7 de agosto de 2010

Sangre para los dioses



[...] y es que todas las veces que alguna cosa quieren pedir a sus ídolos, para que más aceptasen su petición, toman muchas niñas y niños y aún hombres y mujeres mayores de edad, y en presencia de aquellos ídolos los abren vivos por los pechos y les sacan el corazón y las entrañas y queman las dichas entrañas y corazones delante de los ídolos y ofreciéndoles en sacrificio aquel humo. (Cartas de Relación, Hernán Cortés)
Esta es una de las innumerales narraciones que los cronistas españoles presenciaron cuando se enfrentaron cara a cara a uno de los más macabros espectáculos que la cultura mesoamericana les brindó en su estancia en México Tenochtitlan. Son ya muchas y muy variadas las confabulaciones e ideas que sobre el tema del sacrificio humano mexica se han planteado.

Aún en pleno siglo XXI nos seguimos cuestionando el por qué de estos holocaustos y de la obsesión por la aniquilación de seres de nuestra misma especie con afán de ofrecer su sangre a los dioses. ¿Cuál era el objetivo? Hasta ahora se han planteado muchas hipótesis, desde las más absurdas, como proveerse de proteínas y carne, ya que debemos recordar que después de algunos rituales se practicaba la antropofagia, hasta postulados en los cuales se indica como forma de intimidación y estrategia política del estado mexica hacia sus enemigos.


Son varios los factores que deben tomarse en cuenta para conocer este tipo de sacrificios. El Tlacamictiliztli o "muerte ritual de un ser humano" era el rito con el cual debía culminar en Tenochtitlan cualquier ceremonia de gran importancia. Recordemos que Moctezuma mandó sacrificar a diversos individuos antes de recibir a los enviados de las costas. Era necesario llevar a cabo un ritual de tal envergadura ya que estos personajes "habían hablado con los dioses", y con esta muerte se liberaba la energía para conservar la armonía de la geometría cósmica, ya que los dioses en algún momento se sacrificaron por los hombres. Ahora les tocaba a ellos alimentar a los dioses y mantener este equilibrio.

Los mexicas vivían totalmente amedrentados por si el sol, que necesitaba sangre, nunca más volvía a resurgir y por tanto la fertilización de la tierra y todo lo que la naturaleza les brindaba terminaba por desaparecer.

Desde otro punto de vista, el sacrificio humano se transformaba en un acto de brutalidad con el cual se podía acceder a esa sobrenaturalidad, en este caso a la sustacia ligera e imperceptible de los dioses.

Moctezuma II

Los sacrificios humanos se convirtieron en una obsesión para los mexicas, pues anualmente ofrecían 15.000 individuos de todas las edades. En dichas ceremonias había niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres, todo con el fin divino de pedir beneficios para la sociedad, los gobiernos y, en muchos casos, beneficios personales.

Existía tambien el auto-sacrificio, es decir, una ceremonia de tipo individual que permitía acceder a los dioses con una auto mortificación. Esta mortificación se lograba clavándose espinas de maguey o procurándose heridas con navajas de obsidiana en diversas partes del cuerpo, sobre todo en aquellos lugares donde el sangrado fuera más abundante, como en los lóbulos de las orejas, los brazos, las piernas y el miembro viril.

Los que ofrecían las víctimas a los dioses para beneficiarse con su sangre iban desde guerreros y mercaderes a gente de mucho poder económico y político. Nadie escapaba al sacrificio humano, por ejemplo los niños, que eran ofrecidos a los dioses del agua para propiciar las lluvias. Generalmente se les pintaba de color azul, y parte de los rituales podía consistir en arrojarlos a ríos o lagos o bien decapitarlos para posteriormente colocar sus restos craneales en algunas ofrendas dentro del recinto del Templo Mayor.

El caso de las mujeres era también relevante, ya que propiciaban la fertilidad de la tierra. Por ello, muchas chicas de entre 18 y 20 años, por lo general vírgenes, eran ataviadas como diosas para después llevar a cabo el ritual característico.

El grupo de ejecutores dependía del tipo de sacrificio que fuera a celebrarse. Los más conocidos son los que llevaban a cabo el ritual más común, el de la extracción del corazón. Era un sacerdote asistido por cinco ayudantes. Los ayudantes sujetaban a la víctima para que no se moviera. El sacerdote llavaba acabo la extracción con un cuchillo de pedernal.



Fuente: Breve historia de los aztecas - Marco Cervera


2 comentarios :

  1. Bárbaras y crueles costumbres las de estos pueblos antiguos. Hernán Cortés no debería escandalizarse de estos rituales, sobre todo teniendo en cuenta la crueldad mostrada por los conquistadores hacia los indios.
    Un saludo.

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  2. Estoy con Cayetano.

    Añadir, por otra parte, que tampoco nosotros podemos ahora sorprendernos de las matanzas que se producían con los aztecas. Aquí, en Europa, la cosa era igual o, incluso, peor con la Inquisición.

    Los autos de fe, quemas, o torturas eran algo inhumano que, lamentablemente, llevaron a miles y miles de inocentes a la muerte.

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