bombas", con capacidad para 50 camas. Era de dos plantas con perímetro rectangular y con diez ventanas que proporcionaban una buena ventilación. Tenía dos puertas de acceso y estaba dotada con espacio para oficinas y enfermería. También hicieron habitaciones para el gobernador y los oficiales, plaza para la colocación de los cañones, oficinas, almacenes y calabozos. En la llamada Torre de las Troneras instalaron letrinas. En sus mazmorras fueron encerrados muchos de los guerrilleros de la resistencia española. Tras la derrota en la batalla de Bailén, y antes de abandonar definitivamente la plaza, bombardearon el interior, lo que la hizo entrar en una fase de abandono y deterioro.

Las Guerras Carlistas también causaron grandes destrozos en el Castillo de Santa Catalina. Don Manuel Ruíz de Córdoba (1907) adquiere la fortaleza con intención de restaurarla, pero sin mucho éxito. La expansión de la ciudad obliga a una negligente política de demoliciones que amenaza seriamente con fulminar la entidad del recinto. Tendrá que volver a adquirirlo el Ayuntamiento (1948), pero aún así, la construcción del Parador Nacional (1965) en época franquista destruyó gran parte de sus testimonios arqueológicos. Desde entonces, es propiedad del Consistorio.


Fuente:
http://www.culturandalucia.com/JA%C3%89N/Castillo_de_Santa_Catalina_Ja%C3%A9n.htm


1 comentario :

  1. Espectacular castillo, gracias por compartirlo.

    Siempre me ha llamado la atención como algunas fortalezas medievales siguieron usándose hasta la Guerra de Independencia, como ocurre en Morella.

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