Los niños celtas eran enviados a diferentes lugares para realizar su formación como adultos, claro que por lo general eran otras familias y no druidas quienes los acogían. De todas formas las leyendas nos hablan de un lugar druídico situado cerca del mítico bosque de los Carnutos. Se dice que allí se efectuaban grandes juicios, rituales, celebraciones y que era el lugar de enseñanza druídica por excelencia. En diferentes crónicas se menciona un lugar secreto y sagrado: “Cerca del bosque de los Carnutes, pero invisible a los ojos del profano, tienen un centro de poder donde forman a niños que las familias les entregan desde tiempos inmemoriales”.
Partiendo de la base de que los druidas se encargaban de la educación de los niños en general, no debemos verlos como raptores, pero sí como inductores de una serie de condicionantes en la vida de sus alumnos.
Con la práctica de las adopciones entre clanes vecinos y familias amigas, los niños cambiaban de paraje para recibir distintos puntos de educación. Una parte de la enseñanza la recibían directamente de los conocimientos de la familia adoptiva, y otra provenía del maestro druídico. Si las condiciones eran óptimas se apartaba a un niño del resto para darle una formación especial.
En todas las aldeas celtas hubo niños y estos recibían una educación de carácter general. Ahora bien, en casos muy concretos, cuando emitían destellos de sensibilidad ya fuese adivinatoria o mágica, eran tenidos en cuenta por los druidas quienes posiblemente hablaban con los padres para “velar” por el futuro del niño.
César fue de los primeros en hablarnos de las druiderías y dejó escrito que la vida del aprendiz de druida era sencilla y hablaba de “lugares en los que cantan y recitan textos de alabanza a sus dioses”.
En la escuela druídica, los druidas se esforzaban en que sus alumnos captasen la vibración de los elementos. Se desarrollaba para esto una asignatura que podríamos llamar de la percepción y que consistía en desarrollar al máximo los cinco sentidos habituales más un sexto no tan normal. Para este desarrollo psíquico los alumnos recurrían a diferentes lugares sagrados.
Fuente:
El libro de los celtas – Pedro Palao Pons
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Y allí, en el bosque de los "canutos" era donde los druidas, inspirados y contentos, aprendían a hacer las pociones mágicas. Jejeje.
ResponderEliminarUn saludo.
Interesantísimo, oiga. ¿Y dónde se encuentra ese bosque de los Carnutos?
ResponderEliminarEstaba en la Galia, actual Francia.
ResponderEliminarAlgunos dicen que dicho bosque sagrado se encontraba justo donde, desde hace ya unos siglos, se encuentra la famosa catedral gótica de Chartres
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