El nacionalismo se desarrolló de forma irregular en los países imperialistas, fruto de condiciones anteriores al imperialismo. Tradicionalmente se considera a Alemania como la mayor expresión de nacionalismo exacerbado, pero en verdad, esta tuvo mayores expresiones de nacionalismo y afán de dominio durante la Segunda Guerra Mundial (debido al gran peso humillante del Tratado de Versalles sobre Alemania), que a finales del siglo XIX.
En Italia el sentimiento nacionalista estuvo presente en dos grandes revoluciones del siglo XIX (en el 1830 y 1848) y nuevamente en el proceso de Unificación de Italia. En Francia el nacionalismo estuvo presente durante la Revolución Francesa, manifestándose principalmente en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, agudizando la lucha de clases.
Las tendencias pacifistas no tuvieron un eco real en unas masas dominadas por el patriotismo. La opinión pública se hallaba psicológicamente condicionada hacia la guerra por todo un conjunto de factores diversos entre los que cabría destacar: una cierta concepción romántica de la guerra heredada del siglo anterior; la vulgarización de las teorías Darwinistas sobre la lucha de las especies y su consiguiente selección de las más aptas para la vida (que se trasladaba directamente al campo de la política internacional); la propaganda nacionalista; y una agudización de la lucha de clases que hacía bascular el inconsciente colectivo hacia una guerra exterior, como único medio de unificación nacional y de superar las divisiones internas.
El vigor con el que se manifestaban los designios imperialistas de los estados fue refrendado apasionadamente por la opinión pública de cada nación. La voluntad de afirmar el carácter nacional y su poderío trajo como consecuencia la desconfianza, cuando no la hostilidad, hacia las influencias e intereses extranjeros. Estos sentimientos nacionalistas se hicieron generales en toda Europa y avivaron, a su vez, los de las nacionalidades oprimidas por otras potencias: la lucha de los nacionalistas irlandeses contra Gran Bretaña se agudiza, y las minorías nacionales bajo dominación austro-húngara entran en efervescencia.
Nota: Esta es la 3ª parte de una serie de 4 entradas. Para ver las anteriores: I y II
Fuentes:
- Historia Universal
- La Primera Guerra Mundial - María Soledad de Mateo Menéndez
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Un nacionalismo agresivo, expansionista y excluyente que ve al vecino como competidor al que hay que eliminar. Malos tiempos aquellos para la paz.
ResponderEliminarUn saludo.
Excelente entrada, quien no conoce la historia esta condenado a repetirla. Pueda ser sean tiempos superados y aprendamos de los herrores del pasado.
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