El 28 de Junio de 1709 se enfrentaban, cerca de la ciudad de Poltava, actual Ucrania, los ejércitos del zar Pedro I y el rey Carlos XII de Suecia.
Comandados los primeros por el propio Pedro, y los segundos por el mariscal de campo Carl Gustaf Rehnskiöld, es una de las más importantes batallas de la Gran Guerra del Norte (en la que se enfrentaron el Imperio Ruso, Dinamarca, Noruega, Sajonia, Prusia y Hánover contra los ejércitos de Suecia, el Imperio Otomano, Holstein-Gottorp y los Cosacos Ucranianos) y puso fin a la condición de superpotencia del reino de Suecia.
El ejército de Pedro I había sufrido grandes derrotas hacia el 1700, pero las fallas en la ofensiva sueca le permitieron reorganizar su ejército y modernizarlo con un entrenamiento más correcto en el uso de las armas, y comenzó una campaña de recuperación que le permitió la victoria en Livonia, y fundar San Petersburgo.
Carlos XII decidió realizar un ataque directo al corazón del Imperio, Moscú, y fue recibido con las tácticas de la tierra quemada (los rusos destruían todo lo que pudiera servirle al ejército invasor a medida que se replegaban hacia Moscú) y el invierno y la falta de suministros jugarían un papel importante en la derrota definitiva del ejército sueco.
Las condiciones habían sido adversas para los atacantes y el día de la batalla de Poltava Carlos XII se encontraba herido, por eso dejo el mando a Carl Rehnskiöld, y con un ejército menor a los 20.000 hombres, contra 45.000 que poseía el zar Pedro I.
La batalla fue sangrienta, con más de 5.000 muertos y 3.000 heridos y culminó con la rendición en Perevolochna el primero de Julio.
Carlos XII consiguió escapar, atravesando el río Prut, y refugiarse en la ciudad otomana de Bender.
Fuente:
Absolut Rusia
La táctica de "tierra quemada" no era privativa de los rusos de entonces. Creo que es algo por desgracia muy corriente en toda época y lugar.
ResponderEliminarUn saludo.
La inmensidad rusa, vacía de todo, y los rigores del clima, han sido tumba de los ejércitos más poderosos. Y sin embargo erre que erre, siempre ha habido alguien dispuesto... Un abrazo.
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