El desnudo siempre ha sido un importante medio para que los artistas transmitieran sus ideales estéticos. Sin embargo, en la Inglaterra victoriana generó mucha controversia. La clase media consideraba los desnudos en el arte algo degradante y moralmente peligroso.
La sociedad estaba sometida a un severo código moral basado en la represión sexual, el pudor, los prejuicios sociales y el mundo de la apariencia. Las personas, especialmente las mujeres, debían mostrar siempre contención y reprimir el deseo. La sexualidad y el erotismo no debían estar a la vista de todos, plasmadas en una obre de arte, sino que debían pertenecer a la esfera privada. Sin embargo, la constante represión también generaba una obsesión con el tema sexual. Al parecer, incluso a la reina Victoria le gustaba realizar dibujos de hombres desnudos, que regalaba a su esposo, Alberto, para fortalecer su amor.
Bañista (William Bouguereau) - 1870
Los jóvenes artistas, sobre todo los que tuvieron oportunidad de salir al extranjero para completar su formación, se liberaron del fuerte encorsetamiento de la época y ofrecieron, a través de sus obras, otra visión del mundo y del arte.
Artistas como Millais, Leighton, Rossetti, Sargent y Tuke transmitieron su particular visión del desnudo.
En la obra de Millais los signos de la sexualidad aparecen claramente reflejados en el pelo suelto y abundante de la mujer, algo muy erótico en la época; en la proximidad de la espada del caballero y en la forma fálica de los árboles. También el rojo de las telas sugiere deseo, sangre y sexualidad.
Cupido y Psique (1891) de Annie Swynnerton
La represión sexual de la época victoriana no pudo impedir que el desnudo terminara recogiéndose, no sólo en la pintura, sino también en otros medios como el dibujo, la fotografía, la ilustración popular, la publicidad y la caricatura.
El caballero errante (1870) de John Everett Millais
Fuente: Ovejas Eléctricas
Nadie puede poner puertas al campo. No es de extrañar que hubiera artistas que lograran burlar la rígida moral victoriana. Aquí, con la censura franquista, también hubo quien lo logró. Es cuestión de ser más inteligentes que los censores.
ResponderEliminarUn saludo.