Un equipo de arqueólogos ha descubierto en un valle del sur de México una tumba que podría tener hasta 2.700 años y que, en ese caso, sería la prueba más antigua en México y Centroamérica del uso de pirámides como recintos funerarios. El hallazgo se produjo durante unos trabajos de excavación dentro de una pirámide que debió alcanzar 7 metros de altura, en la zona arqueológica de Chiapa de Corzo. En la tumba, de cuatro por tres metros cuadrados, yacían los restos de tres personas. A juzgar por los adornos de jade, ámbar y perlas alrededor de los restos de uno de los esqueletos, perteneciente a un hombre de unos 50 años, los expertos sospechan que se trataba de un personaje de alto rango, como un sumo sacerdote o gobernante. Los restos de otros dos individuos que fueron hallados en la tumba pertenecen a un niño y un joven, que, posiblemente, fueron sacrificados. Además, en una cámara anexa a la tumba, se encontraron restos de una mujer de mediana edad. Los científicos sostienen que el presente descubrimiento evidencia que las pirámides se utilizaron como enterramientos mil años antes de que la civilización maya comenzara a levantar monumentos fúnebres. Chiapa de Corzo fue un antiguo centro ceremonial y administrativo, cuyo origen se remonta a casi 3,500 años, que sirvió como punto estratégico en las rutas de comercio entre el Golfo y el Pacífico. Ahora es una zona arqueológica abierta al público. El sitio fue habitado por los zoques, una etnia de los estados de Chiapas, Oaxaca y Tabasco, en el sureste del país. Pero algunas vasijas grabadas halladas en la tumba tienen elementos olmecas parecidos al sitio prehispánico de La Venta, en Tabasco, y considerado la parte nuclear de la zona olmeca, famosa por el hallazgo de grandes cabezas de piedra. Esto hace pensar a los arqueólogos que ambos sitios habrían sido fundados por los olmecas. Fuente:
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