La cerveza pasó de Egipto a Europa a raíz de las cruzadas. Los caballeros de regreso a sus países la llevaban consigo.
A partir de los siglos VII y VIII, las comunidades monásticas empezaron a elaborar y consumir cerveza. En aquella época, los monjes vivían como el pueblo pero aislados de él. El agua, insalubre por las condiciones higiénicas del momento, era permanente transmisora de infecciones. Al hervirla con cereales se obtenía una bebida más sana. Como se producía y consumía en el día a día, la cerveza apenas tenía alcohol y se calcula que el pueblo normal consumía unos 6 litros de cerveza por persona diariamente. Para los años 816-837 se conoce de un monasterio en la localidad de St. Gallen en Suiza que poseía instalaciones para elaborar cerveza.
A raíz de fuertes heladas consecutivas que afectaron los cultivos de la vid, los monjes benedictinos (y muchos otros) encontraron el sustituto ideal en la cerveza.
Por esa época, los noreuropeos utilizaban hierbas aromáticas y plantas silvestres para modificar el sabor y aroma. Se cuenta que Santa Hildegarda, abadesa de Ruperstberg, alrededor del año 1.079, fue quien primero mencionó los beneficios del uso del lúpulo en la cerveza. Aunque, al parecer, fueron los finlandeses, según el poema épico “Kalewala”, quienes primero lo emplearon. A raíz del uso del lúpulo y sus propiedades conservativas, la cerveza se convirtió en importante objeto de comercio.
En el siglo XII, Juan Primus rey de Flandes y Bélgica, y más conocido como “Gambrinus” fue un protector de los cultivos de cebada y por ello se le considera el patrono no oficial de la cerveza.
En la historia medieval y moderna aparece la tradición alemana, que es muy antigua.
En esta época, por el año 1000, los alemanes poseían cerca de 500 claustros en los cuales se elaboraba y comercializaba la cerveza, que era privilegio exclusivo de los monjes y monjas, siendo muy famosas, en ello, las monjas de los Prados de Santa Clara.
En Alemania, igualmente, las condiciones del Norte se diferenciaban notablemente de las del Sur. En el Norte, la fabricación de cerveza era un derecho cívico y tenía lugar en las grandes ciudades cerveceras de Bremen, Hamburgo ó Einbeck. En el Sur, se produce paulatinamente en el siglo XIV el pasaje de la fabricación casera a la industrial donde el gobierno influyó notoriamente y era el soberano quien concedía el derecho de fabricación, originando un mayor desarrollo que en el Norte.
Por otro lado, las primeras abadías belgas poseían su propia cervecería. Es el caso de Villers-la-Ville, donde los monjes se instalaron en 1146. La arquitectura de de la inmensa abadía se inspiró en la de Citeaux (cuna de los cistercienses) y la cervecería, de estilo románico, fue construida durante la primera mitad del siglo XIII.
Así nacería la "cerevisa monacorum", cerveza de los monjes con denominación de origen, cuyo secreto guardaba celosamente cada fraile boticario. Los monjes lograron mejorar el aspecto, el sabor y el aroma de la bebida.
Pronto, se estableció un conflicto de intereses entre los elaboradores laicos que tenían que pagar impuestos de todo tipo y los elaboradores monacales que disponían de materia prima en grandes cantidades y en condiciones muy ventajosas y exenciones fiscales diversas. Un caso flagrante de competencia desleal. Hacia el siglo XV, los elaboradores laicos tuvieron que inventarse un nuevo tipo de cerveza, más barata, que les permitiese sobrevivir a pesar de la competencia de los frailes. Aquí radica la diferencia histórica entre la “cerevisia” de los frailes, más densa, más aromatizada, y más cara, y la “bier/beer/bière” de los laicos, menos alimenticia, más refrescante y barata, aromatizada simplemente con lúpulo. El lúpulo se comienza a utilizar en el siglo XIV como el único saborizante, luego de haber usado antes sobre todo una mezcla de diferentes condimentos que se denominaba “Grut” en idioma alemán.
La primera organización gremial de fabricantes de cerveza nació en París en 1258 y 10 años más tarde, el reglamento para producir la bebida se inscribía en el libro de los oficios.
En 1.290, en la ciudad de Nuremberg, se dictó un decreto que prohibía el uso de avena, escanda, centeno y trigo en la elaboración de cerveza y permitiendo solo el uso de cebada.
En los siglos XIV y XV, se multiplicaron las cervecerías y surgen las primeras grandes factorías cerveceras, entre las que destacan las de Hamburgo y Zirtau. La cerveza se convirtió en una de las bebidas más populares. En esa época, era aconsejable y saludable beber cerveza, ya que durante su fabricación se eliminaban los gérmenes patógenos del agua que era a menudo el vehículo de transmisión de epidemias tales como el cólera o la peste.
Fuente: San Tomás Cerveza Premium
Los monjes sabían cuidarse bien. Hay que ver la cantidad de alcohol de todo tipo que llegaron a elaborar y una buena parte era para consumo propio.
ResponderEliminar¡Hip!
Para que luego haya gente que critique a la iglesia
ResponderEliminarjajaja
Un abrazo
maravilloso líquido.
ResponderEliminarEs la mejor entrada que te he leído XD
ResponderEliminarY después hay quien se extraña cuando digo que la cerveza alemana (la de las cervecerías, no las industriales) no tienen nada que ver con las que probamos aquí ...
Qué rica la cervecita eh? jajajaja
ResponderEliminarY yo que pensaba q Gambinus habia sido un nombre inventado por la Cruzcampo jeje saludos.
ResponderEliminarLo unico de bueno que ha hecho la iglesia en toda su historia son las cervecitas y los licores
ResponderEliminar¿Saben porque la cerveza se bebía en abundancia y no el agua o la leche? Respondan porfavor
ResponderEliminarEl agua en aquella época no estaba tratada. En las ciudades medievales había bastante porquería y beber agua era peligroso por las enfermedades que podía ocasionar.
EliminarLeí que el lúpulo lo implementó una monja, Santa Hildegarda de Bingen, por tener cualidades asépticas...
ResponderEliminarNada mejor que aprender de la historia de la cerveza (Elixir de los dioses) Mientras disfrutas de un delicioso y frio Ale!
ResponderEliminar