11 de septiembre de 2014

11 de septiembre de 1714. Tricentenario

Ya antes de la muerte de Carlos II, en 1700, la diplomacia francesa se valió de todas sus argucias para conseguir del rey la designación del duque Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, como sucesor al trono de España. Las presiones sobre el rey en su lecho de muerte decidieron la designación del pretendiente francés en detrimento del archiduque Carlos de Austria, sobrino de la reina de España (Mariana de Neuburgo) e hijo del emperador austríaco Leopoldo I. Carlos contaba con el apoyo de los catalanes, de Inglaterra, de Holanda, de algunos estados alemanes, así como posteriormente de Portugal y de Saboya, coligados en la Gran Alianza contra el rey de Francia Luis XIV y contra el duque Felipe de Anjou. En un primer momento, ni la Generalitat de Cataluña ni la totalidad de los catalanes habían rechazado al Borbón, Felipe V, hasta que vieron amenazadas sus libertades a pesar de que el rey hubiese jurado respetarlas en las primeras Cortes celebradas en Barcelona en 1701.

La guerra abierta estalló en mayo de 1702. Los primeros enfrentamientos en territorio español se produjeron en las costas de Cádiz y Vigo por parte de la marina angloholandesa.

Felipe V
En Cataluña se acentuaba la oposición a Felipe V por las continuas vejaciones del rey y su virrey, Fernández de Velasco, también enfrentado a la Generalitat, defensora de las Constituciones de Cataluña. Estos hechos y las noticias sobre las actuaciones de la Gran Alianza provocaron el levantamiento en Cataluña a mediados de 1705. En junio, dos enviados catalanes firmaron el conocido Pacto de Génova con los representantes de la reina Ana de Inglaterra a favor del archiduque Carlos de Austria, a cambio de que la corona inglesa garantizara el respeto a las libertades y las Constituciones de Cataluña, fuera cual fuera el resultado del enfrentamiento bélico, porque Cataluña no llevaba a cabo una guerra dinástica, sino en defensa de sus derechos y libertades.

A finales de 1705 el archiduque Carlos de Austria entraba triunfante en Barcelona como rey Carlos III. En las Cortes catalanas que, por él convocadas, de inmediato se reunieron, juró respetar las Constituciones de los catalanes. Serían las últimas en la historia de la Corona catalano-aragonesa.

En la escena europea todo hacía pensar en una victoria aliada contra el absolutismo de Francia y España: en 1706 Felipe V asedió Barcelona, pero la resistencia catalana fue eficaz; tras su fracaso, tuvo que huir a Francia. Sin embargo, poco después conseguía dominar territorios importantes de la Confederación catalano-aragonesa: Valencia (1707) y Aragón (1708).

Un hecho inesperado cambió el curso de los acontecimientos: en abril de 1711 moría el emperador austríaco José I. Su hermano, el archiduque Carlos, heredaba la corona y salía de Barcelona rumbo a Viena. Ante el peligro de reconstitución de un gran imperio europeo si finalmente el trono de España caía en manos austríacas, las potencias aliadas no austríacas decidieron negociar la paz con Luis XIV y reconocer a Felipe V. A continuación se iniciaron las negociaciones que concluirían con el Tratado de Utrecht de 1713, que reconocía al Borbón como rey de España.

En marzo de 1713 las tropas de Felipe V iniciaban el asedio de Barcelona. Cataluña, reducida a las dos plazas fortificadas de Barcelona y Cardona, debía optar entre rendirse o continuar la lucha en defensa propia. A mediados de 1713 los brazos generales ­las Cortes sin el rey­ fueron convocados para tomar una decisión al respecto. Aunque los brazos militar y eclesiástico y los diputados de la Generalitat, ante la desproporción existente entre las fuerzas catalanas (ya sin el apoyo de las tropas de la Gran Alianza) y las de Felipe V, se inclinaran por la aceptación del rey Borbón, el brazo popular decidió la votación a favor de la resistencia. Ante tal decisión, la Generalitat hizo una llamada a la defensa de la ciudad.

