Los druidas se encargaban de las averiguaciones astrológicas y astronómicas necesarias para calcular los ciclos del año. El suyo no era un año exacto como el nuestro regido por el calendario Gregoriano. Si bien contemplaban períodos de tiempo que podríamos interpretar como nuestros actuales meses, los suyos son tiempos en relación directa con la naturaleza de los ciclos terrestres.
En general, el calendario druida o celta es lunar por lo que cada uno de los tiempos viene marcado por las fases de nuestro satélite. Dado que la mitología céltica está compuesta por los dioses de la oscuridad y de la luz, esto se traspasa también al calendario de manera que cada uno de los meses contaba con su mitad de luz y su mitad de oscuridad. El medio mes positivo y luminoso se establecía cuando la luna estaba en cuarto creciente y concluía en llena. La otra mitad del mes, que era el tiempo oscuro, decadente y negativo, estaba vinculado a la fase de la luna menguante y luna nueva. Si bien este calendario permitía la instauración de meses y cada uno de éstos se correspondería, en teoría, con una letra del alfabeto del Ogham y con el nombre de un árbol, lo que prevalecía eran las cuatro festividades sagradas.
Cada tribu hacía sus más y sus menos en lo que a nomenclaturas mensuales se refiere. Quizá no se llame igual un mes en Bretaña, que en Irlanda, que en la Galia. Lo que sí debemos considerar como comunitario es que el medio mes de oscuridad servía para la invocación y resolución de los tremas nefastos y que el tiempo de luz se consideraba de suerte y regocijo. Otro aspecto común sería el nombre de las festividades.
Los celtas conocían gracias a los menhires y otros monumentos líticos, el tiempo que tardaba la Tierra en recorrer la órbita alrededor del Sol, lo que les servía a los druidas para aconsejar a su pueblo las fechas adecuadas para la siembra y la cosecha. Dado que existe una diferencia entre el tiempo que transcurre por el calendario solar del que acontece a través del lunar, los sacerdotes celtas compensaron esta diferencia con un mes extraordinario que duraba treinta noches y que se debía aplicar cada tres años. Debido a que el cómputo del tiempo se establecía por noches en lugar de días, los druidas podían así rendir tributo a sus cosmogonías recordando perpetuamente que primero fue la noche y después aconteció la luz del día.
De igual forma que los meses disponen de dos tiempos, los años también contenían una mitad de oscuridad y otra de luminosidad. La primera, la mitad que correspondía a las tinieblas y al tiempo gris u oscuro comenzaba justo al terminarse la festividad de Shamain que en nuestro calendario Gregoriano se correspondería con el 2 de noviembre, dado que la fiesta mencionada se celebraba en el actual 1 de noviembre. La mitad del año oscuro se perpetuaba hasta que llegaba la primavera y era con la celebración de la festividad de Beltaine cuando las tinieblas desaparecían definitivamente y surgía la luz. La citada fiesta se correspondería con el actual 1 de mayo.
Para compensar estos dos tiempos existía un punto álgido o intermedio. Entre el 2 de noviembre y el 1 de mayo acontecía Imbole que se correspondería con el actual 2 de febrero y se interpretaba que este día, de la luz, la oscuridad había llegado al máximo y desde aquel momento comenzaba a brillar tímidamente prendiéndose así el indicio de la luz. La otra jornada intermedia, en este caso dentro del tiempo de luz, se correspondía con la festividad de Lugnasad, el actual 1 de agosto. Esta jornada, también festiva, marcaba el cénit de la luz que poco a poco menguaría.
Al margen de esta división anual los druidas contemplaban también lo que denominaban el ciclo estelar que duraba cuarenta y seis meses lunares, es decir 19 años, y la Era Druídica que abarcaba un total de 630 años.
Fuente:
El libro de los celtas - Pedro Palao Pons
Muy interesante. Los celtas siempre tienen algo que enseñarnos: primero fue la noche. No hay que olvidarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Great swatches! thanks for sharing.
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