Las embarcaciones vikingas

Cuentan los historiadores que los vikingos utilizaban al menos tres clases de embarcaciones; las de asalto, que también utilizaban para explorar el océano, las de ceremonia, utilizadas en muchos casos en ritos fúnebres, y las de exploración costera utilizadas para proteger sus costas. El término drakkar con el que se denominaba a los barcos vikingos no es una palabra escandinava, sino que proviene del antiguo vocablo islandés que significa dragón, en referencia a que adornaban la proa de sus naves con esculturas que representaban a estos seres mitológicos. La palabra escandinava para designar a estos barcos sería knörr. Las naves vikingas más primitivas no tenían quilla, por lo que se hacía difícil maniobrar con ellas. Sin embargo podían remontar ríos poco profundos. Fue en el siglo VII cuando se introdujeron los cascos con quilla, lo que les daba una mayor estabilidad. Tenían un mástil central en el que se alzaba una vela rectangular tejida en lana burda o lino, normalmente con combinaciones de los colores negro, blanco y rojo. Los vikingos estudiaron las fuerzas del viento y eran capaces de maniobrar con facilidad. Para construír las embarcaciones utilizaban madera escandinava de gran calidad y realizaban pruebas en los fiordos. El snekke era el drakkar más pequeño. Tenía unos 17 metros de eslora, y su tripulación estaba compuesta por aproximadamente 25 hombres. En el langskip o barco largo, viajaban unos 50 remeros y se utilizaba principalmente para la exploración. Los karv albergaban a unos 13 remeros por banda y eran los más utilizados para defender las costas. En el siglo X se construyeron los drakkars llamados osmsinnlangi, que medían entre 40 y 100 metros de eslora; algunos tenían capacidad para 700 hombres. A lo largo de su historia, los vikingos mejoraron constantemente sus técnicas de navegación, y sus barcos eran más veloces y ligeros que los de sus enemigos. Llegaron a ser considerados los mejores navegantes del mundo occidental.