6 de octubre de 2009
Celtiberia
Parece ser que llegó a haber un centenar de tribus distintas en la península que los fenicios llabaron 'Ispan', los griegos 'Iberia' o los romanos 'Hispania'. No sabemos si aquellos pueblos tenían un nombre para este extenso territorio, aunque, dado la poca propensión que tenían a uniones más allá de las meramente tribales, es fácil suponer que no.
No todos los historiadores se muestran de acuerdo a la hora de llamar 'celtas' a todos estos pueblos, aunque sí que pertenecían a la gran familia indoeuropea, por lo que los más antiguos podrían ser denominados 'proto-celtas'. Así que, a falta de información más precisa se les llama celtas o mejor 'celtíberos', por las connotaciones diferenciadas que estas comunidades tuvieron respecto a otros pueblos célticos de Europa.
Desde las remotas raíces y a los largo de siglos fueron entrando a través de los pasos de los Pirineos. Incluso hubo una migración de galos en un tiempo tan tardío como el de Julio César. No es posible establecer el orden de llegada ni el nivel de mestizaje que unos y otros alcanzaron con los pueblos íberos o los célticos anteriormente establecidos. Es obvio que la forma de vida se tuvo que alterar considerablemente, sobre todo la de aquellos que se vieron desplazados o los
que debieron continuar su migración hacia lugares más inhóspitos donde tuvieron que adaptarse a una vida muy dura.
Sí se sabe que la llegada de los pueblos célticos al valle del Duero supuso cambios radicales en la forma de vida de la Península Ibérica, ya que el intenso comercio entre norte y sur se interrumpió. Las últimas oleadas celtas necesitaban los minerales que salían de las minas del norte tanto para sus armas, como sus herramientas o sus joyas. El hierro supuso un gran paso frente al bronce, no sólo por su dureza sino porque no precisaba mezclar elementos de dos minas distintas, que además no solían estar en el mismo territorio.
Los turdetanos, sucesores de la antigua civilización de Tartessos, y sobre todo los mercaderes fenicios fueron los más perjudicados, tras siglos de mantener una rutina comercial con las tribus del norte desde sus ciudades y puertos del sur sin demasiados sobresaltos. La que después se llamó 'Vía de la Plata' (que unía el norte y el sur de la península) fue un camino muy transitado desde mucho antes de que llegasen los romanos, que la pavimentaron y la renombraron.
Las tribus celtibéricas basaban su economía en la agricultura y la ganadería. Al parecer, la excepción estuvo en los vettones, que eran el pueblo más imbuido en la vida guerrera que suele considerarse como el prototipo celta. Fueron algo así como los mafiosos de la época: defendían de enemigos reales o imaginarios a los poblados de pastores y agricultores a cambio de que los mantuviesen.
Actualmente pueden encontrarse sus restos en la provincia de Ávila, como los castros de las Cogotas, Ulaca o El Raso, y una de las mayores necrópolis celtas de Europa.
Los vacceos ocuparon grandes extensiones de este territorio y eran un pueblo muy especial, que en muchos aspectos recuerdan a los celtas de la cultura Hallsttat. Básicamente agricultores y ganaderos pero no guerreros. Para las funciones defensivas rutinarias utilizaban mercenarios de tribus vettonas, con las que mantenían buenas relaciones comerciales basadas en sus abundantes cosechas. Estaban regidos por un Consejo de Ancianos que repartía entre sus
habitantes las tierras de cultivo comunales y los animales que debían cuidar durante un tiempo determinado. Parece ser que de los campos se ocupaban las mujeres, mientras que a los hombres correspondía el cuidado de los animales. Los cereales eran mantenidos en una especie de silos fortificados cuya defensa corrspondía a todos.
En las viejas leyendas se cita la importancia del ganado en la Península Ibérica, con los toros rojos de Gerión, robados por Herakles. Por eso, no resulta muy arriesgado suponer que las rutas transhumantes ya estaban establecidas cuando llegaron las primeras oleadas celtas que se asentaron en la meseta castellana.
La mezcla de culturas y la importancia del ganado también se manifestó en los 'verracos', figuras zoomorfas muy esquemáticas y con pocas intenciones figurativas, muy alejadas del estilo practicado por los íberos en aquellos tiempos. Son de una sola pieza de granito, incluida la peana.
Estos verracos están fechados en torno al siglo V y IV a.C., y se les ha encontrado al lado de ríos y manantiales o en las cañadas por donde pasaba el ganado, por lo que bien pudieran ser una forma de señalizar o delimitar los lugares considerados sagrados, tal vez donde los pastores encontraban una especie de santuario donde no podían ser asaltados por bandoleros de otras tribus.
Sin duda han desaparecido muchos a lo largo del tiempo, pero aún se pueden ver magníficos ejemplares en Guisando, El Tiemblo o Ávila
(Fuente consultada: Breve historia de los celtas - Manuel Velasco)
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he visto que tienes muchos blogs dedicados a la historia, estan geniales, pasate por el mio si quieres dedicado a la historia, te ocupará 5 min!saludos!
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada.
ResponderEliminarUN abrazo
Adrian, si sólo tengo este.
ResponderEliminarBueno tengo otro pero no es de historia.
Muy interesante este recorrido por los pueblos de la españa antigua, madame. Resultan misteriosas y fascinantes sus manifestaciones artisticas y las teorias sobre el uso que se daba a esos verracos.
ResponderEliminarFeliz dia
Bisous
Muy interesante. Tengo ganas de ver los verracos, a ver si puedo ir alguna vez.
ResponderEliminarSobre la etimología de España, según Juan Eslava Galán en "Historia de España contada para escépticos" como tú dices los fenicios la llamaban shapam, o i-shepam-im "la tierra de los conejos"... así que eso es lo que somos, conejos jejeje.
Hola!
ResponderEliminarRecientemente he visto en t.v. que los verdaderos antepasados de los gallegos, no eran celtas, sino ártabros, que asimilaron los usos celtas.
Fue en http://www.crtvg.com
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