El zar Alejandro I llegó al poder después de patrocinar el asesinato de su padre, Pablo I, algo bastante común en la Rusia zarista.
Alejandro I se distinguió del resto por su influencia conservadora y su educación liberal. A pesar de sus conflictos internos, otorgó la liberación de los siervos y la cesión de algunos derechos que 200 años después serían la base para la Revolución Rusa. Pero su mayor acción la tuvo en las Guerras Napoleónicas.
Primero pactó con Napoleón y terminó luchando contra él en las inmisericordes estepas rusas. Al final, casi enloquecido por las terribles pérdidas sin ganancia, se ganó el odio de sí mismo. Por eso fue que al anunciarse su muerte en 1825 muchos pensaron que era un truco para alejarse del poder.
Se dice que Alejandro I se convirtió en un monje ermitaño de nombre Fedor Kursmitsch. La historia de la supuesta muerte fue olvidada y todos lo tomaron como cierto. El enigma volvió a la luz en 1917.
La Revolución Rusa había terminado con el zarismo en el país más extenso del mundo. En ese entonces se ordenó abrir todas las tumbas de los zares, entre ellos el de Alejandro I. No se halló ningún cadáver.
Fuente:
Aficion.info
Información relacionada:
La Guía 2000 - El zar Alejandro I de Rusia
Comentaba hace poco a José Luis de la Mata, en relación con este mismo zar, que parece una afición eslava esta de disfrazarse y pasar por otro, como ya hizo el líder serbio Radovan Karadzic para escapar de la justicia internacional tras las matanzas que hizo entre la población bosnia.
ResponderEliminarUn saludo.
No sabía yo esta historia, muy buena, gracias por compartirla.
ResponderEliminarBesos.
Es alucinante. Y es creíble.
ResponderEliminarNo deja de ser curioso, desde luego. A menos que el cadáver acabara en manos de mitómanos descuartizadores que se proponían hacer reliquias con sus huesos.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
Un enigma más que creo quedará sin resolver. Un saludo.
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