Napoleón pretendía dominar Europa militarmente con los ideales de la revolución francesa. Entre sus aspiraciones entraba la península Ibérica, elaboró un plan para colocar en el trono de España a su hermano José.
Tras la invasión, en Madrid, el 2 de Mayo de 1808, el pueblo se rebeló contra la presencia francesa queriendo proteger a los Reyes españoles Carlos IV y Mª Luisa de Parma, que habían sido enviados camino de Bayona (Francia) como rehenes del Emperador francés.
En la Zaragoza de 1808, habitada entonces por 55.000 personas, conocidos los sucesos de Madrid algunos ciudadanos importantes de la ciudad prepararon un levantamiento contra los representantes del gobierno de España, siendo todavía para esas fechas el máximo mandatario del reino el favorito de los reyes, Manuel Godoy, hombre de ideas ilustradas y liberales.
La política seguida por su gobierno en su mayoría no era aceptada por el pueblo, que solo veía encarecer los productos y subir los impuestos. Para colmo de males, hubo tres años de malas cosechas. Todos estos acontecimientos, unidos a las noticias que llegaban de lo ocurrido en Madrid, hicieron estallar la insurrección en Zaragoza. Era el 24 de Mayo del año 1808.
Palafox y su familia eran queridos y respetados por los ciudadanos zaragozanos. Esta noble familia era de ideas absolutistas y fieles al Rey de España. El futuro Capitán General en esos días se encontraba en la ciudad huido de los franceses, y con la misión encomendada por Fernando VII de sublevar Aragón contra las tropas imperiales.
Gran parte de los ciudadanos, creyendo que era justo lo que hacían, se sublevaron contra las máximas autoridades Godoístas de la ciudad, eligiendo a José Palafox Capitán General, conviertiéndose entonces en mandatario y primera cabeza en Aragón.
Por el contrario, los franceses veían en Zaragoza una ciudad a conquistar, estando situada en un enclave estratégico importante para continuar su avance por la península.
El primer asedio comenzó el 15 de Junio de 1808; a la defensa se sumó en masa la población civil de Zaragoza, quienes tomaron las armas enfrentándose a los imperiales con arrojo. Hay que destacar que la defensa, en su mayor parte, fue obra de voluntarios sin apenas instrucción militar. Loa franceses, tras perder la batalla de Bailén (Jaén) el 19 de Julio, se vieron forzados a retirarse, levantando el asedio el 14 de Agosto tras dos meses de penosos esfuerzos y numerosas bajas entre sus fuerzas (ni que decir tiene que las bajas entre los defensores fueron muchisimo más altas).
Los franceses volvieron a Zaragoza por segunda vez el 21 de Diciembre de 1808, mucho mejor preparados y conscientes de la tarea a la que se tenían que enfrentar. Este segundo asedio fue mucho peor, los galos habían aprendido del anterior y cambiaron su estrategia, disponiendo también de tropas experimentadas y resueltas a no dejarse derrotar por lo que asemejaba a una turba de ciudadanos.
Por contra, los defensores de la ciudad apenas tuvieron tiempo de reparar las defensas.En cambio recibieron refuerzos que esta vez sí fueron militares en su mayor parte. La presencia militar quizá fue excesiva, pues fueron introducidos demasiados soldados en una ciudad que no estaba preparada para recibir y mantener a tal número de personas para el largo sitio que se avecinaba.
Los franceses consiguieron cerrar el cerco por completo a la ciudad. Lo peor para los defensores, mención aparte de los asaltos y bombardeos propios de la batalla, fue la epidemia de tifus que diezmó a la población, incluso Palafox cayó enfermo. La situación era desesperada, hambre, frío, la epidemia y el Capitán General contagiado. En estas circunstancias se creó una Junta de Defensa que decidió capitular y rendir la ciudad el 21 de Febrero de 1809, tras dos meses de heroica resistencia.
Gran parte de la ciudad de Zaragoza quedó destruida, así como la economía y el capital humano, falleciendo en el segundo asedio 55.000 defensores. Todas las clases sociales quedaron deshechas, tardando muchas décadas en recuperarse. Zaragoza comenzó su vida "normal" después de la capitulación con tan sólo 12.000 habitantes.
Fuente:
Satrapa
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Si dejamos a un lado las barbaridades y las atrocidades de la guerra, mejor nos hubiera ido con un monarca ilustrado que con el regalito que nos quedó en forma de rey feo, fofo y felón. Una maldición para los españoles.
ResponderEliminarSaludos.
Aunque lo que comenta Cayetano es cierto, no es menos cierto que la figura de Fernando VII "el deseado" fue fundamental para unir al pueblo español en aquellos críticos momentos de nuestra historia de la tiránica invasión napoleónica...
ResponderEliminarYa hubo otros sitios de Zaragoza anteriormente como la famosa batalla de 1706 durante la Guerra de Sucesión.
Un saludo.