John Harrington, inventor del inodoro |
Todo sucedió allá por 1595, cuando el poeta inglés John Harrington había notado que sus mayores alcances poéticos los obtenía cuando relajaba sus esfínteres. Lo malo del asunto era que, debido a los incómodos orinales, tales arrebatos de inspiración no podían durar mucho tiempo.
Tenía que haber una solución. Si tan sólo los orinales fueran más altos, casi de la altura de una silla; si por lo menos fueran más anchos, para descansar las posaderas sin temor a mojarse los pantalones; si estuvieran colocados en un lugar aparte y no bajo la cama despidiendo su mal olor...
Sí, era una buena idea en torno a la cual valía la pena cavilar más tiempo. John Harrington se dedicó a planear el diseño de un sanitario, sin dejar de escribir sus románticos versos. Tiempo después, no sólo terminó el diseño del inodoro, sino que además concluyó un libro de poemas (The Metamorphosis of Ajax) que de inmediato mandó imprimir.
Sin embargo, sus poesías eran pocas y al libro le sobraban varias hojas en blanco. Como el papel escaseaba y no estaba bien desperdiciarlo, John decidió incluir en su libro de poemas sus planos de un retrete privado.
John Harrington, poeta de versos románticos, nunca imaginó que un ejemplar de su libro llegaría a manos de la reina Isabel I, a quien no le interesaron los versos sino los planos de un inodoro que permitía defecar cómodamente, en privacía y sin tener que soportar el mal olor de un orinal debajo de la cama. El inodoro con agua corriente había sido inventado por un poeta.
Por desgracia, el invento de John Harrington no tuvo mayor futuro. Para que el sanitario funcionaria satisfactoriamente, era necesario un sistema de drenaje y alcantarillado que -por desgracia- Londres no tenía, así que el orinal siguió siendo utilizado.
No fue sino hasta 180 años después (1775), cuando el inventor Alexandre Cummings patentó el inodoro (robando la idea de Harrington). En 1778, otro inglés, Joseph Bramah, inventó la válvula y el sistema de sifón que se sigue utilizando en nuestros días.
Fuente:
Los inventos que cambiaron el mundo – Julio Guzmán Ludovic
Gran invento. El trono de los más grandes pensadores y filósofos, salón de lectura para muchos. Ahora bien, creo que este artilugio, si bien posibilita la reflexión y las grandes ideas a la par que uno alivia sus esfínteres, también es cierto que es uno de los máximos responsables, junto a la dieta, de la proliferación de cuadros hemorroidales.
ResponderEliminarUn saludo.
Para que luego digan que la poesía sólo vale para el espíritu.
ResponderEliminarUn saludo
Nunca se sabe cuando llegará la inspiración ; hay que estar preparado .
ResponderEliminarBesos desde Málaga.
Lugar precioso, preciso y perfecto para que venga a visitarnos las musas.
ResponderEliminar¡Ah! Qué gran contribución al bienestar de la humanidad,por su comodidad y la privacidad que da a su usuario al colocarlo en "el escusado". Un saludo.
ResponderEliminarjeje, la de proyectos que se habrán gestado, divagando en un inodoro!!! Gran invento y gran post! ;-)
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