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19 de julio de 2010

El cristianismo celta

Durante siglos, el cristianismo celta fue un brazo de la religión cristiana desligado prácticamente del control de Roma; aún así se extendió durante los peores años de la llamada Edad Oscura medieval casi por toda Europa, desde las islas Feroe hasta Italia y desde Francia hasta Ucrania, gracias a que monjes y monjas irlandeses recorrieron las tierras fundando monasterios e iglesias e impartiendo el mensaje del conocimiento y del amor justo en la época que más se precisaba.
Las primeras pequeñas comunidades monásticas irlandesas funcionaron intentando imitar a los eremitas egipcios, que se retiraban al desierto para no tener ningún tipo de distracción. Pero, como en Irlanda no hay desiertos, lo hicieron en el interior de los espesos bosques o en islotes, donde monjes y monjas se dedicaban a la oración y a la copia de libros, dedicando algún tiempo en atender a los fieles que se acercaban buscando una ayuda espiritual o física, ya que muchos de ellos eran sanadores.
Su estructura inicial, que tenía más similitudes con los colegios druídicos que con los monasterios europeos, permitió que los monjes y monjas irlandeses gozaran de una libertad muy superior a la que tuvieron sus coetáneos continentales. Puede decirse que cada uno se arreglaba su propio horario de estudio, trabajo y oración, uniéndose todos una vez al día para algún servicio religioso conjunto, en los que no solía faltar el recitado de los Salmos, que gozaban de un fervor especial. ¿Encontraban quizás en ellos las resonancias bárdicas o druídicas? Seguramente sí, ya que uno de los personajes bíblicos más populares era el rey David, poeta y tocador del arpa, tal como quedó reflejado en la iconografía de las "grandes cruces" o en los vitrales de Irlanda.

La decadencia comenzó con el sínodo de Withby, en la Inglaterra del año 664, donde se discutió entre la necesidad de obedecer absolutamente los dictámenes de Roma o de mantener la autonomía de los cristianos celtas, saliendo vencedores los primeros. Ese fue el final de la espiritualidad celta en Inglaterra a favor de las estructuras y rituales de la Iglesia de Roma.
A pesar de todo esto, la iglesia irlandesa se mantuvo independiente de Roma hasta el siglo XII. El fin les vino de las manos de los vikingos, por un lado, que destruyeron escuelas y monasterios, y, por otro, de los normandos franco-ingleses, curiosamente también relacionados con los vikingos. Tras conquistar Inglaterra, los normandos invadieron Irlanda siguiendo órdenes (Bula Laudabiliter) del papa Adriano IV (nacido en la Inglaterra definitivamente entregada a Roma), e impusieron el catolicismo a través de religiosos que llevaron del continente, obedientes en todo a las directrices romanas.

San Patricio fue el pionero. Su auténtico nombre era Succatus Patricius y nació en el oeste de la Britania romanizada y cristianizada, en el seno de una familia de religiosos y funcionarios. Según su propia biografía, Confessio, tras ser capturado por piratas a los 16 años, fue vendido como esclavo en Irlanda. Allí pasó seis años hambriento y casi desnudo, cuidando ganado entre el frío y la humedad. Su buena constitución le ayudó a sobrevivir durante aquellos años de aislamiento que le convirtieron en un hombre santo, un visionario que recibía la llamada de Dios. Su "voz" le indujo a huir; caminó bastantes kilómetros hasta llegar a una costa (se piensa que fue el actual Wexford), donde encontró un barco mercante cargado de perros irlandeses, muy apreciados en otros lugares como buenos cazadores. Al otro lado del mar, la libertad.

Ni en su más disparatada imaginación hubiera contemplado Succatus la posibilidad de regresar a aquella isla donde tanto sufrió, pero la voz de Dios fue insistente al respecto. Así, 27 años después, tras haber sido ordenado obispo, ponía sus pies de nuevo en Irlanda, pero esta vez como hombre libre y dispuesto a cambiar el país de arriba a abajo.

Allí usó el nombre de Patricio, aunque los irlandeses lo adaptaron a la forma gaélica de Padrig, y estableció su primera residencia en un granero de Ard Macha, en el Ulster.
Se dice que Patricio fue el primer hombre libre en hablar abiertamente contra la esclavitud adelantándose al menos un milenio a las ideas abolicionistas y, como poco, se en frentó a lo que entonces ocurría en Roma con el visto bueno del papa.

El caso es que consiguió convertir a los siempre díscolos irlandeses y, lo que tal vez tenga más mérito, a los druidas, que hasta entonces habían detentado el control de la vida espiritual. Aunque no por eso el druidismo se perdió completamente ya que, de igual modo que la cruz cristiana se unió al anillo solar creando el icono que desde entonces representa al cristianismo celta, los druidas hicieron algo parecido, uniendo las dos formas de entender el mundo, la vida, el hombre y la naturaleza.


Fuente:
Breve historia de los celtas - Manuel Velasco


1 comentario:

  1. Me imagino que, en un principio, no les haría ninguna gracia a los druidas la competencia del cristianismo, teniendo como tenían aquéllos el monopolio de los rituales mágico-religiosos, aunque luego fueran absorbidos por la nueva doctrina.
    Un saludo.

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