15 de julio de 2010

La Primera Internacional

A partir de 1850, el número de trabajadores, de organizaciones obreras y de pensadores socialistas era ya suficientemente importante. La conciencia de ser miembros de una misma clase, por encima de estados y fronteras, les llevaría a la constitución de Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional.

La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) fue creada en Londres (1864) por delegados de asociaciones obreras inglesas y francesas, y emigrantes políticos italianos y alemanes. Posteriormente, incorporó sociedades obreras de distintos países y personalidades involucradas en la lucha social. Se organizó en secciones nacionales y tenía un Consejo General dirigido por Marx, que redactó los estatutos y el manifiesto inaugural donde se establecían sus principios básicos: la emancipación de la clase obrera debía ser obra de los trabajadores mismos, que conquistarían el poder político para acabar con la sociedad burguesa e implantar el socialismo.

Los primeros congresos de la AIT se celebraron en Ginebra (1866) y Bruselas (1868). Se adoptaron acuerdos para impulsar las movilizaciones obreras en cada país y se definieron unas medidas que influyeron en las reivindicaciones obreras: reducción de la jornada laboral, supresión del trabajo infantil, mejoras de las condiciones laborales de la mujer, desaparición del ejército permanente, socialización de los medios de producción, y el recurso a la huelga como el medio más eficaz para conseguir estos objetivos.

Estos acuerdos no impedían la existencia de discrepancias internas que llevaron al enfrentamiento abierto, desde 1869, entre Marx y Bakunin. Marx controlaba la AIT a través del Consejo General y gran parte de los acuerdos de la AIT reflejaban sus posiciones. Frente a él, Bakunin defendía la abolición del Estado y no su conquista, y se mostraba hostil a cualquier autoridad política. Acusaba a Marx de dictatorial y propugnaba la autonomía de las secciones y la pérdida de poder del Consejo General. Las delegaciones de los países más industrializados (Inglaterra, Alemania) apoyaban las ideas de Marx y las de los países más agrícolas (España, Francia, Italia) daban apoyo a las tesis bakuninistas.


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