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8 de noviembre de 2010

Ramsés el Grande, el faraón que vivió como un dios (2ª parte)

En 1290 a.C., un joven Ramsés fue coronado tercer faraón de la XIX Dinastía. Se desconoce la edad que tenía en aquel momento; su fecha exacta de nacimiento está enterrada en algún lugar de la antigüedad, pero los eruditos creen que tenía poco más de 20 años. Tras una década de preparación para asumir la posición más alta del país, por fin era el rey de Egipto y podía demostrar su poder supremo creando monumentos soberbios que proyectarían su imagen omnipotente.

Cantera de Asuán
Las antiguas canteras eran propiedad del faraón y las explotó al máximo. Durante sus casi 67 años de reinado, Ramsés II hizo construir más monumentos que quizá cualquier otro soberano anterior a él, pero el hombre que había detrás de estas perdurables imágenes sigue siendo un enigma.

Gran parte de la mejor arquitectura egipcia fue erigida durante el Imperio Nuevo. El paisaje se fue configurando con majestuosos templos que, junto con las pirámides de Giza, se convirtieron en símbolos imperecederos del pasado de esta antigua civilización. Algunos de los más monumentales se construyeron durante el reinado de Ramsés II, como el que hoy se conoce como Abu Simbel. Este recinto es el mayor templo tallado en roca que se haya construido jamás. Allí, cuatro estatuas sedentes de Ramsés se alzan a una altura de más de 20 metros. En el Egipto antiguo el rey era un ser divino y su trabajo era servir de intermediario entre los dioses y el pueblo. Quizá la principal responsabilidad del faraón como dios vivo era mantener el orden, y Ramsés parecía tomarse su papel divino bastante en serio. Detrás de las cuatro estatuas sedentes se abría un templo que se adentraba 48,7 metros en la montaña. En el interior, ocho figuras de Ramsés talladas a imagen del dios de los muertos, Osiris, custodian un pasillo que acaba en una sala sagrada. En esa sala se encuentran estatuas de los grandes dioses de Egipto, y Ramsés está sentado entre ellos.

Templo de Abu Simbel

Aún se pueden encontrar infinidad de estatuas de Ramsés por todo Egipto, eran un elemento necesario en la vida cotidiana. En aquella época servían para representar a un faraón al que pocos podían ver, pero al que todos veneraban.

Durante los tres primeros años de su reinado Ramsés vivió una vida tranquila. Centró su atención en la construcción de grandes edificios, en la usurpación de monumentos de faraones anteriores y en tallar y volver a tallar su nombre e imagen en jeroglíficos y relieves por todo el país. Los eruditos aseguran que en las inscripciones que se hicieron durante su vida hay pistas que pueden ayudar a comprender al hombre que había detrás de la imagen.

Ramsés, como faraón, no realizó su primera campaña militar hasta el quinto año de su reinado. En 1286 a.C., decidido a tener el control total de la costa del Mediterráneo organizó una expedición. Sus esfuerzos resultaron ser un éxito: él y sus tropas regresaron victoriosos a casa tras haber logrado el control tanto de aquella área como de una zona que antes había estado bajo el dominio egipcio pero que se había perdido frente al poderoso Imperio Hitita. La batalla de Qadesh sería uno de los momentos más célebres y mejor documentados del reinado de Ramsés II.

Incluso hoy en día es imposible viajar por Egipto sin encontrar algunas de las muchas obras que se erigieron en la época de Ramsés II. La cantidad y grandiosidad de sus monumentos son un reflejo de su poder.

Estatua de Ramsés II en el Templo de Luxor
Ramsés sobrevivió a muchas de sus reinas y concubinas. Durante su vida tuvo unas seis esposas principales, pero parece ser que una sobresale por encima de las demás: Nefertari.
Según varios documentos, Nefertari fue la esposa más amada y su belleza era legendaria. Ramsés pareció honrarla haciendo que su presencia fuera conocida en todo el Imperio. En Abu Simbel, cerca de su enorme templo, se encuentra otro dedicado a la diosa egipcia Hathor y a la amada esposa de Ramsés. Allí, dos tallas idealizadas representan a Nefertari, a las que acompañan otras cuatro de su devoto marido.
Nefertari le dio muchos hijos a Ramsés, pero ninguno le sobrevivió, como tampoco lo hizo su reina favorita. Hacia el año 24 de su reinado, Ramsés lloró la muerte de Nefertari. Su devoción a la memoria de la reina se evidencia sobre todo en el lugar de su descanso eterno, en la zona conocida como el Valle de las Reinas. A 12 metros bajo tierra se encuentra su tumba, de enormes dimensiones y magníficamente decorada.

Templo de Nefertari en Abu Simbel
A pesar de la pérdida de Nefertari, Ramsés II nunca dejó de cumplir con los deberes que le imponía su cargo. Era importante que, como rey de un Imperio, siguiera procreando para asegurarse de que tras su fallecimiento le sucediera uno de sus hijos.
Se cree que Ramsés II engendró unos 90 hijos, y a diferencia de cualquier otro faraón hizo gala de ellos, orgulloso, en muchos de sus monumentos.

El reinado de Ramsés fue un periodo de la historia que a menudo se ha relacionado con el Éxodo bíblico, y muchos creen que en realidad Ramsés II fue el responsable, pero la verdad es que el verdadero alcance del gobierno de Ramsés como faraón de Egipto sigue aún sin conocerse.

Después de casi 67 años el reinado de Ramsés llegó a su fin. Se cree que tenía más de 80 años cuando murió, y fue enterrado en la tumba conocida como Valle de los Reyes número 7 o KV-7. Su muerte marcaría el fin de una época.

4 comentarios:

  1. Esto sí que era una teocracia, sus súbditos le veían como un Dios en la Tierra, algo sagrado...una política que en Europa se intentará llevar a cabo desde la Edad Media con la progresiva divinización de la persona real..

    Un beso.

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  2. Unos muy interesantes y detallados artículos sobre los tiempos bíblicos de Ramses II, con unas fotografías estupendas, que veo están hechas por ti. Qué bonito viajes hiciste. Un saludo.

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  3. Las fotos del interior del templo de Abu Simbel no son mías, porque dentro no dejan hacer fotos. Las del exterior y la del templo de Luxor sí que las hice yo este verano.

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