El miedo a ser encarcelados o ejecutados hizo que los sacerdotes construyeran en sus templos escondites donde refugiarse. También en las mansiones de las familias católicas se camuflaron habitáculos para ponerse a salvo. El número de cámaras secretas y lugares donde esconderse proliferó a medida que la reina intensificaba la persecución. Estos claustrofóbicos lugares podían encontrarse en partes aisladas de las casas, detrás de paredes, en el subsuelo o en el techo. A veces eran de mayor tamaño y se utilizaban para celebrar la misa con la máxima seguridad, pero, generalmente, sólo servían para que el sacerdote se refugiase en caso de emergencia y pusiera a salvo diversos ornamentos católicos, vasos sagrados y otros objetos comprometedores. Un jesuita, Nicholas Owen, dedicó la mayor parte de su vida a la construcción de estos lugares. Él diseñaba y construía los refugios y, en caso de necesidad, conducía al sacerdote a través de pasajes subterráneos para esconderlo en habitaciones secretas e inaccesibles. Para garantizar la seguridad, sólo él y el sacerdote perseguido sabían la ubicación del “priest hole”. Nadie sabe cuántos hizo exactamente y es muy posible que algunos se encuentren aún por descubrir. En estos claustrofóbicos lugares, los sacerdotes podían permanecer semanas, hasta que el peligro cesaba. Aunque cualificados carpinteros y albañiles intentaban descubrir los paneles secretos que ocultaban al sacerdote, con frecuencia, ni una búsqueda minuciosa permitía acceder a estos lugares ocultos. Sin embargo, en ocasiones, el hacinamiento, el hambre y la sed o la falta de oxígeno acababan con la vida de la persona refugiada antes de que pudiera salir del escondite.
que curioso, no conocía sobre estos escondites...
ResponderEliminar¡Vaya zulos para refugiarse en caso de peligro! Claustrofobias aparte, lo importante era salvar el pellejo y las pertenencias.
ResponderEliminarUn saludo.
Madre mía... semanas ahí metidos! Que claustrofobia!
ResponderEliminar¿No sabía nada de esto! Me ha recordado "Los topos", de Jesús Torbado, sonbre los que se escondieron tras el triunfo de Franco en altillos, dobles armarios y sitios tan claustrofóbicos como los que describes, y no salieron hasta que el "caudillo" murió...echa cuentas.
ResponderEliminarMuy buena entrada. Para que luego hablen mal solo de lo que se hacía en España.
ResponderEliminarUn abrazo