Por lo general sellaban los sarcófagos mediante una capa delgada de cemento alrededor de los bordes. La decoración era sumaria y se limitaba a remedar la residencia terrenal del difunto. Entre un sarcófago y un ataúd no hay otra diferencia que el material empleado en su construcción, y que el segundo encaja dentro del primero, éste de piedra, aquél de madera. El nombre egipcio del recipiente exterior de piedra era neb-ankh, “señor de la vida”, ya que su función consistía en proteger el ataúd colocado dentro.
El nombre griego sarcófago tiene un rentintín irónico, puesto que significa “devorador de carne”, lo que alude al hecho de que los tallados en piedra caliza causaban una reacción química con el cadáver y lo consumían. Un ejemplo interesante de este tipo de sarcófago es el que se halla en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, perteneciente a una sacerdotisa llamada Henhenet, que vivió durante la XI Dinastía. A parte del detalle inusual de estar compuesto por seis losas de piedra que ajustan entre sí, la decoración es muy sencilla y la inscripción que puede verse en él hace constar que el rey consagró una ofrenda al dios Anubis a fin de proveer al viático de Henhenet.
Sarcófago de Henhenet |
Sarcófago de Seti I |
Un rasgo común en los ataúdes del Imperio Medio era el doble ojo udjat. Se pintaban dos Ojos de Horus en la parte exterior del ataúd para que el difunto pudiera mirar por ellos hacia fuera. Y es curioso que aparezcan en la pared del ataúd destinada a quedar orientada hacia oriente, y no en la opuesta, teniendo en cuenta que el mundo de los difuntos se situaba hacia occidente. Lo cual demuestra que los egipcios no pensaban exclusivamente en el mundo de los muertos, puesto que deseaban seguir manteniendo el contacto con el de los vivos.
Doble ojo udjat, pintado en un sarcófago de madera |
Fuente:
Los misterios del Antiguo Egipto - Bob Brier
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Nuestras relaciones con el más allá son complicadas y muy variadas. Las diferentes culturas y religiones han rendido culto a sus dioses, que les esperan, de forma muy distinta. La egipcia, desde luego, parece una de las civilizaciones que más pensó en el más allá. El tamaño de sus monumentos funerarios así lo demuestran. Me ha llamado la atención el detalle del sarcófago con los ojos pintados en el exterior, quizá como una resistencia a irse del todo. Un saludo.
ResponderEliminarOoh muy intersante.
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