3 de noviembre de 2012

El asedio de Numancia


En el siglo II a.C., los romanos se desplazaron desde la costa mediterránea remontando el valle del Ebro y cruzando después los sistemas Ibérico y Central hasta llegar al Alto Duero. El objetivo, conquistar el interior peninsular: la Celtiberia.

En el año 179 a.C., Sempronio Graco reprimió un levantamiento celtibérico, que concluyó en la batalla de Mons Chaunus, dando lugar al Tratado de Graco por el que los celtíberos del Valle del Ebro asumían el compromiso de no edificar nuevas ciudades ni fortificar las ya existentes.

Posteriormente, en el año 153 a.C. comenzaron las Guerras Celtibéricas, cuya causa fue la iniciativa de la ciudad de Segeda de construir una nueva muralla. Los romanos consideraron esta acción como una violación del Tratado de Graco, por lo que enviaron un ejército al mando de Nobilior.

Como los segedenses no tenían terminada su muralla y por lo tanto estaban desprotegidos huyeron hacia la zona del Alto Duero refugiándose en Numancia, donde fueron acogidos como aliados y amigos. De esta forma entró Numancia en las Guerras Celtibéricas encabezando la resistencia frente a Roma durante veinte años.

Maqueta de Numancia

La ciudad de Numancia, capital de los Arévacos, destacó desde el principio del levantamiento celtibérico contra Roma y su final, después de su resistencia “numantina”, ha adquirido tintes de gesta heroica.

Publio Cornelio Escipión Emiliano, el destructor de Cartago, fue el encargado de poner fin a la resistencia numantina, aunque cuando llegó a Numancia se encontró con un panorama desolador. Las legiones romanas estaban desorganizadas y desentrenadas, por lo que impuso una férrea disciplina estableciendo un régimen de gran austeridad tanto en la alimentación como en la forma de vida de los soldados. La primera medida que impuso el general romano fue la expulsión de los mercaderes, prostitutas y adivinos que acompañaban al ejército en la campaña. Despidió a los criados y vendió carros y equipajes quedándose sólo con lo estrictamente necesario.

En un principio Escipión no se dirigió directamente a Numancia, sino que atacó las poblaciones cercanas con el fin de que no pudieran auxiliar a la ciudad. Una vez devastado el territorio circundante, Escipión comenzó el sitio de Numancia llegando a establecer hasta siete fortificaciones alrededor de la ciudad. También cerró el río Duero, único punto de contacto de los numantinos con el exterior, lo que perjudicó gravemente a la resistencia. La proporción entre asediantes y asediados era claramente favorable a los romanos que contaban con unos 25.000 hombres, mientras que se calcula que los numantinos eran entre 8.000 y 10.000.

"El último día de Numancia". Alejo Vera (1882)

La leyenda cuenta que cuando las provisiones se agotaron un héroe llamado Retógenes salió de la ciudad y consiguió atravesar las líneas romanas, llegando a la vecina población de Lutia donde pidió auxilio y se le unieron unos 400 hombres. Enterado Escipión por sus espías los capturó y mandó amputarles ambas manos. Mientras, en Numancia las deficiencias sanitarias hicieron aparecer la peste que se cebó en la extenuada población.

Hubo gente que murió de hambre, otros se dice que comían cadáveres. Ante esta situación que duró meses, parte de la población se rinde agotada por el hambre y las enfermedades. Otros prefirieron quitarse la vida antes de entregarse a los romanos e hicieron una gran hoguera a la cual se arrojaban. Cuando los romanos entraron en la ciudad sólo encontraron unos cientos de numantinos que no habían podido o no habían querido escapar a la derrota. De los rendidos Escipión se quedó con 50 para que lo acompañasen en la celebración del triunfo y al resto los vendió como esclavos. Finalmente arrasó la ciudad de Numancia, poniendo fin a las Guerras Celtibéricas.


Fuentes:
- mural.uv.es
- Artehistoria - Numancia
- Artehistoria - El sitio de Numancia

Para saber más:
Gran Enciclopedia de España - CELTIBÉRICAS, Guerras
Celtiberia.net - Relato de algunas guerras celtibéricas
El asedio de Numancia, por Julián Hurtado Aguña

2 comentarios :

  1. De allí la expresión "Resistencia numantina"
    Es bueno aclarar, que años más tarde, la resitencia hebrea de las alturas de MASADA, la famomosa meseta que una vez Herodes fortificara, tuvo una suerte parecida, ante las legiones romanas

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  2. Numancia, Sagunto, Cartago... nómina de sitios legendarios con muerte y destrucción que han pasado a la historia con su carga dramática durante la forja de un imperio.
    Espero que se arregle el problemilla con el blog. Son cosas que pasan.
    Un saludo.

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