El sitio fue iniciado por el duque de Berwick, general francés impuesto por Luis XIV a su nieto Felipe V. El general Antoni de Villarroel fue puesto al frente de las tropas catalanas. Cataluña veía en Felipe V la instauración definitiva del absolutismo y del centralismo en todos los territorios sometidos. Los testigos contemporáneos contemplaban el sitio de Barcelona como la agresión a un pueblo que había hecho de la libertad el fundamento de sus instituciones. Escritores de la época describen la defensa de Barcelona como un gesto heroico admirado en toda Europa.

Duque de Berwick
Entre el 12 y el 13 de agosto de 1714, la artillería bombardeó intensamente la muralla norte de Barcelona entre los baluartes de Portal Nou y de Santa Clara. Tras abrir dos brechas, las tropas borbónicas asaltaron ambas posiciones, siendo repelidas por los defensores. Berwick hizo a los defensores el 4 de septiembre la primera propuesta de capitulación. La respuesta de la ciudad fue que solo se rendirían si se conservaban sus fueros. El mariscal se negó y recrudeció los ataques el 10 de septiembre para obligar a capitular a los barceloneses.

El asedio continuó hasta que, en la madrugada del 11 de septiembre, el fuego de la artillería —concentrado entre los baluartes de Llevant y Portal Nou— abrió siete grandes brechas por las que entraron las tropas borbónicas. El Conseller en Cap (alcalde) Rafael Casanova, seguido de varias figuras de la nobleza y algunos ciudadanos armados, salió hacia el baluarte de Portal Nou para animar a los defensores, enarbolando la bandera de santa Eulàlia, patrona de Barcelona. Igualmente, representantes de la diputación salieron con la bandera de sant Jordi. A las seis de la mañana, Berwick dio un ultimátum: seis horas de reflexión tras las cuales se «pasaría a todos a cuchillo». A las tres de la tarde, cuando la ciudad todavía no había sido ocupada completamente, el general Villarroel inició las negociaciones de paz. El duque de Berwick declaró un alto el fuego hasta el día siguiente en espera de los acuerdos. Finalmente se resolvió la capitulación de la ciudad el 12 de septiembre, que fue ocupada el 13 de septiembre.


Fue abolida la Generalitat y el Consejo de Ciento, desarmadas y extinguidas las fuerzas militares catalanas, exiliados, encarcelados o condenados a muerte los líderes de la resistencia, derruidos sus castillos, cerrada la Casa de la Moneda, suprimida la Universidad de Barcelona y los Estudios Generales del Principado y decretado el uso oficial del castellano en lugar del catalán. Cataluña perdió todo poder político siendo sometida a un largo proceso de castellanización.

Así como Felipe V había eliminado el uso oficial del catalán, Carlos III lo eliminó de la enseñanza primaria y secundaria por una Real Cédula de 1768. Evidentemente, tales medidas no iban a conseguir la desaparición de la lengua catalana, que incluso fue vehículo de notables creaciones literarias.

Con esta derrota Cataluña perdió sus instituciones nacionales de gobierno y fue sometida a un gobierno de nueva planta, caracterizado por la fuerte represión y por la centralización del poder en manos de la monarquía y sus representantes.

La batalla de Barcelona fue sangrante e implicó a todos los sectores de la ciudad. El sacrificio de los barceloneses y su posterior espíritu de superación hicieron que la fecha del 11 de septiembre, a pesar de la derrota, se conviertiera en un símbolo de la voluntad catalana de seguir existiendo como entidad nacional.


Fuentes:
- www.scgenealogia.org/catalunya/historia/ecai.htm. La caída de Barcelona y la abolición de la Generalitat
- www.scgenealogia.org/catalunya/historia/ecat.htm. Catalunya en el contexto de la política europea del s. XVIII
- Sàpiens - Barcelona, 11 de setembre de 1714: els fets
- Wikipedia - Sitio de Barcelona (1713-1714)
- Tricentenari BCN

Más información:
Tratado de La Haya (1701)
Las Constituciones catalanas de 1706: la cumbre del sistema pactista catalán
Tratado de Utrecht
Decreto de Nueva Planta de Cataluña

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