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10 de agosto de 2009
El Castillo de Loarre
El Castillo de Loarre se halla situado en la sierra del mismo nombre, a unos 35 kilómetros de Huesca.
La Historia del castillo de Loarre se remonta más allá de la Alta Edad Media: la aparición de monedas romanas y aún íberas en sus proximidades hacen pensar en que podría ser la "Calagurris Fibularia" romana.
Hacia el año 1020, el rey Sancho el Mayor de Navarra anexiona el castillo y sus territorios a su reino, convirtiendo el castillo en baluarte defensivo frente a la poderosa fortaleza musulmana de Bolea y controlando la vertiente izquierda del Gállego. A la muerte de Sancho, su hijo Ramiro I mantiene el yugo sobre La Sotonera islámica, con frecuentes incursiones sobre las plazas cercanas y, después de él, Sancho Ramírez revitaliza la fortaleza de Loarre en su uso militar-eclesiástico, fundando en 1071 un monasterio de canónigos de San Agustín cuya grandiosidad y magnificencia no tienen parangón en el país. Este monarca aplica las dos tendencias renovadoras de la época: la cluniacense y la gregoriana, lo que propicia el acercamiento a la Iglesia romana y con ello la apertura de Aragón a Europa. El castillo de Loarre se convierte así en "capilla real" gozando de condiciones especiales, diezmos y rentas, privilegios que perderá gradualmente en favor del castillo de Montearagón al iniciarse en 1088 su construcción en las cercanías de Huesca.
En 1094 muere Sancho Ramírez ante las murallas de Huesca, siguiéndole en el trono su hijo Pedro, quien en 1096 conquista la ciudad. El joven rey constituye Montearagón como cabeza de la congregación, dadas sus evidentes ventajas por su proximidad a Huesca. Loarre pierde su carácter monástico, se seculariza y vuelve a la Corona aragonesa, que confiará su custodia a tenentes o seniores.
En 1101 Pedro I conquista definitivamente Bolea, última plaza musulmana de La Sotonera, siendo a partir de entonces cuando el castillo de Loarre pierde su carácter defensivo y su importancia militar.
Durante el siglo XII y en adelante la población va asentándose en núcleos más adecuados para la explotación de la tierra, por lo que el castillo inicia un prolongado declive. Esporádicamente jugará importantes papeles en algunos episodios de la historia de la Corona de Aragón, como los sucedidos durante los reinados de Jaime I el Conquistador, Pedro III, Jaime II, Pedro IV o el Conde de Urgell.
En el nivel superior encontramos el monasterio fortificado, primer enclave sobre la roca, del que hoy se conservan notables piezas del arte románico: la capilla de Santa María de Valverde, adosada a un acantilado casi vertical; algunos muros de pabellones anexos; la cimentación de una torre en el patio superior y la llamada Torre de la Reina, en el norte, que protegía la puerta de entrada. Por último, la Torre del Homenaje, con sus 22 metros de altura, cimentada mucho más abajo, y por tanto construida como torre albarrana exenta de la primera edificación.
En el nivel medio está la magnífica Capilla Real o de San Pedro, de estilo románico aragonés. Encontramos también los pabellones del ala monacal, al norte, detrás de la Torre del Homenaje. Los arranques de sus arcadas sugieren tres alturas. Desde ellos se accede a cuatro salas que debieron constituir almacenes.
Bajo la iglesia de San Pedro, en el nivel inferior, la escalera de acceso, a cuyos lados encontramos el cuerpo de guardia y la cripta, antiguamente la capilla de Santa
Quiteria, donde se veneraban las reliquias de San Demetrio, patrón de los gladiadores, que hoy podemos contemplar en la iglesia parroquial de Loarre. Ya fuera de la edificación, la torre albarrana frente a la entrada principal, pudo ser una primera defensa.
Por último, la muralla exterior, que rodea todo el conjunto de unos 10.000 m2 por el sur, la zona menos protegida por los naturales riscos. Parece haber sido construida
en una época muy posterior, hacia 1287, como defensa de la aldea que se alojaba a los pies del castillo. Conserva unos 200 metros de lienzo tachonado de torreones,
todos ellos circulares menos uno rectangular: una torre-puerta, con paso en recodo
para evitar la entrada a posibles invasores.
Precioso, madame, este es uno de mis favoritos de cuantos se encuentran en territorio español.
ResponderEliminarEs como muy personal, por asi decir, facilmente distinguible. Tiene sello propio.
Bisous
Los castillos, para mí, tienen un encanto, una magia y un significado especial. Quizás sea por una atracción estética, arquitectónica o histórica, o porque siempre tenemos un fondo de romanticismo, con esa búsqueda del pasado y el gusto por el misterio y las ruinas...¡Ay, si las piedras hablaran!
ResponderEliminarVeo por las fotos que éste que nos traes conserva bastantes cosas del original y también que ha sido reconstruido parcialmente. La capilla es preciosa.
Un saludo.
Me encantaría conocer este castillo. Debe ser impresionante, tanto por su embergadura como por su contexto paisajístico. Además tiene un no se qué romántico que le hace aún más atractivo.
ResponderEliminarUn saludo
Qué guapo! Jo, el año pasado visité bastantes castillos porque fui por Segovia, Toledo y ävila de vacaciones, pero este año ni uno, oye... :(
ResponderEliminarA mi me fascina los castillos y este está lindíssimo. Me gustaria visitar este castillo un día.
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ResponderEliminarthanks!!! for sharing.
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