El primer sello de correos de la historia, el denominado Penny Black, fue emitido por el Reino Unido el 1 de mayo de 1840 y se utilizó para el franqueo de la correspondencia a partir del 6 de mayo.
Su creación se debe al maestro británico Sir Rowland Hill (1795-1879), quien en 1837 presentó a los responsables del servicio postal británico un proyecto de reforma ("Post Office Reform") que, entre otras cosas, comprendía la creación de sellos adhesivos para que el porte de la correspondencia lo pagase el remitente, y no el destinatario como ocurría anteriormente. En la propuesta incluyó un dibujo en tinta negra con su idea del primer sello: Su Majestad la reina Victora de perfil, con palabra Postage en la parte superior y la tarifa One Penny (un penique) en la inferior. Para evaluar su idea se creó un comité en la Cámara de los Comunes encargado de estudiar los tipos y sistemas del franqueo postal. La propuesta de Hill fue aprobada: acababa de nacer el Penny Black, el primer sello del mundo, llamado así por su color negro (black) y su valor de franqueo de un penique (One Penny). Y con él se sentaban las bases para el surgimiento de un nuevo pasatiempos, el coleccionismo de sellos.
Penny Black |
Cada sello muestra en las esquinas inferiores dos letras que identifican el lugar que ocupaba dentro del pliego. Esas coordenadas se forman con dos letras, la de la izquierda para la línea (desde a fila A a la fila T) y la de la derecha para la columna (desde la columna A a la L). Existen combinaciones desde la AA a la TL, lo que permite reconstruir las planchas y las hojas completas de este primer sello. Sin embargo, en el sello no figuraba el nombre del país. Desde entonces, como excepción a la regla de que cada estado debe identificar sus propias emisiones, ningún sello de Gran Bretaña lo incluye; en su lugar incorpora en una de las esquinas del sello el busto del rey o de la reina de Inglaterra.
El éxito del sistema de sellos adhesivos fue rotundo. La primera tirada de 60.000 ejemplares, grabada en la casa Perkins, Bacon & Petch, se agotó tan rápidamente que fue necesario fabricar más, muchos más. Cuando el sello fue retirado de la circulación en 1841 se habían emitido más de 68 millones de unidades, de las que se calcula que podrían conservarse un millón y medio.
El sistema británico de previo pago con sellos postales supuso una verdadera revolución en las comunicaciones y fue adoptado por otros países, entre ellos por España, que emitió sus primeros sellos en 1850.
LA LEYENDA
Cuenta la leyenda, que Sir Rowland Hill tuvo la idea de crear los sellos adhesivos, en 1835, a raíz de lo que le ocurrido en la posada donde se hospedaba durante un viaje por Escocia.
La fábula, de la que circulan diversas versiones, narra que una mañana mientras Hill se calentaba en la chimenea vio cómo el cartero entraba en la casa y entregaba una carta a la posadera. Ella la examinó detenidamente y la devolvió al cartero para que la devolviese al remitente alegando que no tenía dinero para pagar el porte de la carta. Al oír aquello, Hill se levantó y pagó al cartero la media corona que costaba el porte de la misiva, compadecido de que se quedase sin noticias de su familia por falta de dinero.
La posadera recogió la carta, la dejó sobre una mesa sin abrirla y le agradeció el detalle de pagar el franqueo. Sin embargo Hill no podía salir de su asombro cuando ella le explicó que no pagó la carta simplemente porque en ella no había escrito nada más que la dirección, ya que, según le explicó, para saber que todos sus parientes estaban bien habían acordado que cada línea de la dirección fuese escrita por una persona distinta, de modo que cundo aparecía la letra de todos, es que todos estaban bien. Por eso, una vez examinadas las señas, devolvía el pliego al cartero. De esta forma la posadera tenía puntuales noticias de su familia ¡y gratis!
Fuente:
Correos.es
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