Gran parte de la vida en la Europa medieval transcurría en una oscuridad más o menos total. En pueblos y ciudades, las calles solo las iluminaba el resplandor que arrojaban las ventanas de las casas, y en el campo no podía verse el resplandor lejano de la ciudad más próxima reflejado en las nubes bajas, ni tampoco los puntos de luz que en la actualidad indican la presencia de una casa: la noche era oscura, y la gente rara vez abandonaba la seguridad de sus hogares, hasta el punto que ir de noche por la calle era en sí mismo algo sospechoso. No hacía falta velar por el cumplimiento de un toque de queda, porque poco podía inducir a violarlo.
Pero siempre había alguna iluminación en el interior de las casas y las cabañas, aunque solo fuese la trémula luz del hogar, además de la cual seguramente se empleaban velas, candelas de junco o candiles. Estos últimos derivaban de las lámparas en uso durante la Antigüedad clásica, y estaban formados por un recipiente con un asa o una varilla con garfio que permitía colgarlos de una anilla metálica, como las lámparas votivas que vemos en las iglesias de hoy. En el recipiente se ponían el aceite y la torcida, y a veces estaba hecho de piedra y tenía un pie, lo que le daba aspecto de cáliz. La alternativa era la vela o la candela de junco, en las que la mecha o un junco se introducían o se impregnaban en cera combustible. El aceite para los candiles solía sacarse de semillas oleaginosas, como las de linaza o de cáñamo.
Por lo general, era más fácil obtener cera de abeja o sebo para hacer velas o candelas de junco, cuyo combustible era sólido, pero podía derretirse e irse depositando en capas alrededor de la mecha gracias al calor de su propia combustión. La mayoría de candelas se hacían por inmersión, al ir sumergiendo repetidas veces el pábilo, que solía ser de lino, en una cubeta de sebo o de cera fundidos, con lo que acada inmersión se le iba agregando una capa más de grosor a la vela.
Se han conservado candeleros desde la Alta Edad Media. Acostumbraban a tener tres pies y un pincho de metal donde se clavaba la vela. El candelero de cañón apareció a finales de la Edad Media y acabó por sustituir al de pincho. Con el correr del tiempo, los candeleros se hicieron cada vez más grandes y más decorativos.
La linterna es una adaptación especial del candelero. La candela normalmente iba encajada en un mechero, dentro de un receptáculo metálico, uno de cuyos lados era de cristal o de asta para dejar pasar la luz. Las linternas pasaron a ser de uso general a partir del siglo XIII y podían colgarse en el hogar o llevarse sin peligro alguno. La linterna de la Baja Edad Media ha experimentado pocos cambios, salvo el añadido de un reflector, hasta época reciente.
La iluminación alternativa para quienes tenían que aventurarse fuera de su casa de noche era la tea, que solía ser un trozo de madera con algo de fibra enrollada e impregnada en aceite o cera. Su llama incontrolada era peligrosa, pero era de uso común. Apagar una tea no siempre era cosa fácil. Así, en el exterior de algunas casas se instalaban recipientes en los que se introducía el extremo ardiente de la tea para apagarla.
Fuente:
Vida cotidiana, la historia de la cultura material – Norman J. G. Pounds
Una iluminación mortecina que sin embargo aliviaba las oscuras noches en la intimidad de las casas. Las calles se convertían en lugares peligrosos para los que transitaban por ellas.
ResponderEliminarUn saludo.
Que bonitos son esos viejos candeleros. Hay que ver la evolucion hasta las actuales linternas, muy funcionales y practicas, pero no tan bonitas.
ResponderEliminarAfortunadamente se inventó la luz electrica, y ya no tenemos que dejarnos los ojos a la luz de las velas.
Feliz tarde
Bisous
Qué interesante, aunque no se me olvida que no estamos tan lejos de la Edad Media, yo recuerdo a mis abuelo todavía en la casa del pueblo iluminando la estancia con una luz de candil.
ResponderEliminarInteresantísima entrada :-)
Aunque supongo que lo más corriente era acostarse desde el ocaso hasta el alba. Un saludo.
ResponderEliminarEsto me hace recordar mi infancia, la cual por supuesto que no se desarrolló en esa época. Yo nací en una zona rural del sur de la península. Me crié en medio de cerros donde sólo habitaban unas pocas familias bastante distanciadas y comunicados sólo por veredas dificilmente transitadas por mulas u otros cuadrúpedos utilizados para el transporte.
ResponderEliminarRefiriendome a la iluminación, podreis imaginar que luz eléctrica era impensable en esos parájes. Así que nos bastabamos con el candíl de aceite o el quinqué, lo que más me viene a la mente es cuando terminabamos de cenar soliamos salir a la calle jugar con los bichos luz(luciérnagas)y a mirar las estrellas y recuerdo la cantidad de estrellas que se podian contar, mi padre me enseñó donde estaba el carro y la mula (Osa Menor), siempre estaba visible. sin embargo en los tiempos que vivimos divsar tantas estrellas resulta dificil debido a la contaminación lumíca que se desprende. Si enrealidad que remos contemplar estrellas debemos salir bien distanciados de las grandes urbes.
No se si ahora podriamos estar mucho tiempo sin tener la comodidad de nuestra luz elétrica, pero no estaria mal probar alguna noche.
Saludos.
muy falsoooo
ResponderEliminarno vale para nada es mentira
qe parte es falsa amigo?
EliminarCuando aparece la candrla de sera tal como la conocemos hoy?
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