Las Vísperas Silicianas (Francesco Hayez, 1846) |
Debido a su ubicación, la isla de Sicilia ha sido desde la Antigüedad la base perfecta desde donde extender los tentáculos comerciales por todo el Mediterráneo. Los normandos lograron conquistarla entre 1061 y 1091. En 1130, el terrritorio siciliano obtuvo la categoría de reino al ser coronado Roger II rey de Sicilia. Los normandos llevaron a cabo una política étnica y religiosa tolerante y supieron ganarse el favor de la población, mayoritariamente griega y musulmana. Esta situación iba a cambiar con la llegada de los Hohenstaufen al trono siciliano en 1194.
El linaje alemán llega a Sicilia con el matrimonio de Constanza, hija del rey Roger II, y Enrique, hijo del emperador Federico I Barbarroja. Con la llegada de los Hohenstaufen, la isla se sumerge en la eterna lucha entre Papado e Imperio. Enrique, rey autoritario, tarda muy poco en ganarse el desprecio de sus súbditos sicilianos. Tampoco le ayuda el hecho de rodearse de consejeros alemanes en el gobierno. Sin embargo su reinado es corto, ya que muere en 1197. Su sucesor, Federico II, es coronado rey de Sicilia al alcanzar la mayoría de edad, en 1208.
Federico II |
El reinado de Federico II estuvo protagonizado por serias desavenencias con la Santa Sede. Contra él, el Papa poco podía hacer aparte de excomulgarlo, pero a su muerte en 1250 el pontífice Inocencio IV decidió librarse del dominio de los Hohenstaufen en Sicilia y quiso sentar en el trono a un vasallo y partidario suyo, el francés Carlos de Anjou, hermano de Luis IX de Francia. Carlos era ambicioso y pretendía iniciar desde Sicilia la conquista del Imperio Bizantino.
Pero las cosas no fueron tan fáciles porque, lógicamente, a la muerte de Federico II sus sucesores reclamaron la corona siciliana. Muerto también el hijo de Federico, Conrado IV, el trono fue ocupado por su hermanastro Manfredo, contra el cual Carlos de Anjou tuvo que enfrentarse para conquistar la isla. Carlos derrotó a Manfredo en la batalla de Benevento el 26 de febrero de 1266 y acabó con lo que quedaba de la resistencia germana, proclamándose rey de Sicilia.
Carlos de Anjou |
Gracias a su actitud despótica y arrogante, Carlos de Anjou enseguida se ganó el odio de los sicilianos. Aplicó unos impuestos abusivos y obligó a la nobleza a presentarle documentos que acreditasen la propiedad de sus tierras. La mayoría no tenía documentos, ya que en esa época los negocios y pactos se hacían más de palabra que por escrito. A los que no tenían papeles les confiscó las tierras y se las quedó. Funcionarios, nobles y soldados franceses trataban a la población siciliana con desprecio, obligando a muchos notables de la isla a refugiarse en la corte de Jaime I de Aragón, convirtiendo a Barcelona en un poderoso centro político gibelino.
¿Qué pintaba el reino de Aragón en este asunto? Se da la circunstancia de que el hijo de Jaime I, el futuro Pedro III El Grande, había contraído matrimonio con Constanza de Hoenstaufen, nieta del emperador Federico II, lo que acreditaba que los sicilianos hicieran piña en torno a los derechos sucesorios de doña Constanza, representados por su esposo el infante don Pedro.
No se sabe a ciencia cierta cuál fue el detonante de que sucedió aquel 30 de marzo de 1282, lunes de Pascua. Ante la iglesia del Santo Spiritu de Palermo, una multitud esperaba el toque vespertino para entrar en el templo. La tradición cuenta que apareció en la plaza un grupo de soldados franceses borrachos, cuyo sargento empezó a molestar a una joven siciliana. El marido de la joven, furioso, arrebató al francés su espada y lo ensartó con ella. El resto de franceses corrió a vengar a su compañero, pero los palermitanos eran mucho más numerosos, de forma que los rodearon, les arrebataron las armas y les dieron muerte, justo cuando las campanas de la iglesia empezaban a tocar a vísperas, de ahí que la revuelta fuese conocida como las Vísperas Sicilianas.
Pedro III El Grande |
Otra versión, probablemente más fundamentada, dice que el levantamiento fue planeado por el emperador de Bizancio. En cualquier caso, una vez dada la primera cuchillada se produjo una verdadera explosión de ira popular, que se extendió luego a toda Sicilia. Al grito de "¡Muerte a los franceses!", los palermitanos masacraron a 2.000 de ellos en la ciudad, incluidos ancianos, mujeres y niños. Carlos de Anjou tuvo que huir de la isla y los rebeldes ofrecieron la corona a Pedro III de Aragón y su esposa Constanza.
Este es uno de los pocos casos en la Historia en que un rey extranjero accede al trono no por conquista ni por herencia, sino por llamamiento de la propia población. Claro que Carlos de Anjou no se iba a conformar, pero eso ya es otra historia.
Fuentes:
- El Confidencial. Las vísperas sicilianas y el asalto de Aragón al Mediterráneo: aquello fue el acabose
- Grupo Portal Historia. Las Vísperas Sicilianas
- Javier Vallejo Martínez. Las Vísperas Sicilianas
Para saber más:
Las Vísperas Silicianas: Una historia del mundo mediterráneo a finales del siglo XIII - Steven Runciman, Ed. Reino de Redonda, 2009
Si es que a los de sangre mediterránea se les puede explotar y empobrecer, pero nunca humillar, porque acaban tomándose la justicia por su mano, haciendo un motín o una "vendetta".
ResponderEliminarUn saludo.