3 de febrero de 2013

Castillo de Blois




Síntesis perfecta del arte y la historia de Francia, el castillo de Blois es uno de los muchos ejemplos que certifican la pérdida del poder feudal en favor del de la corona. Blois fue inicialmente una posesión de los condes que le dieron nombre, hasta que con el rey Luis XII acabó convertida en una de las residencias favoritas de los soberanos franceses entre los siglos XV y XVII. El origen de Blois es el de la mayoría de los castillos del valle del Loira: una torre de defesnsa, documentada ya en 854, durante el reinado de Carlos el Calvo, con ocasión de un ataque vikingo. A mediados del siglo X, Teobaldo el Tramposo, conde de Blois y vizconde de Tours, amplió su territorio hasta Chartres e intentó conquistar el condado de Anjou. Para mantener las nuevas dimensiones del condado y seguir avanzando construyó una serie de fortificaciones, entre las que se encontraba una atalaya erigida sobre los restos de la ya existente torre de defensa de Blois.


Desde ese momento, la expansión territorial y el poder político de los condes de Blois fueron en aumento. Tanto que Luis de Blois, a finales del siglo XII, llegó a combatir de igual a igual a Felipe Augusto, rey de Francia. Tras la muerte del conde en el transcurso de la cuarta cruzada, su hijo Teobaldo VI, ya en los albores de la centuria siguiente, amplió la torre de defensa para construir un castillo-fortaleza, concluido en 1214 y del que solo se conserva el enorme salón del trono, conocido como sala de los Estados Generales. Muerto sin herederos varones, el condado de Blois, y el castillo con él, pasó a los condes de Châtillon. El último miembro de la rama, Luis de Châtillon, murió a finales del siglo XIV sin sucesión directa, y cedió el condado y sus posesiones a Luis de Francia, duque de Orleans.


Un siglo después, en 1498, otro Orleans se convirtió en rey de Francia con el nombre de Luis XII. Había nacido en Blois, y decidió transformar su cuna en una nueva mansión señorial. Era necesario, según el cronista Jean d'Auton, renovarlo "por completo y con tal suntuosidad que se advirtiera que era el resultado de la voluntad de un rey". Así surgió el ala gótica, un edificio de fachada colorista sobre cuya entrada principal campea la estatua de su fundador, y en la que se apuntan indicios de la inminente arquitectura renacentista. Desde ese momento se sucedieron en Blois los acontecimientos. Albergó la boda de César Borgia, duque de Valentinois, con Carlota de Albret al año siguiente. Recibió con honores de heredero de Castilla a Felipe el Hermoso en 1501. En Blois, ocho años después, contrajo matrimonio Margarita de Angulema, hermana de Francisco I, con el duque de Alençon. Y Nicolás Maquiavelo se alojó en sus estancias en dos ocasiones, 1501 y 1510. Pero, sobre todo, Blois entró en la historia por la firma en 1504 del primer tratado que lleva su nombre.


Blois sufrió en envite de la Segunda Guerra Mundial. Ocupado por las tropas alemanas en junio de 1940, no fue liberado por el ejército estadounidense hasta agosto de 1944. Entre tanto, la ciudad y el castillo habían sufrido reiterados bombardeos. Éstos dañaron considerablemente el edificio Luis XII y la capilla, que vio cómo se hacían añicos la totalidad de sus hermosas vidrieras. De nuevo había que iniciar un proceso de reconstrucción, que tendría diferentes etapas y que no concluyó hasta comienzos del siglo XXI.

En la actualidad, Blois conserva un aspecto muy similar al que tenía en el siglo XVI. Cierto que en muchos aspectos es nuevo, muchos de sus interiores simples recreaciones, pero, en cualquier caso, con materiales originales o de nuevo cuño, continúa manteniendo su condición de fiel narrador de la historia de Francia.


Fuente:
Historia y Vida nº 539, por María Pilar Queralt del Hierro, Historiadora

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