Sin embargo, es exacto que el cow-boy americano, en su propia realidad histórica, pertenece al mundo de la aventura; y su mitificación le convierte fácilmente en un semidiós. Pues aparece, durante el segundo tercio del siglo XIX, para relevar al vaquero de los propietarios mexicanos, el cual existía desde el siglo XVII, y ejerce un imperio sin límites sobre la mitad del territorio de los Estados Unidos durante cerca de 50 años. Desaparecido casi por completo en estos lugares (en su forma primitiva), todavía existe en Canadá donde es posible ver, en las proximidades de Calgary, a los hombres de la pradera vestidos con blusones, el célebre pañuelo, “blue-jeans” y botas, conduciendo su ganado y entrando en los hoteles de la ciudad al final de sus extenuantes cabalgadas.
Apareció en todas partes en las que las manadas vivían en campo abierto, donde eran precisos hombres a caballo para guardarlas, juntarlas y guiar el ganado. Es inseparable de sus bóvidos, de la hierba que comen (la de la Pradera), del agua a la que es preciso llegar bajo pena de muerte, de los caballos sin los que sería imposible controlar a millares de animales dispersos. Es por excelencia el hombre de la civilización de la estepa, en medio de un país en vía de industrialización intensiva, y necesariamente tiene su estilo de vida y sus valores morales.
El cow-boy apareció primero en Texas, estado líder en ganadería. Liberado del dominio mexicano en 1836 y Estado de la Unión en 1845, poseerá al final de la guerra civil cinco millones de cabezas de ganado mayor. El cow-boy encontró allí su pleno empleo, heredando entonces los métodos de los vaqueros y, en cierto modo, su forma de vestir. Confinado en Texas, alcanzó una reputación “americana” en 1866-67, cuando fue preciso encontrar nuevas salidas para los productos de una cría intensiva. Entonces los cow-boys condujeron sus inmensas manadas hacia el Norte, donde crecían las ciudades industriales.
De este modo los cow-boys se dispersaron a través de los Estados Unidos. Durante 30 años, de 1866 a 1895, el cow-boy se convirtió en figura nacional, y ya, de cierta forma, en héroe americano. Su carrera finalizó cuando la ampliación del ferrocarril hizo inútiles esas largas migraciones de ganado y cuando la instalación de vallas de alambre puso fin a la dispersión de los animales.
Auténtico cow-boy americano (1888) |
Sus rasgos más característicos son de sobra conocidos:
- El caballo, indispensable en toda civilización de estepas.
- El sombrero, fabricado a partir de 1865 por Stetson y que costaba de 10 a 20 dólares.
- El pañuelo contra el polvo y el célebre blue-jean.
Fuente:
El universo del western – Georges A. Astre
Ni más ni menos que vaqueros, rudos y duros cuidadores de vacas, apestando a bicho por causa de su trabajo.
ResponderEliminarA falta de historia, los americanos se han labrado una leyenda a base de celuloide.
Un saludo.
Pues sí, incluso fuera del cine parece ser que convirtieron en héroes a los chicos que cuidaban las vacas. Claro, no tenían personajes históricos de los que hablar.
ResponderEliminarDe aquellas características, el famoso sombrero Stetson, perdura, aunque en las cabezas, según veo en el cine, de acaudalados y ostentosos industriales.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por esta reseña. Te aseguro que me aclaraste cosas que tenía un poco vagas. A propósito de vaqueros, te invito a visitar a tigrero y buscar en la sección HISTORIA la entrada acerca de EL RESCATE DEL BISONTE / LA MEJOR LEYENDA DEL OESTE Tiene que ver mucho con tu personaje de hoy
ResponderEliminarVaya... de qué me suena esto? :)
ResponderEliminarVaya... de qué me suena esto? :)
ResponderEliminarAzahara este post lo tendrías que haber hecho tuuuu jajajaja
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