La formación del imperio de Hammurabi es la conclusión de las políticas llevadas durante dos siglos por las dinastías amorritas que habían tratado de dominarse unas a otras. El problema quedó resuelto por el soberano de Babilonia.
La ciudad de Babilonia apareció en el escenario político a finales del tercer milenio a.C. Se liberó de la tutela de Ur, se erigió en principado independiente y llevó, en principio, una política de prudencia. Hammurabi llegó al trono en 1792 a.C. Los recursos de su reino eran, quizás, más importantes de lo que parecía, pero su extensión se debió sobre todo a su habilidad, pues muy prudentemente incorporó sucesivamente cada una de las potencias del momento.
En 1786 a.C. toma a Rim-Sin de Larsa, prosiblemente su principal competidor del momento. Más tarde condujo expediciones por la zona situada más allá del Tigris cuyos ocupantes estaban siempre inquietos. En 1762 a.C. abate, con la ayuda de Mari, una coalición que agrupaba a las potencias del Tigris: los asirios, las ciudades del Diyala... En 1761 a.C. toma Larsa y se proclama "rey de Sumer y Akkad". Posteriormente hay una nueva victoria contra una coalición que agrupaba otra vez a las potencias orientales, después de lo cual se apodera de Mari. La conquista termina en 1753 a.C. con la derrota de Asiria y del reino de Eshnunna (Diyala).
Cabeza de diorita que podría ser un retrato de Hammurabi |
Hammurabi había reconstituido así la unidad de la cuenca mesopotámica: por tercera vez en seis siglos el país conocía un régimen unificador y una política conducente a armonizar una herencia heterogénea, marcada por antiguas rivalidades. La redacción del célebre código es el signo más claro de esta política de vuelta al orden.
La obra de Hammurabi le valdrá una reputación de príncipe sabio, favorito de los dioses de quienes se considera el primer servidor, protector de su pueblo al que defiende de sus enemigos, y dispensador de vida y bienestar por la atención que presta a los cultivos y al riego. De alguna forma, es el retrato ideal del soberano mesopotámico.
Pero este imperio, a pesar del prestigio del que gozó, no fue más sólido que los dos precedentes. A partir del final del reinado de Hammurabi, en 1750 a.C., los peligros se acumularon: inestabilidad interior y crisis social, rumores amenazadores que llegaban de los Zagros e infiltración pacífica de los casitas. En 1740 a.C., Samsu-iluna tuvo que contener un ataque lanzado por los casitas que habían bajado de sus montañas. Hubo una nueva tentativa, otra vez contenida, en 1708 a.C. bajo Abu-Eshuh. En el transcurso del siglo XVII a.C. el imperio se pulverizó bajo la presión casita que se hacía cada vez más fuerte. Fue, no obstante, el rey hitita Mursili I quien, en el curso de una correría por Mesopotamia, hacia 1595 a.C., provocó la caída de Babilonia.
Aunque tuvo una duración superior a siglo y medio, el imperio se encontaba considerablemente debilitado desde el inicio del siglo XVII a.C. En cuanto a la victoria de Mursili I, tuvo como consecuencia el entregar Babilonia a los casitas.
Fuente:
Los mesopotámicos - Jean-Claude Margueron
Más información:
Artehistoria. Hammurabi
Historiadelarte.us. El reino de Mari
Historia Universal. Los casitas y elamitas
Wikipedia. Mursil I
Un imperio muy importante e innovador, pero como todos: efímero.
ResponderEliminarUn saludo.